martes, 30 de mayo de 2017



ENSAYO DE LA LITERATURA ITALIANA
                     INTRODUCCIÓN
Se puede decir que la literatura escrita en el idioma italiano data aproximadamente, hasta nuestros días. Antes del siglo octavo, el lenguaje literario en Italia fue el latín, que se utilizó en escritos como: crónicas, poemas, acontecimientos históricos, leyendas heroicas y trabajos didácticos y científicos. Como también desafortunadamente para la vida: vidas de santos, poemas con una finalidad cristiana y otros menesteres de ese mismo credo. Además de escritores que ya empleaban el latín, existían varios escritores que se expresaban en francés o en provenzal, la lengua de Provenza, región del sur de Francia, y que tomaban prestadas de otras lenguas las estructuras de los poemas como también los temas de sus composiciones. Entre las diferentes expresiones poéticas, la más empleada era la canción provenzal. Entre los temas literarios, los más frecuentes eran los relacionados con las hazañas de los héroes de la antigüedad, los caballeros de la mesa redonda del rey Arturo y los paladines de Carlomagno. Las gestas de Carlomagno se ejecutaron en lengua vernácula franco-veneciana, y fueron desafortunadamente latinizados en Toscana. Estos libros, además de atraer la atención de ciertos lectores, suministraron inagotables temas de caballería a las generaciones posteriores de poetas italianos.
SIGLO XIII Y COMIENZOS DEL VIV
Los primeros libros poéticos escritos en el idioma italiano fueron los de la llamada escuela siciliana, en estrecha relación con la corte de Federico II y de su hijo Malfredo, emperadores del Sacro imperio Romano Germánico, ambos de familia Hohertaufen, a la vez de origen germano, aunque de principio establecidos en Sicilia, sur de Italia, con el conveniente fin de administrar sus posesiones en ese lugar de su imperio. Bajo la influencia árabe Sicilia se convirtió en uno de los centros más trascenden-tales de la cultura de la Europa de ese tiempo. Hay que decir que la poesía de la escuela siciliana, que determinante se escribía mera-mente en italiano, no poesía carácter de literatura nacional. Más bien se trataba, por lo general, de una poética de amor cortés. Que seguía muy de cerca, inclusive hasta demasiado, y de un modo muy torpe, los modos estilísticos de la poesía provenzal en aumento en ese momento. Pertenecieron a esta escuela poetas como Giacomo Pugliese y Rinaldo d´aquino. Luego de la caída del imperio o dinastía Hohenstaufen, en 1254, el nuevo centro de la poesía en Italia se configuro en dos ciudades Arrezo conocida en el laburo que desarrollo a través de Guido Guinizelli. Guittone d´Arrezo y sus seguidores escribieron poesía aunque no suficiente digna de mención, mientras que Guinizelli creó el Dolce Stil Nuovo, una expresión utilizada por Dante en la Divina Comedia para describir el delicado lenguaje necesario para poder escribir poesía de amor. Los poetas continuadores de este estilo no escribieron sobre el amor cortés de la tradición siciliana o provenzal, ya que en aquellos tiempos un concepto ampliamente multiplicado, sino de un amor tipo platónico, en el cual el atractivo de la amada despierta en el poeta sentimientos espirituales como ilumina su alma para entender la belleza divina. El más grande poeta de esa generación, Dante Alighieri, quien debió admirar a Guinizelli,, escribió su primer texto de poético La vita nuova (vida nueva, 1292), siguiendo el reciente estilo. En este libro la prosa, la magnificencia de la prosa narrativa se trastoca con fragmentos en verso para pre-servar el idilio de amor del poeta hacia adorada Beatriz. Dante, al igual que los poetas del Dolce Stil Nuovo en especia Guido Cavalcanti y Cino da Pistoia, contribuyeron a hacer de su época una de las más fructíferas como interesantes de la literatura de Italia.
