ENSAYO SOBRE LOS POETAS DE LA LENGUA INGLESA
SOBRE COMO SE
DEBE CONSIBIR LA LITERATURA
Discernir sobre
la verdadera universalidad de los libros como tal, esta veracidad, a pesar del
desarrollo que modernamente ha tenido las bibliotecas, las cátedras de
literatura, han sido siempre y lo seguirá siendo. A pesar de esto último estoy
más que convencido que el hombre por sí mismo que obtiene el conocimiento
extenso, que de por sí es la literatura o la filosofía. Lo que sí es exigente
es el esfuerzo personal de búsqueda y de asimilación; sé que los maestros
sirven de guías y de orientadores, pero también entiendo que las fuentes
perennes del conocimiento y reconocimiento de esta increíble asignatura está
llanamente en los libros. Siendo estos una de las expresiones más de
mostrativas del
misterio de la vida, más aún cuando la totalidad de la escritura esta
intervenida por el libro, que es el saber que nos compromete con nosotros
mismos.
Sé muy bien, que
por otra parte muchos hombres que no han tenido una enseñanza universitaria y
para quienes el ejercicio no es una necesidad profesional; pero, aun para
éstos, si lo es vital, puesto que viven dentro de una cultura, de un mundo cada
día más independiente y solitario y en el que la cultura se remonta a una
necesidad cada día más general. Ignorar los cimientos sobre los cuales ha
podido levantar su estructura admirable el espíritu del hombre es reconocerse
en cierto modo al margen de la vida, sosteniéndose en uno de los elementos esenciales,
exponiendo voluntariamente a lo único que puede ampliar nuestra mente hacia el
pasado y ponerla en condiciones de afrontar el presente y lo incierto del
futuro. En este sentido, pudo decir Gracián que “solo vive el que sabe.
El hecho de leer
a los clásicos, concebirlos como lo que fueron, es llenar nuestro conocimiento
de fórmulas casi mágicas y es conservar el instinto de la cultura, de
consagrarse a los favores de la literatura. En cuanto a este propósito y
tomando el concepto de lo clásico en el sentido más determinante y más alto, de
obras maestras, con el proceder inteligente a una actitud más critica que
históricamente, da un panorama más claro sobre la historia de la literatura,
hay que tener siempre en cuenta el valor substantivo de las obras, su contenido
vivo y su capacidad de involúcranos en el espíritu histórico de todas las
literaturas. Con un eco de lo universal que va desde la epopeya homérica hasta
los umbrales mismos de nuestro siglo.
La dispersión
afortunada de que a través de nuestra historia aparezcan como representación
los diversos géneros literarios: poesía, teatro, historia, ensayo, arte
biográfico y epistolar, oratoria ficción, en este último, se ha dado tanto la
novela y el cuento un mayor y profundo espacio ha sido considerado siempre que
son géneros más difundidos, siendo por los cambios más modernos, ya que su gran
desarrollo ha tenido un lugar en los últimos siglos, según una serie de
caracteres Platón y Aristóteles no solamente pertenecen a la filosofía sino también
a la literatura ya que sus pensamientos involucran directamente a la escritura
de por sí. Además cada trajinar trae de por si su bella consecuencia.
La admirable
escritora Silvina Ocampo escribió una vez en la revista Sur lo siguiente:
semejantes a las láminas de los libro donde los niños aprender a leer, en la
poesía primitiva las palabras representan los objetos con alegre precisión. Una
rosa es una rosa; no es la mejilla de una mujer amada, ni un jardín idéntico a
su fragancia, ni un laberinto en miniatura donde se esconde la luz, ni el rocío
de la noche sobre la blancura de una paloma dormida; el deleite que produce,
todo lo que surgiere y recuerda, todo lo que ella deja de ser rosa. No define
mejor su forma, ni su existencia, que su nombre. En virtud de ella existirán
todas las rosas de los futuros poemas; resplandecerá en el amor, en las batallas,
en los ríos del poniente; adornara los mosaicos de un palacio o el pecho
oscurecido de un leproso; hecha de barro, de papel o de fuego, servirá de emblema
o de presagio: y siempre será la misma rosa.
En el momento
que retrocedemos hasta las fuentes de la poesía, internándonos por lo diversos
senderos del tiempo, nos sorprende el color intenso de las palabras, la
claridad de las imágenes. Al perder los adornos retóricos, los poemas se
vuelven más plásticos. Después de para por Rosssetti, Wordsworth, Donne, Milton
y Shakeapeare llega un interludio en que la poesía deja de ser musical, como lo
es todavía en la obra de Spenser, para ser ardientemente plástica, como en la
de Chaucer. Poco antes del nacimiento de Geoffrey Chaucer, en el siglo XIV
comienza la feliz, la admirable historia de la poesía lírica inglesa.”antes de
Chaucer y en el intervalo que se extiende entre él y Spenser, hay otos poetas,
pero sus genios no son comparables con los de estos hombre célebres, intentan
un estudio de los méritos o desméritos de aquellos otros poetas incumbe a los
más eruditos de la antigüedad y a los enamorados de la poesía actual (por
ejemplo a William Hazlitt). Nada o casi nada se conoce de la vida ni de los
nombres de los poetas ingleses anteriores. En una época en que solamente
algunas personas privilegiadas podían leer, en una época que no se enseñaba el
idioma inglés en las escuelas y en las que se ignoraban los rudimentos de la
prosodia y de la composición, Chaucer, pudiendo decir de él que fue el padre de
la poesía inglesa, como algunos críticos lo han llamado, emprendió la difícil
tarea de escribir largos poemas narrativos en un idioma en ese entonces en formación,
Primeramente bajo la influencia francesa, luego bajo la influencia italiana,
cumplió con éxito su propósito. Se ha dicho que hizo progresar tanto al idioma,
que al morir, nadie, salvo su discípulo escocés, el rey Jacobo pudo seguir su
ejemplo.
Un cumulo de
manuscritos ha sido atribuido a Chaucer y se han hecho largos trabajos para
dilucionar los originales. Su obra como tal se pudo dividir en tres periodos:
el primero de influencia francesa, incluye Le roman de la rose, traducción de un poema de Guillaume de
Lorris, aplicado, cuarenta años después, por Jean de Meung; el segundo de
influencia italiana, Troilus (que adapto de Boccaccio) The house of fame
(sugerido tal vez por Dante; el tercero que ha sido considerado el más
importante, Cantenbury Tales, donde el poeta trato de prescindir de toda la
influencia extraña. En Canterbury Tales Chaucer describe vívidamente al mundo
que conocía. Sus peregrinos recorren sendas gloriosas similares a las que
recorren los reyes, las damas, los nobles y los caballeros ataviados de acero,
de terciopelo o de tejidos de oro que pinto su amigo Froissart, en Francia. Se
ha dicho que Chaucer clasifico los hombres como Linneo, las plantas. Introdujo
por primera vez a la poesía inglesa personajes que no son, como fueron hasta
ese momento puramente míticos, sino personajes verdaderos, heterogéneos; y así
es cierto que no fue capaz de inventar un solo argumento, supo pintar, en cambio,
con extraordinaria lucidez, escenas y anécdotas pintorescas.
Chesterton
dijo:” nunca existió un ser humano más creador que Chaucer. Creó un idioma
nacional, casi el sentido de una nación. Tres siglos transcurrieron antes de
que fuera apreciada, además de la técnica narrativa, la técnica poética en la
obra de Chaucer.
“Breve es la
vida, el arte¡ que lento es de aprender!/¡ que duro el ensayo! Que aguda la
conquista!/ las dichas siempre atroces, volándose anhelantes:/ todo esto para
mi quiere decir amor. Como presintiendo la lentitud con que sería conocida su
obra, con estos versos, donde triunfa en la línea final el amor, deplora
Chaucer la brevedad de la vida y las lentas dificultades del conocimiento.
Sus versos ásperos, a veces prosaicos, hacen resaltar la trasparente
musicalidad de los de Edmund Spenser, su sucesor.
“ Suave Spenser,
moviéndose por nublado cielo/ con belleza de luna y paso lento.
Escribió el
extasiado Wordsworth. Los versos de Spenser fueron, sin lugar a duda, fuente de
inspiración, sus poemas deleitan más a los poetas que a los lectores comunes;
por eso Charles Lamb lo llamo: el poeta de los poetas.
Un monótono y
largo intervalo se extiende entre la desaparición de Chaucer y la aparición de
Spenser. Surgenlos nombres de William Dumbar (Que disputa con Burns, el primer lugar entre los poetas escoceses) Gower, Occleve, Lydgate,
Wyatt (el autor del primer soneto en idioma ingles) y Surrey. Cabe también
mencionar aquí las baladas, ya que fueron fuentes incesantes y preciosa de
inspiración para los poetas, pertenecen a distintas épocas a veces anónimas,
remotas. De menor felicidad verbal, menos ingeniosas que los romances de la
poesía española, menos crueles, variadas y extrañas, pero no menos seductoras,
no menos candorosas, estas baladas tienen un sabor inconfundible. Algunos títulos hay que manifestar: Robin Hood and Guy
of Goisboune, Sweet William´s Ghost, Queen Dido, The Spanish virgin of effects
of Jealousy, The Ldy Isabella´s tragedy,
fair Rosamond, Edward Edward, King Cophetua. La vida de Espenser, como la de
Chaucer, fue active, sus aventuras fueron numerosas. A su primera juventud
pertenece el libro Hymnes in Houour of love and Bautie (publicado en 1591) es
un conjunto de poemas escritos en distintas épocas de su existencia, algunos
son traducciones de los sonetos de Joachim Du Bellay y de Petrarca y otros son
cantos de amor inspirados por su novia, Elizabeth Boyle.