Por esa mismo tiempo apareció otro estilo de poesía también muy característico e innovador, la poética devocional que cultivo San Francisco de Asís, cuyo canto de las criaturas, enzalsa el amor que Dios siente hacia todos los seres creados. Estos sentimientos surgen expresados con toda claridad basada en la vida de San Francisco en una colección de leyendas en verso, Fioretti de San Francesco (Las florecillas de San Francisco), basadas en la vida del santo. Durante todo el siglo fueron surgiendo otros poetas franciscanos, uno de ellos con una imaginación dantesca, Jacopone da Todi, a quien se le atribuye el himno en latín más destacado de la época, el Stabat Mater, así como la lauda dramática en lengua vulgar Donna del Paraíso. Dante es por excelencia el gran poeta del trecento italiano.
EL RENACIMIENTO
El renacimiento en Italia fue un periodo de expansión económica, política y cultural. Las ciudades se descobijaron de la etapa feudal y se convirtieron en importantes centros comerciales e industriales. Los mandatarios de cada una de las ciudades luchaban entre sí para poder aumentar su poder, conquistando otros territorios y estableciendo zonas de influencia alrededor de sus dominios. Algunas ciudades (estados) como Venecia y Génova, lograron crear extensas zonas comerciales en el Mediterráneo. Culturalmente, todo el periodo estuvo asociado a la búsqueda y el descubrimiento de manuscritos antiguos y por una nueva lectura de la literatura y la filosofía clásica, que poco a poco se fue valorizando en todo el continente europeo. Por esas razones muchas de las grandes figuras de esos años eran grandes eruditos consagrados al estudio filosófico o a las traducciones de los clásicos griegos y latinos. Recibieron el nombre de humanistas debido por el interés por el ser humano, y no tanto por los temas trascendentales que ocupan a los estudios sobre la edad media. Muchos de estos llamados humanistas se inspiraron en las obras de Platón, al que dieron más valor que a su discípulo Aristóteles, contrariamente a la norma que había mandado en el periodo anterior.
EL SIGLO XIV
Predomino la obra del poeta y humanista Petrarca, iluminador de una nueva sensibilidad, hasta entonces inexistente, en el dominio de la cultura europea. A diferencia de Dante y de otros escritores y pensadores medievales, como el filósofo Tomás de Aquino y el francés Pedro Abelardo, Petrarca nunca tuvo el interés en producir solo las enseñanzas de los escritores clásicos, si no que quería ir más allá, poniendo su mentalidad y creando obras con el mismo espíritu que los animó a su tiempo. Latinista supremamente conocido, contribuyo con ardor a restaurar el latín clásico como lenguaje literario y erudito, en situación del maltrecho latín medieval que había existido hasta esa época como vinculo de comunicación internacional y que comenzó a dejarse de hablarse a partir de ese tiempo.
A Petrarca se le seña como un “hombre moderno” por su confirmación de la individualidad de los seres. Dante, Petrarca y Boccaccio fueron los primeros escritores que utilizaron en sus escritos el dialecto toscano, que se hablaba en Florencia, Siena y otras ciudades del centro de Italia, y gracia a lo buen logradas de sus obras consiguieron fijarla como la lengua de la cultura.
SIGLO XV
Durante ese siglo se vino a manifestarse un nuevo movimiento cultural denominado humanismo, que situó al ser humano en el centro del universo y considerad la existencia en la tierra en un periodo en que el espíritu puede llegar a la plenitud. En la época renacentista aparecieron números individuos a los que se denominó hombres universales, es decir, artistas que alcanzaron la perfección en la las disciplinas artísticas completas como el pintor y organista León Battista Alberti, y los conocidísimos Leonardo da Vinci y Miguel Ángel. Esta llamada universalidad intelectual fue agraciada también de muchos de los príncipes que gobernaron las ciudades italianas durante aquella brillante época. Entre ellos, el más aclamado fue Lorenzo de Medeci, miembro de la ilustre familia que gobernó a Florencia durante decadas. Lorenzo fue un libre pensador, político y mecenas de las artes, así como también poeta y crítico, dotado de un maravilloso gusto. Angelo Poliziano, está considerado gracias a sus logros a nivel de la poesía y por ser un fecundo humanista más grande de esa época. Su obra de teatro en verso Orfeo (1480) viene siendo el primer drama importante de la historia del teatro italiano y sus variados poemas líricos son de increíble belleza. Poliziano fue además, un excelente erudito y traductor de textos de la Grecia clásica.
Durante esta época se mantuvieron dos tipos de inspiración que ya provenían de etapas anteriores: las gestas de caballería y la vida pastoril. Son importantes, entre las obras que continuaron la tradición de las primeras, Orlando Enamorado (1438), de Matteo Maria Bojardo y, entre los pastorales, Arcadia (1504), de Iacopo Sannazzaro, creaciones ambas que despertaron un gran interés. En su manifestación por los valores terrenales frente a los católicos, los escritores del renacimiento fueron abandonando las  ideas establecidas durante la edad media, incluso los papas actuaron como mecenas de autores denominados paganos. Algunos de estos artistas paganos, en especial el humanista Lorenzo Valla, a quien estuvo a punto de costarle la vida la divulgación de ciertos documentos muy comprometedores sobre el papado. Llegaron a hablar de “escritores cristianos” con el fin de distinguirse de ellos. Los polémicos sermones y textos de Girolamo Savanorola trataban de contrarrestar esta corriente de paga-nismo proporcionada por la misma iglesia. A la caída de los Medeci, Savonarola proyecto una república teocrática en Florencia, que duro relativamente como tres años. Abandonado por el pueblo y odiado por el papa Alejandro VI, impenitente protector de la cultura pagana, Savanarola pereció en la hoguera al considerárselo como hereje.    
SIGLO XVI
En este siglo el renacimiento llego a consolidarse. La lengua italiana, que nunca había sido importante, alcanzo cierto prestigio que comenzó a usarse como lengua literaria. Pietro Bembo, autor que ejerció importante influencia en la literatura de la mitad del siglo, contribuyó decisivamente a difundir el italiano en una posición. En sus tratados, sobre todo en Prosas sobre la lengua vulgar, obra considerada como la primera gramática la lengua italiana, dispuso a los escritores de Boccaccio y de Petrarca como modelos, respectivamente, de la prosa y de la poesía italiana. Con sus rimas que copian el estilo de Petrarca, marco el comienzo del movimiento petrarquismo. Pero Bembo no fue el único autor destacado del siglo. Junto a él se sitúan otros dos personajes de letras trascendentes: el filósofo de la política Nicolás Maquiavelo y el poeta Ludovico Aristo. El primero a partir de sus experiencias como funcionario y diplomático al servicio de Floren-cia, desarrollo una concepción realista de poder que a partir de ese tiempo ha sido denominada maquiavélica. Su trabajo impecable El príncipe (1513), va haciendo un análisis de las bases sobre lo que se sustenta el ejercicio del poder político, formaba parte de un trabajo más am-plio y ambicioso, su comentario a la Historia de Roma del historiador latino clásico Tito Livio. La ley suprema, según el príncipe. Es la preservación del estado por encima de cualquiera otra obligación. El príncipe de Maquiavelo se anticipó a los llamados déspotas ilustrados, gobernantes bondadosos con el pueblo, pero que, sin embargo, mantenían un poder absoluto en sus dominios, a lo que convirtieron en estados modernos. Las ideas del filósofo florentino partían de conceptos teocráticos medievales para adentrarse en consideraciones que presagiaban la moderna economía política. Algunos historiadores consideran la posibilidad de que, si sus ideas políticas se hubiesen llevado a la práctica en ese mismo siglo, quizá se hubiera podido crear una Italia unida bajo un solo gobernante, y, por lo tanto, se hubiera evitado que permaneciera dividida y dominada por españoles y franceses y más tarde austriacos. Además de este tratado, Maquiavelo escribió un texto sobre el arte de la guerra, una historia de Florencia, una biografía (1520) del político militar italiano Castruccio Castracane, numerosos poemas y muchas obras de teatro, la más destacada, La mandrágora (1524), es un pesimista análisis de los instintos humanos, analizados con los mismos métodos de investígación que ya aplicara en El príncipe. Amigo de Maquiavelo, el político y historiador florentino Francesco Guicciardini escribió La historia de Italia, una obra sorprendente por su objetividad y su inteligente revisión de las cuestiones y de los personajes que en ella aparecen y que se publicara póstumamente, entre 1561 y 1585. También escribió Ricordi policiti (1576-1585), basándose en su vasta experiencia ejerciendo un alto cargo político en Florencia.