En su obra más
famosa, Faery Queen, aparece la estrofa spenseriana. Sobre el origen de esta
combinación métrica (de nueve versos) interminablemente discutieron los
estudios de
la prosódica
inglesa. Según quienes conocen aluden que es una adaptación de las que
emplearon en las viejas baladas francesas; también se admitió que era de origen
italiano y que Sponser, que estaba familiarizado con la octava rima, trabajó
sobre ese modelo: modifico levemente la rima, agrego una línea entre la cuarta
y la quinta y convirtió el último verso en un alejandrino. Byron, Keats,
Shelley, Cambell, Tennyson y otros poetas emplearon la estrofa spenseriana. El
brillante manuscrito del Faery Quenn acompaño a Spenser en extrañas aventuras,
el poeta acudía a sus hojas en los momentos de recreo. El esquema original del
poema es elsela Monte dÁrthur. Algunas narraciones provienen de Orlando
furioso. De Ariosto, en un momento alegórico y del continente durante el
reinado de Isabel. La otra debió desarrollarse
en doce libros, se publicaron solo seis; algunos se perdieron, el último
no fue escrito. Los últimos años de la vida de Epenser por lo que aseguran
algunos fue demasiado tristes, cuando tuvo la desgracia de ser nombrado jefe de
policía de Cord, durante una rebelión su casa fue sacada y quemada. Murió en
Westminster, arruinado. Ben Jonson asegura, erróneamente que murió de hambre y
que al rehusar las últimas monedas de oro enviadas por el conde de Essex agregó
que no tenia tiempo de gastarlas. Los versos de Sprnser fueron severamente
juzgados por Sidney, Ben Jonson y otros de sus contemporáneos. Southey mencionó
a Spenser como el gran sacerdote de todos los misterios de las musas. Milton,
respetuosamente, lo llamo nuestro sa bio poeta. Sir Philip Sudney, autor de
famosos sonetos de amor, tuvo gran influencia sobre los poetas de su
generación. Ninguna de sus obras fue publicada durante su vida. Su muerte
heroica inspiro a Spenser la elegía Astrophel. Durante el siglo XVI, las
macaradas, representaciones con abundantes cantos y bailes, que se efectuaban
en la corte y en las casas de los nobles, alcanzaron un éxito que fue un feliz
presagio para el teatro isabelino. Las mascadas de Lyly y de Peele fueron muy
aplaudidas, pero el mismo publico exigía otros entretenimientos, otros espectáculos.
Las universidades tuvieron pronto sus autores, sus actores aficionados. Una era
brillante comienza para el teatro; su esplendor llenara de nostalgia el futuro.
La primera parte de los primeros dramaturgos elisabetanos se consideraban
discípulos de Séneca, pero sus obras resultaron demasiado pesadas y muchas se
obviaron. Entre los importantes dramaturgos que introdujeron cambios considerables
en el teatro de aquella época aparecieron: Marlowe, que escribió ese memorable
discurso sobre la insaciable aspiración de la poesía, discurso que comienza con
el panegírico del rostro de Zenócrate: donde la belleza, madre de las musas,
preside/ y comenta volúmenes con la pluma de marfil.
Ben Jonson, que
a veces escribia en prosa los poemas y luego en verso; Webster, tan admirado
por Swinburne y por Lamb: Jonh Ford, que busco para sus obras situaciones más
anormales que horribles, Flechert y Beaumont, que colaboraron tan unidos que
perdieron la individualidad; Massinger, cuyas obras (no todas pero si gran
parte de ellas) fueron quemadas por la cocinera de Warbunton, en el fondo de
una bunidera. En un paréntesis mencionaré por razones cronológicas a Chapman,
el traductor de Homero. Entre estos tenaces dramaturgos brilla y se destaca en
la historia de la literatura universal en nombre de Shakespeare. De la vida de
este gran personaje tan solo conocemos algunos datos que figuran en las
crónicas de su tiempo, los otros fueron sugeridos por sus obras, o simplemente
inventados. Sin descanso se han discutido la cultura, la identidad y las obras
de Shakespeare: todos estos elementos dispares podrían formar varias vidas de
poetas y podrían también negar la única secreta del que las inspiro. Se ha
dicho que Shakespeare no era el que creemos sino Bacon. Se supone que fue
educado en una escuela de Stratford y que a los trece años (Bacon tenía esa
misma edad en esa época) algunos atestiguan que fue a Cambridge. Finalizando el
siglo XVI Shakespeare era miembro de una compañía de teatro de actores, que
represento sus obras. Después de la publicación de muchas de sus dramas, por
esos años dio a la imprenta los poemas Venus y Adonis y Lucrece, dedicados
ambos a Henry Wriothesley, conde de Southampton, escribió por esos años muchos
sonetos. A quien los dedico existen dos teorías: una sostiene que el W.H. de la
dedicatoria es William Herbert, conde de Penbroke; la otra que es el conde
Southampton, se ha sugerido que la dama morena que figura en ellos es una dama de
honor, mary Fitton, pero nada prueba la verdad de la
hipótesis. Estos sonetos no tienen la forma italiana; no repiten en la segunda
estrofa las rimas de la primera. Shakespeare, que en sus obras de teatro se ha
burlado claramente se los sonetos, lego un conjunto de sonetos de amor más
famosos en la historia de la literatura, los amantes no necesitarían, ni sus
epístolas, ni en sus coloquios, inventar otras frases. Como las cartas de amor
al quemarse, con un vuelo anaranjado y negro, se convierten en mariposas,
dragones, demonios o ángeles, por efecto del fuego, en nuestra mente flota y se
eleva, en un proceso renovado, el recuerdo candente de estos versos. Se claramente
que nos gustaría retenerlos y ojala se dejaran captar con la centrifuga magia.
Mi canto no es
tentador como el de las sirenas, pues soy áspero, escribió el visionario John
Donne. Pero los defectos o las virtudes de sus versos no radican solamente en
la aspereza, si no en la oscuridad. Este personaje era de una familia católica.
En Cambridge desecho de plano las
creencias religiosas que le inculcaron sus padres, ahí mismo estudió el
castellano y aprendió admirar otro tipo de misticismos. En sus primeras sátiras
se advierte la influencia de Persio, el joven sátiro romano. Tuvo la fortuna de
acompañar al conde de Essex en dos expediciones navales a España y durante una
de las travesías asistió a una memorable tormenta, que le inspiro el poema La
tormenta. Durante algunos años vivió en Italia y en España. Ben Jonson dijo a través de sus escritos que Donne escribió
antes de los veinticinco años sus mejores poemas; en efecto, casi todas sus
elegías, cantos y sonetos fueron escritos en la juventud. Entre sus poemas
místicos, por lo que leí se encuentran sus mejores versos. Él en una época de
su vida compuso lamentaciones en verso para os muertos y largas cartas,
dedicándolas al rey Jacobo, quien más tarde le indujo tomar los hábitos en la
iglesia protestante. En unas notas encontradas en su lecho de muerte se
hallaron unas cartas bastante impresionantes. Se refiere que estándo en París
se le apareció, en una perfecta imagen su mujer, que por esos días estaba en
Inglaterra, la imagen que vislumbro estaba con un niño muerto en los brazos.
Aquel mismo día su mujer dio a luz un niño muerto.
En memoria de la
hija de Sir Robert Drury of Hawsted que murió en plena juventud y a quien jamás
conoció, Donne sentenció que iba a escribir un poema todos los días: no llego a
escribir si no los dos primeros poemas en agradecimiento. Ya en la edad madura,
Donne tomo los hábitos, fue un predicador con cierta fama, Sus Holy sonnets son hermosos y nobles;
algunos de ellos me recuerdab versos de poetas españoles. Ben Jonson, que
considera a Donne el primer poeta del mundo en algunas cuestiones, agrego que
perecería por ser incomprendido. Dryden y Johson lo cuentan, con Abraham
Cowley, entre los principales poetas metafísicos.
Eclisados por la
brillante aparición de uno de los más importantes poetas ingleses, mensionare
entre los poetas menores (algunos fueron llamados con el apelativo de
caballeros liricos) a Carew, Suckling, Lovelace, Drayton,Wilter Quarles, al
orgulloso y agradecido discípulo de Ben Jonson, Robert Herrick, que amo con
tanta pasión la música, al candoroso George Herbert, que escribió poemas en
forma de templos, alas y otros objetos de ritual, y al deslumbrado Richard
Crahaw.
Musical y con
una actitud manifiesta y a la vez fastuoso, brillantemente personal, John
Milton fue un increíble poeta que se dedicó a toda la extensión de la poesía.