Otras de las figuras preponderantes del renacimiento es, como ya se ha comentado, Ludovico Ariosto, que representa el fin de la poesía del cinquecento italiano. Su obra Orlando furioso (1516) es intensa como original, y es la continuación del Orlando enamorado de Matteo Biardo. El relato de los acontecimientos en él se desarrollan, como en su antecesora., durante el reinado de Carlomagno. En su caso particular, narra la batalla del emperador contra los sarracenos, escenario que sirve para unificar los diferentes pasajes del libro, en la cual se entremezclan aventuras, amores, magia heroismo, villanía, sentimiento trágico, sensualidad y hechos reales de su época, elementos que están dispuestos en una narración muy brillante, salpicadas varias veces de humor y fina ironía. Por todo ello y, en especial, por reflejar una profunda comprensión del espíritu humano, este poema épico vale que reciba el honorifico título de obra maestra.
Durante ese tiempo salieron a la luz, además, dos obras muy difundidas en su época sobre el comportamiento caballeresco, que fueron bien recibidas en su tiempo como está, de refinado cosmopolitismo. Es El cortesano (1528), escrita por el diplomático Baldassare Castiglione, y traducida muy bien al español por Juan Boscan, y Galateo (1558) del cura Giovanni della Casa. La primera se trata de un tratado acerca de los buenos modales que debe conservar un caballero, así como las virtudes intelectuales que deben acompañarla. La segunda comparte con la primera el interés por las venas actitudes, e intenta situarlas en buena observancia de la naturaleza.
Pero ese culto de las buenas maneras, a la belleza y al refinamiento despertaron, además de un gran interés una fuerte reacción por parte de varios autores, de la talla, como Teofilo Folengo, quien en su épica burlesca Baldo (1517), realiza una parodia sumamente ácida y en ocasiones fuerte del mundo de la caballería y las letras. Escrita en latín macarrónico, una variedad cómica del latín erudito, constituye una despiadada sátira de las ideas y costumbres de su tiempo, que inspiro, entre muchos otros escritores, al escritor francés Fracois Rabelais.  A Folengo se le sumaron otros creadores rebeldes de la literatura como Pietro Aretino, autor dramático y creador de libelos dotado de un fino ingenio, que consiguió, por sus irreverentes obras, establecer un refrescante contrapeso a la refinada cultura de su época. Su mayor obra I Ragiamenti o, en español, El coloquio de las damas (1532-1557) trasmiten su pesadez e irreverente mirada acerca de la sociedad y costumbres de su tiempo.
En esa lucha renacentista de búsqueda del artis-ta completo, intervinieron grandes pintores y escultores que escribieron increíbles textos poéticos, narrativos y ensayísticos. Así, los sonetos de Miguel Ángel fueron apasionadas expresiones de sus sentimientos más profundos como también de sus convicciones religiosas; los tratados de Leonardo da Vinci sobre arte y ciencia contienen grandes manifestaciones de análisis que han influido profundamente en los pensadores posteriores; la suprema autobio-grafía de Benvenuto Cellini, se halla entre los mejores libros de este género; sumadas las biografías de grandes pintores, escultores y arquitectos escritas por el pintor y arquitecto Giorgio Vasari son una muy buena fuente de informa-ción de incalculable valor sobre el arte y los artistas del renacimiento.
Se escribieron cuentos y relatos breves en la época renacentista. El autor más famoso en este terreno es Matteo Bandello, que escribió Novelle (1554-1573), cuatro textos de narraciones cortas del modo de Boccaccio, que realmente son la bases de las cuales se crearon muchísimas obras posteriores en toda Europa.