Como después lo hicieron Wordworrth, Shelley, Tennyson, Browning, Milton
cultivo libremente las inclinaciones de su genio. En la infancia, su belleza física, casi afeminada, y su carácter insubordinado llamaron la
atención en la escuela. Después de cursar sus estudios se consagro con
entusiasmo a la enseñanza. Sus primeras obras fueron escritas en italiano y en
latín. Entre los primeros poemas escritos en inglés figuran LÁllegro e II
Penseroso. Desde el comienzo se nota en su modo de versificar una nueva
combinación de palabras, una elaboración de epítetos. Hasta entonces no se
habían escrito tantas variedades de versos octosilábicos, alegres y graves. En
mil seiscientos veinticuatro Milton escribió Comus (una mascarada). Durante uno
de sus viajes a Italia, en memoria de la muerte de su querido amigo Edward
King, compuso Lycidas. Este poema, severamente censurado por los críticos, no
adolece, a mi juicio, de los defectos que
señala Johnson, sino de
otros
más complejos.
Este crítico reprocha a Milton el haber escrito un poema en el cual, sin
bastante seriedad, llora a un amigo, añorando recuerdos pastoriles inventados y
nombrando en vano personajes mitológicos. Los argumentos que esgrime para atacarlo son meramente argumentos
morales y no literarios. En el momento que sobra el tiempo para la ficción dice
Johnson, es porque hay poco pesar. Pero ¿escribir un poema no es ya una
ficción?¿sería posible versificar nuestro dolor sin inventarlo, sin recrearlo,
sin verlo desde afuera, sin que los personajes se transformen en otros
personajes?
Por aquellos
años del siglo diecisiete Milton con resolución inflexible, penetro en el
Paradise Lost; este poema se desarrolla en un escenario grandioso: el universo, el caos, el cielo y el infierno. El tema viene
siendo el destino humano: lo que el hombre podría ser lo que es. Dos años después Milton, ya ciego,
prosigue su trabajo, el último poema fue escrito de acuerdo con los cánones de
las antiguas tragedias griegas. Hay que deprobar siempre que Andrew Marvel, el
amigo de Milton a quien debemos los poemas más deslumbrantes de esa época, no
haya dejado una obra más extensa. Sus poemas están cargados de las flores de la
naturaleza cuyo aroma nunca podremos saciarnos. Siempre sentiremos que los
poemas de Andrew Marvel no fueron en su escritura tan reales, esos manuscritos
invisibles, no del todo perdidos, vuelan por los jardines de la primavera,
buscan los labios que podrían pronunciarlos o el oído que podría escucharlos.
Son como pequeños fantasmas nacidos de la insatisfacción.
La obra de Jonh
Dryden es fecunda en el hecho poético. La influencia que tuvo de Ben Jonson
sobre la generación siguiente de poetas y la que después tuvo Pope son
similares a la que ejerció Dryden. A través de Pope como a través de un filtro,
Dryden influyó sobre muchos poetas del siglo XVIII ya que su poesía es
memorable y traslucida. Alexander Pope, que en la infancia fue llamado, por la
musicalidad de su voz, el pequeño ruiseñor, nació en las postrimerías del siglo
diecisiete. A los doce años, por causa de una tenaz aplicación a los estudios,
quedo físicamente deformado, por esa causa este niño prodigio termino bastante
tarde sus estudios. Tuvo la suerte que una tía le enseñara a leer y el aprendió
solo a escribir imitando los caracteres impresos de los libros, como Cowley y
Milton, se distinguió por su extraordinaria precocidad. Según su propio testimonio,
escribió Ode on Solitud a los once años, a los catorce el poema del silencio y
a los dieciséis las Églogas. Según cuentan los que lo frecuentaron pasaba días
enteros leyendo y traduciendo con la única idea de entretenerse. A los catorce
años hizo una versión de la Tebaida. The Rape of the Lock, tal vez uno de sus
más inspirados poemas, fue dedicado a Mrs. Arabella Fermor. La epístola de
Eloisa a Abelardo, de un monótono y apasionado dramatismo, contiene uno de los
más memorables versos de desesperanza y de pasión. Eloisa, en sus lamentos,
confunde Abelardo con dios. La composición de esta epístola, escrita en
versos pareados, es original y expresiva: sin embargo, se ignoran los motivos
por los cuales Pope repudio más tarde esta obra, tal vez porque abordaba un
tema respecto a la religión. Como Van Gogh quiso unir la pintura a la música,
Pope quiso unir la pintora a la poesía. En algún momento de su vida lo
obsesiono esta idea y estudio pintura con Jervas. Sin embargo en sus versos no
se advierten, como en los de Rossetti o
en los del mismo Blake, coloridos y formas que revelen la nostalgia, la
preocupación de vanos ensueños pictóricos. Después de haber traducido la Ilíada
y la Odisea, creyó su deber imitar la obra perdida El Margiles, poema de carácter épico atribuido,
tal vez erróneamente, a Homero. Trato de darle a su obra la misma forma épica y
un título similar, de acuerdo con el antiguo estilo griego. The Dunciad. En
sátira, dirigida contra la imbecilidad, que causo gran escándalo, Pope ridiculiza
a casi los autores de su época. Con minucioso desprecio describe del reino de
la estupidez o del aburrimiento. Cibber (poeta laureado) es el héroe de la
sátira. An Esssay on Man consta de cuatro epístolas. Habrá que considerar esta
obra como un mapa general del hombre, escribió Pope a St. Jonh Bolingbroke,
explicando su proyecto. Pope ensayo todos los estilos: escribió una comedia,
una tragedia, un poema épico, epístolas dedicados a todos los príncipes de
Europa. Tenía fe en sí mismo y esta fu una de sus grandes fuerzas. En el
momento que alcanzo la madurez, destruyo muchos de sus escritos, que juzgo
pueriles. Alcander, poema épico inspirado en la leyenda de Santa Genoveva, fue
quemado por sus propias manos. Este poeta estudío durante toda su vida,
infatigablemente leía: según sus propias declaraciones, de los catorce a los
veinte años, para entretenerse; de los veinte a los veintisiete, para instruirse
y el resto, para repudiar o admirar las obras. Confiesa que en el comienzo de
su vida solo quiso conocer, y en el final, juzgar. ¿Él fue un poeta? Esta
pregunta ha sido formulada por muchos enemigos de Pope, dando lugar a diversas
discusiones. Coleridge fue uno de sus más apasionados adversarios y Byron uno de
sus más fervientes defensores.
Parecería que
los poetas se confabulaban para unirse con más ímpetu y felicidad en ciertas
épocas de la historia. Un descolorido lapso se extiende, para la poesía
inglesa, después de la desaparición de Shakespeare, Donne, Milton, Dryden y
Pope, hasta la aparición de Blake, de Burns y de los poetas lanquistas (Wordsworth,
Coleridge, Southey) que iniciaron una nueva y venturosa era. Durante ese lapso
merece recordar en nombre del célebre Samuel Johnson, que escribió poemas con
más inteligencia que inspiración, sus versos aislados resultan ser admirables,
pero agrupados, se ven monótonos, en vez de estimular la lectura, pesan o
entorpecen. Sus poemas más notables son Londres y las vanidades humanas. Hay
que mencionar también las inspiradas imposturas de James Macoherson t de Thomas
Chartterton: los poemas de Ossian, vagos retóricos, falsamente grandiosos,
admirados por Goethe y por Napoleón, y los discutidos y asombrosos poemas de
Thomas Rowley: Escribo cuando esto inspirado por los espíritus, inmediatamente
después de haber escrito, veo volar las palabras por mi habitación, en todas
direcciones. Entonces mi obra ya está publicada: los espíritus pueden leerla.
El manuscrito ya no sirve para nada y estoy a punto de quemarlo, pero mi mujer
no me deja. Después de leer esta frase, que cita Crabb Robinson en sus
reminiscencias, agradecemos a Mrs. Blake
haya contribuido a conservar estos preciosos manuscritos y permitidos que no
sean aquellos espíritus amaestrados, los únicos que hayan tenido el privilegio
de conocer la obra del exaltado y extraño poeta.
Un acierto es
decir que la poesía equivale al espíritu, ya que un poema es esa trascendencia
que se abre en vuelo por el universo, en ese reglón de los acontecimientos
encontramos William Blake. Nunca faltará quien justifique la vida de un poeta:
agrada los hombres admirar a un artista que fue despreciado, porque la
admiración, en este caso, significa casi un descubrimiento, y descubrir de
cierta manera es crear. Sucede a menudo que el poeta que no fue admirado en su
época, lo que es en la siguiente con mayor fervor: a Blake se le debía este
homenaje, esta apasionada justicia, esta consagración. Sus contemporáneos lo
consideraban un demente con cierto talento artístico y poético. Algunas
importantes historias de la literatura inglesa no lo mencionan. Su obra es
anacrónica: en realidad, parece un producto de una época más avanzada.
Desordenado y violento, este visionario, este profeta infatigable ha dejado una
obra que asombra por su genialidad. Si ha existido Blake, si existe su obra es
porque simplemente existe la inspiración. Podemos imaginar el rostro arcaico de
la musa que dictó sus versos. En sus más caóticos poemas, inesperadamente como
piedras preciosas, surgen versos deslumbrantes que perduraran en la memoria
entre los más escritores, entre los más clásicos. Blake vivía sumido en la
contemplación de sus visiones. Cuenta Crabb Robinson que la amada de Blake
conocía las visiones de su compañero como si las hubiera visto ella misma. En
una ocasión le oyeron decir: Sabes, querido, la primera vez que viste a Dios
tenías cuatro años. Lo viste en la ventana y comenzaste a gritar.
Los encuentros
que Blake tenía con Milton, según su propio testimonio, eran frecuentes. Que
retrato más preciado y más parecido de Milton se encontraba en el volumen IV de
Hollis´s Memoirs. En sus visiones solía verlo joven o anciano. Un día le había
rogado que corrigiera un error que había cometido en Paradise Lost. Blake se
había negado rotundamente contestándole: tengo que ocuparme de mis
obligaciones. La muerte no arredraba al poeta, quien había dicho: no puedo
pensar en la muerte como algo más importante que salir de un cuarto y entrar en
otro, Un día cualquiera canto una canción improvisada, Ut migraturus, mientras
paso de un cuarto a otro saludando a la muerte
El tigre:¡ tigre,
tigre, que ardes brillantemente en las selvas de la noche/¿Qué mano, qué ojo
inmortal pudo forjar tu temible simetría?/¿en qué abismo o cielos distante
ardía el fuego de tus ojos?/¿ sobre qué alas se atrevió a elevarse?¿ cuál fue
la mano que se atrevió a robar ese fuego?/¿ y qué espaldas, qué arte lograra
atar los músculos de tu corazón? Y cuando tu corazón comenzó a latir,¿ qué mano
terrible lo animó, y que terribles pies?/¿Cuál fue el martillo, cual la cadena
y en que horno se formó tu celebro? ¿Cuál fue el yunque, y qué garra terrible
reunió sus mortales terrores?/ Cuando las estrellas rindieron sus espaldas, y
regaron el cielo con sus lágrimas ¿sonrió él, al ver su obra? ¿Aquel que hizo
al cordero, también te hizo a ti?/¡ Tigre, tigre!, que ardes brillantemente en
las selvas de la noche,¿ qué mano, que ojo inmortal pudo forjar tu terrible
simetría?
Con la
apasionada simplicidad con que Villon componía sus poemas en idioma francés,
Robert Bruns compuso sus canciones en un idioma menos candoroso y nacional. La
naturalidad, la frescura y la gracia son las virtudes primordiales en la obra
de este poeta, que murió a los treinta y siete años, dejándonos en su lenguaje
natal impresiones de alegría y de luminosidad. Por aquella época romántica
comienza una especie de emancipación del verso inglés: sus características
fluyen, numerosas, en los manuscritos de poetas nacidos con cinco o seis años
de diferencia, en el sur o el norte de Inglaterra: William Words, Walter Scott,
Samuel Tylor Coleridge, Robert Southey, Charles Lamb, Walter Savage Landor.
La vida de
Willian Wordsworth fue extraordinariamente tranquila y feliz. Decidió ser poeta
y lo fue, diariamente observaba lo espectacular de la naturaleza, diariamente
escribía versos. Su obra es numerosa y desigual. Sin desdeñar a veces las cosas
más triviales, versificaba todo lo que pensaba y todo lo que sentía, con igual
afán, pero no con igual felicidad. Ningún otro poeta fue tan orgullosamente
modesto ante el mundo y tan humilde ante la naturaleza, En The Prelude nos
describe toda su infancia y su estada en Francia. Esta obra, compuesta en Blank
verse, due considerada por Wordsworth subsidiaria de otra importante, The
Recluse, después de haber estudiado los orígenes y progresos de sus
posibilidades intelectuales, se le ocurrió escribir un libro de poemas
semifilosófico del cual existen más de cien versos, que habla de las
sensaciones y opiniones de los poetas que vivían apartados del mundo. The
Excursion estaba destinada a ser la segunda parte.
Como los poemas
que escribió George Herber en forma de templo y de alas, The Recluse iba a ser
de cierta forma una visión de catedral gótica; The Prelude representa una parte
de la estructura y los poemas liricos representaban las pequeñas celdas,
orarios y recintos sepulcrales. Wordsworth fue feliz con el afecto de su
hermana Dorotea y de su mujer. Ninguna pasión atormentó su vida, salvo un
episodio de su juventud, en Francia, con una muchacha llamada Anntte. Siempre extasiado
frente a la naturaleza, viajo por Escocia, donde escribió varios poemas. En una
ocasión definió así la poesía: es poesía todo lo que es simple.
Ni el amor mi la
guerra ni el henchido tumulto/ de conflictos
civiles, ni las ruinas del tiempo,/ ni el deber compartiendo contra el
dolor extraño/ inspiran solamente la lira musical.
Más donde la
quietud y la armonía moran,/ allí, la musa preside complacida,/ contemplando el
crepúsculo humo de las granjas,/ que ascienden por el cielo de una cañada entre
árboles.
Ama en las
soledades a la humilde aspiración,/ el alegre saber y la melancolía./En la
visión de un río de cristal se deleita.
Un río es muy
diáfano, pues corre lentamente;/ suave, suave es la música que puede encantar
siempre;/ y la flor de fragancia más dulce es siempre humilde.
Me aventuraría a
decir, con Andrew Lang, que las más hermosas obras de Wordswotth son
Intimations of informatality from Recollections of Childhood abbey, si no
existieran versos tan deslumbrantes en prelude, The Excursion, La odomia y
algunos de sus sonetos.
Podras ver a
Coleridge preside sombríamente/ con la excesiva luz y con la pura/ e intensa
irradiación de su mente,/ encandilado por su propia luminosidad interior,/
vacilando, fatigado, a través de las tinieblas y del desesperanzas,/un meteoro
de aire rodeado de nubes/ un águila encapirotada entre parpadeantes lechuzas.
Estos versos de
Shelley (en Letter to Maria Gilborne) describen al poeta desesperado: al poeta
de los proyectos más heterogéneos, más fantásticos, más apasionados; al poeta
más fracasado con relación a lo que aspiraba ser, a lo que hubiera podido ser,
un amigo, al admirador de Wordsworth.
En su infancia,
Samuel Taylor Coleridge fue de esos niños soñadores, inteligente que no le
atraen los juegos, si no contemplar a los que juegan. Leyo mucho durante su
adolescencia. A los veintitrés años, inocentemente, comenzó a tomar opio; el
vicio lo persiguió y afecto su carácter durante toda su vida, oponiéndose, a
que realizara gran parte de su obra proyectada. Su elocuencia, su saber, su
imaginación eran extraordinarias, pero no le impidieron practicar el plagio,
fue inmensamente admirado y combatido por sus contemporáneos.
Ciertas frases de
Coleridge parecen escritas por un Wordsworth desapasible. En poemas To the
autumnal Moon y Melancholy, algunos versos nos quedan en la memoria enlazados a
los de Wordsworth, con una especie de amistad donde reinaba la ternura de una
mujer.
“Guillermo, mi
cabeza y mi corazón, querido Guillermo y querida Dorotea,/ tenéis todo lo uno
en el otro; pero yo estoy solo y os necesito.
Estos versos
invocatorios, dirigidos a Wordsworth y a su hermana en composición titulada
Exameters, demuestra hasta qué punto Coleridge desesperadamente amaba y necesitaba
para su salvación a estos amigos, a quienes estaba unido por los lazos del
intelecto y de la poesía. The Rime of the Ancient Mariner es una de las obras
más destacadas de Coleridge, su belleza es indiscutible, pero Ode o Dejetion
contine uno de los más conmovedores versos. El poema Kubla Klan comienza
brillantemente y termina con versos inesperadamente mecánicos y opacos ¿cómo
concibió Coleridge este poema?.El siguiente relato es verídico, ha labrado su
reconocimiento y podría inspirar un argumento cinematográfico, un cuento o tal
vez un poema. Un día a consecuencia de una enfermedad, el poeta tuvo que tomar
un remedio que contenía algún narcótico.
Sentado cómodamente en una silla, mientras leía unas páginas, donde aparecía
una descripción de un palacio que el Khan Kubla había dado la orden de
construir, se durmió durante ese profundo y maravilloso sueño, que duro un
largo rato, tuvo la vivida sensación de haber escrito no menos de trescientos
versos, sin ningún esfuerzo. Al despertar recordaba con extraordinaria lucidez
todo el poema. Inmediatamente tomo la pluma y el papel, pero no tuvo tiempo de
escribir sino el principio, debido a que fue interrumpido. Durante largo tiempo
tuvo que hablar de asuntos económicos con un señor que había hecho un largo
viaje para consultarlo. En el momento que volvió a su habitación, por fin solo,
para escribir, advirtió que apenas había de su sueño apenas ocho o diez líneas
e imágenes diseminadas y que el resto, todo el resto precioso del poema, se
había borrado como las imágenes sobre la superficie del agua donde cae una
piedra. Lo extraño de toda esta historia es lo siguiente: el Khan Kubla (Sé
supo después) había visto en esos sueños el palacio que había formado el poema.
Con el tiempo
logro concluir varios poemas que contienen versos de gran pureza, algunos
sonetos; a partir de eso se descubren versos más inspirados, más sensibles más
iluminados; los versos que acuden en cualquier momento a los labios, nos
surgieren la luz, el agradecido silencio porque son discretos como el mormullo
del agua o de las hojas. El poeta conoció la inquietud de la ambición. Sin
cesar, febrilmente, elaboraba planes que no cumplía jamás. Este doloroso
proceso fue aniquilando su voluntad. Conoció la ambición y no la vanidad. Le
falto lo que le sobraba Byron.