La segundad mitad del siglo XVI fue como establecida la Contrarreforma, que se originó en el Concilio de Trento, celebrado 1545. Como resultado de este concilio, convocado como para contrarreformas de los protestantes, se extendió por toda Europa católica una oleada de exacerbados sentimientos católicos y sumisión total a la autoridad del papa, que consiguió ahogar la franca jocosidad, la inclinación por la exploración y la sincera alegría de los humanistas y sus sucesores, sustituyéndolas por interés superficial de las buenas costumbres y la moralidad. La exuberante libertad de expresión y de la manera que la realizo Ariosto cayeron bajo sospecha, y las volvió a situar acepciones políticas de Maquiavelo comenzaron a conside-rarse como peligrosas. En la literatura, ocurrido este cambio de actitud se caracterizó en un nuevo clasicismo, según el cual se volvió a situar a Aristóteles como máxima autoridad filosófica, tras difundirse sus premisas por toda Europa. Esta obra del filósofo se publicó en latín en 1548, acompañada por un trascendental comentario de Francesco Robertelli. Durante aquel tiempo fueron surgiendo varias versiones y ensayos sobre la obra, las más sobresalientes fueron Poética (1561) de Julius Caesar y el comentario de Ludovico Castelveltro (1570) que colaboro a la recuperación de espacio y tiempo en el teatro.
A pesar del predominante modo de represión que caracterizaron ese tiempo, surgió un buen poeta lírico de imaginación desbordante, Torquato Tasso que, en el año de 1575, publico su increíble Jerusalén libertada. Su excelente tratamiento épico, de gran belleza, de la primera Cruzada es mucho más completo y serio y más unificador que el de su precedor, el Orlando furioso, por lo cual se le vinieron encima una serie de críticas de los pedantes estudiosos de la época, que lo empujaron a reescribir el libro, con un resultado mucho más pobre. Otro escritor sobresaliente de esos años fue Giordano Bruno, de escritura lucida que produjo varios diálogos contra la pedantería y el autoritarismo, y enérgicamente defendió puntos de vista con-trarias a la doctrina de la iglesia, lo que ese repudio lo llevo a ser quemado en la hoguera, acusado de hereje, en Roma, en 1600.
SIGLO XVII  
El estilo que predomino en ese siglo, no solo en la literatura, sino también en la música, arte y arquitectura, fue el barroco de carácter exuberante que contrastaba, a menudo con visiones pesimistas de la realidad. La poesía como el teatro fueron acuñando una extravagante imaginación, el gusto por el artifició retorico en cuanto a la forma y la riqueza metafórica en cuanto a la mente imaginaria. Típica de esa época, sin duda, la poesía de Giambattista Marino, cuyo Adonis (1623) es una obra increíble, por su análisis de lo universal del amor, al que considera superior a la sensualidad, y por su puesta de las tendencias amorosas de la naturaleza.
La mayor parte de la creación literaria del barroco refleja trastornos espirituales. Ejemplo claros de ello lo constituyen las tragedias de Federico della Valle, cuya obra La reina de Escocia (1628) se concentra en las luchas de la reina Maria Estuardo. Del mismo modo, en muchas de las obras de ese entonces se percibe una profunda insatisfacción vital, en especial con el orden social, como se puede ver claramente en los escritos del poeta, filósofo y científico Tommaso Campanella, creador de ensayos supremamente críticos, que le costaron penas de cárcel y destierro. El más sobresaliente de sus libros, La ciudad del sol (1623) escrito en prisión, es una sorprendente utopía de un mundo igualitario regido por un estricto orden legal.
SIGLO XVIII
El más grande de las figuras que imita lo antiguo, fue el poeta y dramaturgo Pietro Metastasio, que tuvo la suerte de convertirse en el poeta oficial de la corte de Viena. Como también fue sucesor de Apostolo Zeno, autor de dramas teatrales y libretos de ópera, a la vez pionero de la crítica literaria, por ser responsable de la publicación Giornale dei letterati di Italia, la primera que se especializo en esa actividad. Las obras teatrales de Metastasio, que son más destacadas son La posadera (1753, El abanico (1764) y Las riñas en Chioggia (1762). El genio de Goldoni se hizo manifiesto, sobre todo, en su habilidad para simplificar las situaciones dramáticas sin restarles interés y sobre todo por su maestría y realismo para describir el medio social del que provenían sus personajes a través de las facultades que le atribuía.
Según la mayoría de los críticos, Goldoni desarrolló su estilo de escritura como reacción a la llamada comedia del arte que floreció entre los siglos XVI Y XVIII. Está basada en situaciones cómicas del diario vivir e irreales, cuyas razones principales eran creadas por los propios actores de las compañías teatrales ambulantes. Los personajes constituidos por actitudes similares, denominados “mascaras”, como Pantaleón, Arlequín y Colombina. En cada obra representada, los actores improvisaban los diálogos a partir de una línea de acción que habían trazado anteriormente. El mejor representante de ese estilo fue Carlo Gozzi, opuesto completamente al teatro más realista creado por Goldini. Gozzi supo adaptar a la escena variados cuentos populares, de estilo fantástico y alegórico. Dos de sus obras sirvieron como base para sendas óperas: El amor de las tres naranjas, del compositor ruso Serguei Prokófiev y Trandot, del compositor italiano Giacomo Puccini.
La literatura italiana de la mitad del siglo XVIII, la influencia de las ideas científicas y filosóficas del francés Rene Descartes, así como la de los escritores de la ilustración francesa. La actitud intelectual de la vida italiana fue el periódico milanés Il caffé (1764-1766). Entre los personajes más sobresalientes de este diario ilustrado hay que decir que fue, la del jurista Cesare Beccaria, el cual en los libros que escribió no se puede olvidar, Los delitos y las penas (1764) abogó por un trato humano hacia los presos y por la abolición de la pena de muerte. Entre los poetas que reaccionaron con una actitud más violenta, contra el exceso procedente de otros países, hay que destacar Giuseppe Parini y Victorio Alfieri, que batallaron por legitimar un sentimiento de orgullo nacional y unidad contra el influjo extranjero. Parini es conocido por su sátira social que llevo a cabo en el poema heroico-burlesco, El día, publicado en varias ciudades entre 1763 y 1801. En su obra ridiculizaba, utilizando una pulcra ironía, la inmoralidad de la aristocracia, a la cual puso en evidencia al compararla con la sobria frugalidad de las clases trabajadoras, su obra denota la influencia francesa, de tener una gran similitud con libros de escritores franceses del momento cuya indignación social creó el escenario perfecto para la revolución francesa.
Alfieri, su autobiografía muestra que fue uno de los escritores más atormentados y románticos de la literatura de la época, paso de una juventud ociosa como miembro de la clase aristocrática a una madurez delineada por una fuerza y un trabajo creador. Su más alta obsesión era la libertad, y atacar la tiranía, tanto a través de sus tratados, de sus poemas líricos y con su dramaturgia, algunas de estas obras conocidas son: Excepto Saúl (1782), Agamenón (1783) y Mirra (1784); sus obras teatrales Filippo (1781), son de un determinante sentido político que brindó al creador una amplia popularidad dentro del movimiento nacionalista. 
Los otros autores destacados de ese siglo, se hallan el arqueólogo y crítico literario Ludovico Antonio Muratori y el filósofo Giambattista Vico. La figura de este último fue rescatada en el siglo pasado por la obra crítica de Benedetto Croce. En sus Principi di una scienza nuova (Ciencia nueva) (1725), Vico de sobremanera ataco el concepto cartesiano de cuerpo y mente como entidades separadas, y expuso una con-cepción cíclica de la historia, al tiempo que anticipó el interés de los románticos por el pasado.
SIGLO XIX
La liberación, como la unificación del país había sido una actitud constante de los artistas italianos desde el siglo que tomo fuerza la escritura en italiana, ese nacionalismo se manifestó, el anhelo verdaderamente tuvo un estímulo gracias a la revolución francesa, que trasmitió el factor de nacionalismo en toda Europa. Desde comienzos del siglo XIX hasta 1870, en el momento que las tropas de Garibaldi se tomaron los estados pontificios de Roma y expulsaron al ejército francés que habían dispuesto a la defensa del papado, la influencia predominante en la literatura fue el mencionado nacionalismo.