Desechar lo
superficial y lo pequeño, desdeñar lo trivial, y seleccionar en la cantera los
trozos que resistirán los más duros golpes de martillo que retendrán todas las
marcas del cincel; con estas palabras Walter Savage Landor definió con
exactitud un ideal de Byron ni remotamente se propuso. En medio de la romántica
y lujosa poesía de esa época, los poemas de Landon son lisos y netos como un
trozo de mármol. Una gran serenidad distingue los versos de este poeta, que en
la vida tuvo un carácter sobrio y violento. El epigrama dedicado a sus últimos
días demuestra la primera línea, su orgullo:
Contra nadie
luche; nadie fue digno de mi lucha./ Amé el arte después de la naturaleza:/ Calenté
junto al fuego de la vida mis manos;/ el fuego ya se extingue y estoy pronto a
partir.
Landon dejo una
serie de epigramas hermosísimos, además que se destacan por su originalidad. Sin
exageración dijo Byron de Thomas Moore: es el poeta de todos los círculos y el
ídolo de su propio círculo. Un vasto publico admiró las sentimentales canciones
de Moore. De los diez volúmenes de sus Poetical Works han perdurado tal vez una
docena de canciones.
Los tres
magníficos y extraños sonetos de James Henry Leigh El Pez, El Hombre, El
Espíritu.
Como un pintor
que espera conseguir la luminosidad de una pintura con excesivos colores, o un
músico la riqueza de una sinfonía con demasiados instrumentos. Byron recure
inconscientemente a medios burdos para conseguir efectos vividos en sus
relatos. Sus procedimientos muchas veces no son poéticos. Trata el verso sin
escrúpulos. La obra de Byron es copiosa, su primer libro, que publicó durante
su estadía en Cambridge si titula Hours of Ideleness, casi al mismo tiempo
publico Childe Harold (en verso spenseriano), luego The Giaor, The Bride of
Abydos, The Corsair, Lara, Parisina, Cain, Malfred y Don Juan. Entre estos
versos, muchas veces algo así como vulgares, brillan verdaderamente joyas
poéticas. El lector tiene que resignarse a poner orden, a descubrir, a
seleccionar, el renunciamiento, la restricción, la elección deben ser fuentes
de inquietud para un artista. “El progreso de un artista es un continuo auto
sacrificio, una constante extinción de la personalidad. Byron no tuvo esa
preocupación, me aventuro a decirlo; Byron en muchos casos no se le considero
como un artista, según dicen las malas lenguas: le faltaron escrúpulos de la
meditación, la delicadeza del sentimiento y de la medida. Las frases que
escribió en prosa son más armoniosas y puras que las que escribió en verso. Se
advierte frecuentemente el alarde de sus culpas y no el arrepentimiento, en
muchas confesiones de este tipo: nadie con su negligencia ha hecho para
corromper el lenguaje como yo.
Escribí Lara
mientras me desvestía en mi casa después de una fiesta de disfraces, en el año
de las fabulosas orgias. Escribí en cuatro días The Bride of Abydos, The
Corsair, en diez. Esta humillante confesión: prueba mi falta de juicio en
publicar estas obras y la falta de juicio del público en leer cosas que tienen
fibra para perdurar. La poesía no es mi principal vocación: para buscar
entretenimiento en los opacos momentos de malestar, o en la monotonía de las
horas ociosas, cultive este divino pecado: poco puede esperarse de una música
tan escasamente promisoria.
Goethe dijo de
Byron: indiscutiblemente demos considerarlo como el más grande talento de este
siglo. En casa Goethe se advertía una especie de adoración familiar por el
poeta inglés ¿Quién podría igualarlo como poeta. En el momento que reflexionaba
era un niño, exclamaba Goethe, conmovido. La fama de Byron se debió en gran
parte a su título, a su belleza, a su alarde de misterio, a sus aventuras
amorosas y a su heroica muerte en Grecia. Su influencia fue considerable y se
lo admiró no solo en Inglaterra pero en toda Europa, sobre todo por sus contemporáneos.
Los dos poetas más jóvenes de la gran Pléyade romántica inglesa Shelley y
Keats, pertenecen más especialmente al siglo diecinueve y no están ligados
entre ellos ni unidos a los siguientes como los últimos poetas que he
mencionado.
Percy Bysshe
Shelley tuvo un rostro y una vida que en gran parte contribuyeron a su fama. Es
difícil no contar su existencia entre sus mejores poemas, el escándalo que
provoco n la universidad de Oxford con The Necessity of Atheism, sus amores
apasionados, los mensajes en defensa de la libertad, enviados en botellas y
tantos otros episodios son como pinturas donde no cabe el tedio ni el desorden.
En Eton lo llamaron Shelley, el ateo o el loco. A los dieciocho años ya había
escrito novelas y poemas. Los ensayos de Hume lo impresionaron vivamente. Por
sus ideas revolucionarias lo expulsaron dos veces del colegio, su familia lo
repudió. Pero, inconmovible, hizo este juramento: juro, si rompo mi juramento,
que en este instante el infinito o la eternidad me fulminen, juro que jamás
perdonare la intolerancia. Este poeta siempre se destacó por su nobleza se ha
conmovido ante su propia imagen. En sus poemas lo advertimos a veces como subyugado
frente a un terrible y ardiente espejo. Contempla su imagen, por la cual siente
conmiseración; esa imagen que sufre, lucha y goza y se transforma en las
imágenes de Harriet Westbrook, que busco el suicidio en el lago Serpentina, de
Mary Woollstonecraft (la autora de Frankestein) y de Emilia Viviana, la más
inquietantemente espiritual.
La producción literaria de Shelley fue incesante,
desde Queen Mab, poemas con grandes imperfecciones, que escribió a los
dieciocho, hasta Triumph of Life, poema interrumpido por su muerte, no dejo de
escribir con creciente ímpetu. Alastor: or The Spirit of Solitude fue su
primera obra importante, en esta alegoría describe al idealista feliz en la
contemplación de la belleza y de los pensamientos, que muere en desesperación
frente a la realidad. Laon and Cythna o The Revolt of Islam fue escrita en
estrofas spenserianas, después de la caída de Napoleón, cuando sobrevivió tanta
miseria para las clases más pobres. Esta situación despertó el espíritu
revolucionario de Shelley. El poema es la historia de Cytnna, una muchacha
heroica, que, dedicada a la liveración, una tragedia liberación de su sexo,
unida a Laon, su hermano, rebela el pueblo de Islam contra sus tiranos.
Prometheus Umbound es un drama lírico en cuatro actos; The Cenci, una tragedia
al estilo ilisabetano. Considero Epipssychidion como una de sus obras más
hermosas. Este poema que es una defensa del amor libre, no solo platónico, sino
físico y apasionado, se dirige a Emilia Viviani, en guíen el poeta creyó
encontrar el alma con la que estaba en perfecta armonía. Epipsychidion quiere
decir “un alma sobre un alma”.
Los versos de
este poeta que más me gustan de cierta manera conmoviéndome se encuentran en
poemas breves, como Ozymandias, o en fragmentos como el Acontecer del sol, La
sepultura de la memoria, y El fragmento de la música. En Adonais, Shelley, al
llorar a Keats, llora su propia muerte: sus palabras son el presentimiento de
una despedida, y arden, se elevan, inextinguibles, como nacidos del fondo del
mar, brillan estos versos: Lloro por Adonais ¡ha muerto!/ ¡Llorad por Adonais!
Keast había
terminado sus días, tísico, en Roma, a los veintiséis años. Al año siguiente
murió Shelley ahogado en el golfo de Spezia, durante una tempestad. John Keats,
hijo de propietario de una cochería y empleado en la casa de un boticario,
pensó en su primera adolescencia dedicarse a la cirugía. Después de pasar los
exámenes abandono la carrera para dedicarse exclusivamente a la literatura. Fue
amigo inseparable de Hazlitt y de Leigh Hunt; este último se hizo publicar uno
de los primeros sonetos en The Examiner. La poesía, en una ocasión dijo Milton,
debe ser simple, sensible, apasionada. Los versos de Keat reúnen estas
condiciones. Keats se lamentaba se lamentaba de no escribir sin esa fiebre que
fue su prisión. Sin embargo, tenía culto de las sensaciones: ¡A, una vida más
llena de sensaciones que de pensamientos. Este poeta, que había nacido para los
goces, sufrió durante toda su vida, pero sus ansias de belleza y de poesía lo
llevaron a las regiones felices que se extienden más allá de la realidad.
¡Ah, si algo
dichoso me hubiera ocurrido a mí o a mis hermanos! Entonces podría tener
esperanza; la desesperación me ha vencido como un hábito. Pero como dice en una
de sus notas sobre Milton, el infierno también está poblado de ángeles; también
se mueve como la misma música. El fervor fue la única dicha de Keats y la
muerte presurosa no lo arrebato del todo: en sus poemas continúa vibrando con
la sonoridad del cristal.
John Keats, el
adolescente y desesperado poeta, ha dejado a la literatura inglesa algunos de
sus inteligentes y preciosos poemas. Es difícil encontrar, en una vida tan
breve, una producción tan formada, tan segura. Como si hubiera presentido su
rápida muerte. La evolución de su obra es vertiginosa. La transición que hay
entre sus primeros poemas y sus últimos poemas equivale a un trabajo de
muchísimos años. Algunos poetas mueren sin haber tenido el tiempo de escribir
obras que ya habían concebido. La evolución se manifiesta en ellos lentamente,
debido que escriben retardadamente, ya que escriben lo que deseaban
verdaderamente escribir. En ese sentido Keats realizo un punto convergente de
la magia. Nos cuesta imaginarlo muerto en una edad en que la vida debía empezar
para él. En Endymion, poema que escribió a los veinticinco años, enamorado de
la mitología griega, ambicionamente, cuenta la historia de Endymion y de
Cynthia, incluyendo en el relato las leyendas de Venus y Adonis, de Clauco y
Scylla, y de Arethusa. La destreza que requería la realización de este poema
estaba por encima de sus posibilidades. El mismo lo confeso: en un febril
ensayo más que una obra realizada. Hyperion es un poema inconcluso, del cual
existen dos vesiones. En la primera, Saturno llora su reino perdido y discute
su recuperación con los titanes. En vano mira a Hyperion, el dios del sol, que
no está dispuesto ayudarlos. Luego de la nada aparece Apolo, y se interrumpe el
relato. En la segunda versión, el poeta, en un sueño, cruza un jardín y se
dirige hacia la tumba a la que nadie puede aproximarse. Luego Moneta, la
doliente diosa de la marchita raza de Saturno, le revela el destino de
Hyperion, el último de los titanes, vencido por Apolo.
Durante el año
de mil ochocientos diecinueve, Keats escribió gran parte de sus obras, a ese
año pertenecen The Ever of Saint agnes, Ode to Psyche, la bella dama de Sans
Merci, Ode to a Nigthtingale, Lamia, Otho the Great y To Autunn. Sus poemas más
perfectos son, a mi entender La noche imaginaria, melancolía. Wilde dijo: en
Keats el espíritu artístico de este siglo encontró por primera vez su absoluta
encarnación.
Uno de los más
nobles y, hablando de la fantasía, uno de los más singularmente inventivos de
los poetas modernos fue Thomas Hood, dijo Poe. Fair Ines, The Haunted House,
son poemas fluidos y agradables; The Bridge of Sighs, el último y más conocido,
fue escrito poco antes de su muerte (1845). A la vez en ese mismo año se
realizó el célebre, el romántico encuentro de Elizabeth Barret con Robert
Browning. La primera sin esperanza ya en el futuro. Semiinválida después de un
accidente que tuvo a los quince años, recupera milagrosamente su salud al
conocer a Browning. Estos dos escritores habían mantenido una larga
correspondencia antes de conocerse. La vida, si se asocia a la felicidad del
amor y de la creación literaria, comienza para Elizabeth con la aparición de
Robert, hasta ese momento vivió presa en el letargo de una oscura casa donde
era no solo una víctima de una enfermedad, sino de un padre severo y celoso.
Imagino un hermoso día de Italia, entre cipreses y estatuas, cuando Elizabeth
entrego a Browning los sonetos que su amor le había inspirado, de esos sonetos,
que la autora no pensaba publicar, este personaje deslumbrado dijo: no me
atrevería nunca a guardar para mí los más hermosos sonetos que se han escrito
desde Shakespeare. Tres grandes poetas, nacen en el año de mil ochocientos
nueve: dos de ellos en Inglaterra (Tennyson y FitzGerald) y el otro en América
(Poe). Este último nació en Estados Unidos, pertenece menos a América que a
Europa y menos a Inglaterra que a Francia. Sus patéticos y misteriosos poemas
son de una inmensa originalidad e importancia en la historia de la poesía.
(Aquí abriré un paréntesis, Me he preguntado muchas veces por qué los artistas
que menos han realizado su obra son los que tienen una influencia más
estimulante, más directa sobre sus discípulos. La respuesta, sin embargo, es
simple, ya que siempre se establece una especie de colaboración entre el poeta
desaparecido y el inmediato sucesor, que siente su obra como una obra propia.
En cierto modo, el poeta nuevo continúa una obra empezada. Los errores que
descubre en las obras de su maestro, o maestros le ayudan asumirse en las
perfecciones. El artista más perfecto para mi entender, es el que alcanzado una
meta que sus amigos poetas no habían logrado, pero el artista más trascendental
es el que entiende cuál es su meta, proponiendo y proponiéndose ese libro de
poemas, a la vez condescendiente de nuevas perfecciones. En mi concepto,
existen dos modos de considerar, de apreciar la obra de un artista: uno por el
valor creado, por la creación inanimada ante el filin de la belleza; otro, por
el resultado de las imágenes creadas y por las variantes que derivan de la
obra. Por esa razón Edgar Allan Poe, que fue más innovador y cuentista que
poeta, siendo a la vez un increíble poeta, nos parece más importante que
Tennyson, uno de los más grandes poetas ingleses. Poe notoriamente tuvo gran
influencia sobre los simbolistas franceses. El demonio de la lucidez, el genio
del análisis, el inventor de las combinaciones más nuevas y más seductoras de
la lógica con la imaginación y del misticismo con el cálculo, el sicólogo de la
excepción, el ingeniero literato que profundiza y utiliza todos los recursos
del arte. Dice Paul Valéry enunciando las virtudes de Poe, que deslumbraron a
Baudelaire y que le hicieron encontrar cabalmente el sentido poético. Esa
calidad de su poesía revoluciona de cierta forma el mismo sentido poético.
Estoy seguro que
no existen en toda la historia de la literatura inglesa un contraste tan
marcado entre las obras de los dos poetas contemporáneos y amigos como el que
existe entre las obras de Tennyson y de Browning. Alfred Tennyson era un colegial
cuando Keats y Byron o Scott, escribió: con hijos criminales del trueno corrían
las ondas. Esta precoz atención puesta en un verso, es un testimonio de su
ingenió fervor literario. Después de Imitar a Pope y de copiar a Scott,
Tennyson escribió a los catorce años un drama El Reverso Blanco, en algunos de
estos versos ya aparecen anticipaciones de su estilo y de sus epítetos
favoritos. Según cuentan se dijo que escribió su primer poema a los cinco años.
Sus hermanos que se dedicaban también a la poesía, colaboraron con él en Poemas
de los Hermanos. Este poeta se le ha dado el apelativo del poeta de la dulzura
y, como Wordsworth el poeta de la naturaleza y de la simplicidad. Cuando se
lamenta, se lamenta con belleza, con esplendor. Sin embargo su carácter era
complejo, a veces áspero, con cierta delicadeza femenina, refinamiento y
desconfianzas excesivas.
Uno de los
poemas más conmovedores de aquel siglo es Inmemoriam, donde el poeta deplora la
muerte de su amigo Arthur Henry Hallan es uno de los más importante de su
género.
Su rostro se
torna afilado, delgado./¡ Hay de mí, nuestro amigo se fue./ Cierra sus ojos,
venda su mentón;/ aléjate del cuerpo y deja entrar…/ Al que está solo./ Y que
aguarda en la puerta./ Hay un nuevo pie en el suelo, amigo mío,/ un nuevo
rostro en la puerta, amigo mío,/ un nuevo rostro en la puerta.
A los ochenta y
un años, todavía con extraordinaria lucidez Tennyson compuso uno de sus más
venerados poemas: Crossing the Bar. Dicen que murió un seis de marzo con un
volumen de Shakespeare a su lado, con una ventana abierta, en un cuarto
iluminado por la luz lunar.
A través de una
excepcional traducción, más importante que muchos poemas originales, edwar
Filzgerarld se distingue entre los mejores poetas, Era un atento y estudioso lector,
un crítico sutil, un poeta sensible. Paso gran parte de su vida entre libros y
conoció la felicidad de un jardín. Durante mucho tiempo las traducciones que
hizo de Esquilo y de calderón, la misma traducción deslumbrante y valiosa de
Rubáiyat de Omar Krayyan (poeta sufí) lográndolo que se convierta para muchos
en una especie de ídolo. Reflexionar con vértigo en la arbitrariedad misteriosa
del tiempo, en las combinaciones infinitas que algunos cambios podrían haber
engendrado en el destino de ciertos escritores y de sus obras, es reflexionar
en Browning y en su obra. Situar a este escritor en la época actual es una
tentación que, si no tuvieron los dioses, podemos tenerla por su riqueza que no
tiene límites, para imaginar y comprender las infinitas posibilidades de su
obra y su genio. En la época actual hubiera sido un gran cuentista, un gran
novelista ¿no entiendo porque no lo fue en ese entonces? Estoy seguro que puedo
aseverar, que en aquella época su originalidad fue un vínculo con los lectores,
a veces que injusta es la vida. Tal vez con tanto ingenio (con un ingenio como
el de Browning, se entiende) nadie podría hacer versos más delicados y menos
oscuros. Examinemos los conmovedores versos de la primera estrofa de
Memorabilía: “¡Ah! ¿Viste alguna vez a Shelley claramente/ y él detuvo para
hablarte/¿ y tú le contestaste?/ que extraño parece y que nuevo. En este breve
poema de Browning no tuvo la preocupación del argumento versos fluidos,
trasparentes, músicales, que se imprimen por un procedimiento mágico en la
memoria. Similares a esas músicas que oímos con insistencia en el recuerdo,
después de haberlas escuchado por primera vez con distracción, son estos versos
que nuestra memoria registra inconscientemente y que nos causan un deleite
inagotable cuando hallamos un pretexto para volverlas a repetir en alta voz;
versos como estos, que ahora recuerdo, se encuentran en algunos poemas de otros
grandes poetas de todos los tiempos. No todos los versos tienen esa virtud,
pero sí sé muy bien que todos los que tienen elementos mágicos forman la estructura
de un verso; la alianza de las palabras lo vuelven frío y brillante como el
filo de un metal, o impreciso como la blanda trasparencia de un pétalo. Que los
versos dilectos parezcan llevar en ellos mismos la voluntad de penetrar en la
memoria y de permanecer en ella, no nos asombra, ni nos asombra que se valgan
de diferentes subterfugios para conseguirlo. Ya sea con complicaciones, como
los versos de Quevedo, de Milton, De Donne o de Menendéz y Pelayo, o con dulces
facilidades, como los de Verlaine, Rubén Darío y Bécquer. En general los versos
de Browning no pertenecen a esta clase obsesionada mente para la memoria.