ROMANTICISMO Y CLASISISMO
En el siglo XIX la literatura en Italia no solo estuvo alineada en el nacionalismo. Por esos años aun persistía el neoclasicismo venido del siglo anterior, pero de apoco fue dejando paso al romanticismo, movimiento fervientemente interesado en la historia y las tradiciones regi-onales, germen de los variados nacionalismos europeos que surgieron durante todo esa época. La enorme influencia que sobre la cultura de la nación tuvo la revolución francesa, como también el imperio de Napoleón Bonaparte quedo suscrita en la producción de Carlo Porta, Vicenzo Monti y Ugo Foscolo. Las obras del segundo en las cuales se palpa la inestabilidad de sus convicciones políticas. En sus comienzos fue contrario a la revolución francesa, como evidencia esta su poema La basbilliana (1793), sobre el asesinato del enviado francés Hugo Bassville. Al pasar el tiempo se convirtió en ardiente defensor de la causa de Napoleón, al que introdujo en una serie de poemas. Aunque autor de talento, la crítica valora especialmente su determinante traducción de la Ilíada de Homero.
Ugo Foscolo tuvo una personalidad más perpetua y estable que contemporáneo Monti. Fue militar y docente durante la ocupación francesa del país y, al regreso de los austriacos, se fue a Inglaterra, donde paso el resto de su existencia. La popularidad de Foscolo se formó gracias a una novela escrita en forma epistolar, Últimas cartas de Jacopo Ortis (1798) que tenía el mismo estilo de El joven Werther de Goethe. La novela del escritor italiano se caracterizó por una mezcla de amor romántico y enérgico patriotismo. Con el sucederse del tiempo, este patriotismo dio paso a la resignada contemplación de la antigua gloria de su nación, en ese momento muy dividido y ocupado por ejércitos extranjeros que ocupaban gran parte del territorio. Durante este tiempo escribió su obra más destacada, los sepulcros (1807).
El poeta Carlo Porta, escribió de continuo en el dialecto milanés, centro su obra en la descripción de la miserable existencia de la clase humilde durante la ocupación de Napoleón. En su poética estableció el libro: Poesías en dialecto milanés (1821), crítico, aunque sin exagerada fuerza, el papel del clero y la nobleza.   
Giacomo Leopardi es considerado por toda la crítica como el más sobresaliente poeta lírico de la literatura italiana. Retirado en su mundo hogareño, estudiaba con pasión y a partir de esos estudios y como esas lecturas lo convirtieron en uno de los eruditos conocedores de los clásicos griegos y latinos; tradujo magistral-mente varias obras de ese periodo histórico y demostró un talento especial para la poesía. Sus primeros escritos, como los poemas” A Italia” y Al pie del momento de Dante fueron de carácter nacionalista. Con el paso del tiempo, un agudo pesimismo se fue adueñando de su poética, de esos poemas que acumulo en colecciones. La primera edición completa de esos poemas, Los Cantos, surgió 1831. Su enorme pesimismo que-do también estampado en numerosos escritos en prosa, como Opúsculos morales (1827) y Zilbaldone (1898), y en su larga corresponden-cia. A pesar de que nunca lo admitió, su introspección, su desolación y su nostalgia lo llevan directamente al romanticismo, aunque por otro lado, la limpieza aristocrática de su estilo y su tendencia a fuentes clásicas lo emparentaron con el neoclasicismo.
Los escritores políticos más fecundos del Risorgimento hay que destacar al patriota Giuseppe Mazzini, escritor que traspasó las fronteras, cuyas actividades políticas le llevaron a sufrir la cárcel y el destierro. Con el estadista Camilo Cavour y el militar Giuseppe Garibaldi, forman el conjunto de hombres llamados padres de la unificación italiana.