Resultan oscuros y ásperos y muchas veces difíciles de leer. Pauline, el primer
poema que escribió Browning, pero más extenso y complicado. De esta obra ni un
solo ejemplar se vendió, luego apareció un drama Paracelsus, la historia de un
alma; un poema narrativo escrito en versos heroicos; Sondello, cuya oscuridad
fue largamente comentada y que en cierto modo desprestigio al autor. Al
encontrar un nuevo estilo, que lo fue afirmando con esa forma particular de
escribir. Con Men and Women, despertó el entusiasmo y la admiración de muchos
poetas y de gran número de lectores, Porfiria de Amor, El gran funeral, El
Camino del Together son poemas sugestivos e ingeniosos. En Dramas personales
aparecieron otra serie de poemas, de gran originalidad, The Ring and the Book,
en cuatro volúmenes, tuvo un éxito decisivo. Los últimos veinte años del poeta
fueron proficuos; aparecieron sucesivamente varios libros de poemas, Country y
asolando, que escribió antes de morir.
No cites, no
hagas referencias a otros escritores. No abrumes tus obras, déjalas correr
livianas como los pájaros que vuelen en el aire o como los peces que nadan en
el mar. Evita las comparaciones poéticas; se fiel a la semejanza perfecta de la
naturaleza, sano, exacto, simple, desdeñando los ornamentos. No te aventures en
críticas, ni en polémicas; que tus obras sean vigorosas, ricas, frescas,
naturales. Incorpora en ellas lo más profundo de tu ser sumado el esplendor de
la naturaleza, indestructible. Permanece lleno de vigoroso germen sensual.
Poeta cuida que tus poemas, en vez de estar hecho con el espíritu que se
desprende del estudio de las imágenes de las cosas, estén hechos con el
espíritu que de desprender del contacto de las cosas verdaderas. Estas palabras
de Walt Whiltman, Norte América, definen
el bello carácter de su obra, haciendo de ebanista comenzó ya tramar los poemas
de Hojas de Hierba (Leaves of Grass), libro que se consagro. El ímpetu
democrático, la generosidad, la originalidad se su acento y muchos motivos que
la poesía misma que adoptó su vida labraron su fama.
La Obra de
Matthew arnold es una de las más representativas, pero no de las más importantes,
de la época. Johnson dijo que las críticas de Dryden eran las críticas de un
poeta; podía decirse que la poesía de Matthew Arnold es la poesía de un
crítico. En ningún momento se advierte el impulso poético nacido de una
necesidad de hablar en verso, salvo en la conmovedora última estrofa de Dover
Beach, en Lines written in kenington Gardens y en SelfDependence.
La Playa de
Dover: esta noche el mar está sereno. Con la pleamar la luna luce su belleza
sobre el estrecho, en la costa francesa la luz fulgura y se va; los risos de
Inglaterra, centellantes y vastos, resaltan en la bahía serena.¡ ven a la
ventana, que el aire de la noche es dulce! Mas oye, de la larga línea de
espuma, donde el mar se encuentra con la arena blanqueada por el resplandor
lunar, se escucha el áspero ruido de las guilas que las olas arrastran,
arrojan, a su regreso, contra la alta costa, y es un ruido que comienza, y cesa
para empezar de nuevo su trémula y lenta cadencia, y es ruido que lleva consigo
la nota eterna de la tristeza.
A mediados del
siglo diecinueve surgió en Inglaterra aquella y nueva y confusa escuela de
poesía y de pintura llamada prerrafaelista, cuyo advenimiento enriqueció la
palabra poética y menoscabando la pintura. Un reducido grupo de artistas
protegidos por Ruskin inició el movimiento, que pretendía combatir algunas
convenciones del arte literario y pictórico de aquellos tiempos, regresando a
las formas más antiguas y más naturales que existían en el arte europeo antes de
Rafael, dante Gabriel Rossetti encabezaba el grupo, formado por Willian Michael
Rossetti, Thomas Holman Hunt, Jonh Everett Millais, Thomas Woolner, Frederik
George Shephenens y James Collinson, al que se agregaron después Burne Jones y
William Morris.
Dante Gabriel
Rossetti era de origen italiano, desde su infancia había mostrado marcada
predilección por la pintura y fue conocido antes por su pintura que por su obra
literaria. En la revista The Germ, que publicaran los prerrafaelistas y que
después se llamó Art And Poety, aparecieron los primeros versos de Rossetti,
The Bressed Damanzel; luego en un volumen excelentes traducciones de poetas
italianos: Dante and his Circle: el río siempre corriendo/ en su lecho de
hierba,/ las voces de mil pájaros/ que resuenan sobre mi cabeza./ Me traerán un
sueño más triste/ cuando este sueño triste haya muerto.
Un silencio cae
en mi corazón/ y apacigua toda su pena./ estiro mi mano ente las hierbas/ y
vuelvo a dormirme/ para yacer libre en todo amor/ como trillada espiga de
trigo.
Estos
voluptuosos y tristes versos, llenos de presentimientos, fueron escritos por la
mujer de Rossetti, la hermosa Elizabeth Eleanor Siddal, que le había servido de
modelo y que pereció a los dos años de casada, quien no conoce la conmovedora historia
del manuscrito de versos de Rossetti, en su aflicción, hizo enterrar con ella,
ocho años después el manuscrito desenterrado, se publicó como título Poemas.
Este libro fue violentamente atacado por Buchanan, en un artículo titulado The
Fleshly school of poety. El ataque impresiono de un modo excesivo a Rossetti,
que se defendió con un artículo no muy brillante. En consecuencia, suprimió uno
de los más bellos sonetos Nuptial Sleep, del tercer volumen de The House of
Life. La mordida sensibilidad del poeta altero su carácter y llego inclusive a
afectar su salud. Durante años lo obsesiono el temor de quedar ciego, y
perseguido por terribles insomnios, comenzó a tomar cloral, al poco tiempo se
enfermó gravemente y desde esa época hasta su muerte llevó una vida solitaria y
desesperada. William, su hermano, en el prefacio que hizo a su obra, lo
describe como una persona de apariencia lánguida, sedentaria y ociosa, a quien
no le agradaba viajar ni interrumpir su rutina de su vida. Sin embargo, era trabajador;
sus obras lo testimonian con elocuencia. Podía escribir un soneto en cinco o
seis minutos cuando se lo proponía, como un ejercicio.
Ningún artista
puede deleitarse en la creación de una obra impura impunemente. Los cuadros de
Rossetti gravitan sobre su obra literaria, influencian en el mejor de los casos
sus versos, los llenan de ornamentos pesados.¡ que versos podrían existir en
lugar de las verduras verdes y violetas del cuadro titulado Biatriz, con su
iluminación teatral! Qué versos podrían existir y encantar en lugar de las
manos del maniquí del cuadro Astarte siriaca, con sus ángeles morbosos, de alas
verdes!¡ que versos podrían perdurar en lugar del verde follaje y la larga
cabellera en aquel cuadro, Day Dream. La obra más importante de Rossetti es The
House of Life. Algunos de los sonetos que figuran en su conjunto admirable me
recuerdan los de Shakespeare, especialmente Parted Love, The Dark Glass, Lost
Days y Severed Selves. Tampoco se puede dejar de mencionar los poemas Eden Bower,
Troy Town, y Sudden Light, cuyos versos sentimos necesidad de citar cuando
vemos en relámpagos el recuerdo de otra vida
Ya estuve antes
aquí/ Mas cuándo y cómo no podré decirlo:/ Reconozco la hierba más allá de la
puerta,/ El dulce, el penetrante olor,/ El suspirar del aire, las luces de la
costa.
Cristina
Georgina Rossetti, la melancolica y casi invisible hermana menor de Dante
Gabriel, escribió poemas místicos, dulces y sensuales. Presa de sus ideas
religiosas y de su precaria salud, apenas vivió, y sus versos han quedado como
el eco de una voz en un sueño. Su imagen física, angelical, ha quedado en un
cuadro de su hermano titulado The Girlhood Mary Virgin y en las ilustraciones
que representan las reinas que sollozaban en Morte d´Arthur, de Tennyson.
El discípulo y
admirador de Rossetti, William Morris, que se llamó a sí mismo el ocioso cantor
de un vacuo día, dijo que la inspiración era un mito y que todo arte era una
cuestión de oficio. The Earthly Paradise y A Garden by the Sea contienen versos
de una fluidez y de una claridad incomparables. Wilde anuncio: debemos a Morris
una poesía cuya perfecta precisión y claridad de palabra y de visión no ha sido
sobrepujada en la literatura de nuestro país.
Algernon Charles
Swinburne dedicó su primer libro The Queen and rosamond, a Rossetti pero el
libro paso inalbertido. Atalanta in Calydon y Chasterlard lo mismo que Poems
and Ballads marcaron el comienzo de su celebridad. Laus Veneris, Anatoria,
Dolores y The Triumoh of time son poemas que pueden seducir a cualquier tipo de
lector. La insistencia, la pasión, la sensualidad, abundan en estos versos. Los
ídolos de Swinburne fuero Shakespeare y Hugo, también admiro a Rossetti y,
apasionadamente a Gautier y Baudelaire. Swinburne se dejaba llevar por las
palabras, por la musicalidad de los versos, por el delirio de la irresistible
facilidad, que consiste en elegir antes la palabra que el objeto. Ni Víctor
Hugo, ni Baudelaire, ni Gautier, ni el mismo Rossetti, influyeron tanto sobre
Swinburne como el mismo Swinburne. Los versos de un poeta nos recuerdan los
versos de otros poetas: un parentesco misterioso los une. Los versos de
Swinburne (y esto que podría ser una virtud, es casi defecto en él); por eso
tal vez nos parecen más numerosos, más espectaculares, más insistentes que
otros. A pesar de las variedades del metro, en los poemas de este poeta hay
grandes, casi inexplicables, monotonías. En el discurso de los versos no
avanzan, conservan un movimiento giratorio: nos confunden en vez de
conducirnos. Las palabras pierden el sentido a fuerza de repetición: flor ya no
quiere decir flor, ni labio, labio, ni amor, amor, ni nieve, nieve.
Las obras de
Swinburne son como borradores inquietantemente incorregibles. Un mismo verso
está profundamente repetido, y una elección, para quien propusiera hacerla, es
difícil, si no imposible, pues todos los versos son hermosos, pero tienen una
misma cálida de hermosura.
A nadie, a casi
nadie se le habrá ocurrido deplorar que Swinburne no haya escrito más versos;
esto no impide que lo admiremos: sus poemas tienen un ímpetu, una exaltación
tan autentica, que si no llegan hacer de los más musicales, poseen la calidad
avasalladora del fuego, cuya imagen cautiva.
El fervor
literario de Swinburne fue ejemplar; puede decirse sin exageración que vivió
para la literatura hasta el fin de sus días, cuando ya enfermo esperaba con
impaciencia de niño que un amigo le leyera algunas páginas de Dickens. Las
últimas palabras, los últimos rostros que había visto en su lecho de muerte, y
de quienes seguramente se habría despedido, habrán sido aquellos que conocían a
la perfección sus libros.
Laus Veneris, The Triumph of Time, The Forsaken
Garden, Atalanta in Calydon y The Garden of Proserpine. Todos estos
poemas pueden colocarse entre los más iluminados, sin que pierdan el brillo de
su impetuosa belleza.
T.S. Eliot dijo
Swinburne: “las palabras que lo condenan son las que expresan sus cualidades.
Podría decirse difuso, pero ser difuso es esencial en él: si Swinburne puede
mencionar al exacto, al lógico, imaginativo e ingenioso Stevenson. Sus poemas
inscripciones. Sin embargo la excesiva pulcritud de Stevenson resulto
perjudicial; logro poemas para el gusto de los críticos demasiados estilizados
y a veces pueriles. Este magnífico poeta quedará siempre asociado a los sueños
de la infancia, a las primeras emociones literarias, como a las más maduras y
las más equilibradas. Hasta en sus sueños fue un ingenioso: según el testimonio
de su madre, de niño soñó con un ruido de plumas que escribían. Él tuvo la más
feliz, la más armoniosa imaginación creadora. Durante toda su vida invento
juegos, canciones, países, personas. Sí no tuvo salud física, tuvo una salud
espiritual incomparable. Si no vivió muchos años, los cielos, los paisajes, la
felicidad de sus invenciones equivalieron a una vida muy larga.
Para mi propio
concepto, y seguramente para otros, la verdadera vida es aquella que no
vivimos. Dijo Oscar Wilde: lo mismo podría decir el artista de sus obras. “Para
la mayor parte de nosotros, la verdadera obra es aquella que no hemos escrito.
Oscar Wilde, a
pesar de haber escrito pocas poesías, pocas de primer orden, fue ante todo un
poeta; un poeta que hubiera podido realizar lo que se hubiera propuesto. Al
parecer no tuvo tiempo, su escandalosa y brillante existencia lo ocupo
demasiado; tampoco se dedicó bastante al arte de escribir poesías, pero en toda
su prosa se advierten ideas poéticas y palabras que quieren ser rememoradas y
repetidas como las acompañaba de cuidadosa musicalidad del metro. Según por lo
que cuentan Wilde fue uno de esos hombres hasta que para pedir una taza de café
hacia una frase memorable. Vivió como representando un público de poetas. Vivió
entre las alas metafísicas de las musas como un niño desobediente.
Difícil es
dedicar tan pocas líneas a un tema tan complejo e importante, tan delicado,
hermoso e inagotable como el de la poesía lírica inglesa, sin hacer muchas e
imperdonables omisiones. Con tantos nombres y tantas vidas, tantas obras
deslumbrantes de tan diversos poetas, tendré siempre que lamentarme de no haber
creado armoniosamente, en estas páginas, en un cuento que podría ser más mágico
y lo más lógico en aquellos que se encuentran en el libro de Las mil y una
noches. A través del cristal inamovible del tiempo, la poesía se transforma y
permanece, tiene su argumento, cada idea, cada forma podría seguirse en su
desarrollo a través de las obra de los poetas. Como a las piedras preciosas, el
bronce, el oro, cuyas facetas se gastan, se embellece o se envilecen en
relación con los elementos que las rodean, y adquieren tonalidades diferentes,
de igual modo se modifican los poemas, esos palacios de las palabras y del
sentimiento mismo, del ritmo y del pensamiento, de armonía y de la belleza por
donde transitan tantas memorias, tantas agresiones, tantos desdenes y tanto
fervor.
Ningún poeta,
ningún artista en ningún arte, tiene en el mismo su entero significado. Su
importancia, su valor se encuentran en relación con los poetas y los artistas
muertos. No puede valorarse solo; hay que colocarlo como contrasté para
compararlo con los muertos. Este es un principio de estética, no meramente de
historia de la crítica. La necesidad de acatar, de enlazar, no es unilateral;
cuando aparece una nueva obra de arte, simultáneamente sucede algo a todas las
obras de arte que la preceden.
Lisos como los
pies besados de las deidades, como el oro descubierto en los lechos de los
ríos, gastados por las ondas, los versos reposan en el seno del mundo,
continúan viviendo su vida misteriosa, forman universos con sus diálogos, velan
sobre la historia del mundo. Un parentesco lo que une, una voluntad divina va
tejiéndolos, va consagrándolos a otras vidas futuras, agregándoles brillo o
dejándolos opacos, muertos: rechazando en ellos las figuras consagradas,
consagrando en ellas a las modestas.
El tiempo con su
monstruosa lente, si es cierto que exagera los defectos y empobrece los
encantos, exagera las cualidades y suaviza los defectos de una obra.
Las obras
consagradas, como las figuras consagradas en sus pedestales inmóviles, envueltas
en una peligrosa bruma de velos, perduran arbitrariamente porque son las elegías,
y son pocos, los que osan, de vez en cuando, arrancar estos velos públicamente,
atreviéndose a decir lo que piensan (a pensar, a juzgar), no a limitar lo que
otros piensan.
Del mismo modo
surgen las palabras despreciadas: es preciso que alguien arranque los velos del
olvido que las envuelve; que alguien tenga el valor de admirarlas y el orgullo
de descubrirlas. Pero ¡Quién tendrá razón! ¡en cuantas épocas sucesivas surgirá
el idlo deslumbrado y caerá en que habrán arrancado del opaco letargo! No se
sabe. Importa que las voces se hagan escuchar. Los poetas ingleses corren menos
peligro que otros de no ser apreciados en su valor. Inglaterra ha sido
privilegiada: sus críticos y sus historiadores son tan excepcionales como sus
poetas. Nunca se publicaran bastantes antologías de versos, se discutirá
bastante sobre la poesía, ni se sabrá bastante ya que se prefiere o se desdeña
una obra. Nunca se harán muchas traducciones (traducciones llevadas a cabo por
poetas), ni se tratara en demasía de hacer pasar de un idioma a otro la voz
inmortal e inspiradora de los poetas.
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