Al terminarse el periodo nacionalista, surgen corrientes muy diferentes dentro de la literatura. Por un lado una corriente regionalista, que exploraba las costumbres provincianas y las presentaba con estilo realista. La segunda manifestación volcó su punto de referencia en la lucha contra el poder temporal del pasado. En efecto, los estados pontificios, controlados por los franceses, eran los últimos que faltaban para sacar y de ese modo lograr la unidad total de Italia. El nacionalismo de esta última tendencia entro en oposición directa con la Iglesia. Este enfrentamiento se resolvió diversamente entre autores, dependiendo de sus convicciones. Mientras los más radicales expresaron abierta-mente su antagonismo con la iglesia, los más tradicionalistas retomaron los valores más conservadores de los cristianos antiguos, a pesar de todo, en su creencia.
Entre los autores que pertenecieron al último grupo, se debe destacar a Alessandro Manzoni, escritor de la obra más famosa de la narrativa italiana del siglo XIX, Los novios (1840-1842), establece básicamente en la historia de una pareja de enamorados de clase humilde en lucha contra la opresión y del destino cruel, ambien-tado en la Italia del siglo XVII, bajo la dominación española. De cierta forma prote-gido por la distancia histórica. Manzoni se atrevió atacar y ridiculizar la opresión extranjera, de todo tipo y de las diferentes épocas, aunque el paralelismo entre los hechos descritos en la novela y la ocupación austriaca en Italia, época sobrevivida por el escritor, evidencio el mensaje de la obra universal, que le valió el reconocimiento general, va haciendo la necesidad del ser humano de confiar en la actitud hacia los demás. Sus Himnos sacros (1812-1813) pusieron la firmeza de la preocupación de Manzoni por el catolicismo, que fue en aumento al ir transcurriendo el tiempo hasta enmarcar sus últimas obras, imbuidas en un sentimiento piadoso. Antes sin embargo su albergado popularismo hizo que escribiera a la muerte de Napoleón, y que fue traducida al alemán por Goethe. Escribió también, dos obras de teatro: El conde de Carmagnola (1820), centrado en la figura de un condotierro (jefe militar mercenario), al servicio de los diferentes estados del renacimiento, y Adelchi (1822), sobre el heredero del último rey de los lombardos.
La prosa clara y directa de Manzoni no recure al ornato, propia de la estética neoclásica, que no puede hallar en las obras de Foscolo y Monti. Su intercepción de un modo místico que prefigure la historia, su interés por la edad media y su conciencia de la imperfección y limitación de la existencia del ser humano lo sitúa más próximo al romanticismo, que defiende este movimiento en oposición a las con-venciones del neoclasicismo.
Manzoni se preocupó de manera sagas por la lengua italiana. A lo largo del tiempo, el voca-bulario básico italiano de Toscana fue incor-porando terminología proveniente de otras regiones. Esto estableció como resultado, según el escritor, un abultado y repetitivo vocabulario, entonces abogó durante su periodo creativo por un retorno a la lengua vernácula de Florencia, tal como se hablaba entre las clases cultas de la otrora cosmopolita ciudad-estado
Más o menos hacia la mitad del siglo, la influencia de Manzoni y del romanticismo en general sobre la cultura del país provoco una violenta reacción, que se materializo con la vuelta a un clasicismo mucho más centrado que el practicado por Monti. Esa nueva reacción se manifestó teniendo su principal representante en el poeta Giosue Carducci, que a través de sus obras se pronunció a favor la antigua Roma y como también la esperanza de la Italia unida. Toda su obra fue una abierta defensa de la estética y la mentalidad clásica, opuesta confi-gurada mente al misticismo romántico y al sentimiento católico. Fue galardonado con el premio Novel de literatura en 1906, por el contenido de su obra, entre las que poemos destacar Levie gratia (1861), Rimas nuevas (1887), Odas barbaras (1880) y Rima y ritmos (1898).
REALISMO
Obviamente, la segundad mitad del siglo XIX estuvo delineada por la creación de una parte de los escritores en contra de los estilos neoclásicos y, sobre todo, romántico, concentrados en el pasado y sus glorias. Los asiduos creadores de esta nueva corriente, que rechaza de plano la retórica y el poco realismo de los escritores de los demás movimientos del siglo, tenazmente defendieron la utilización de la lengua común y un estilo de escritura descriptivo y sencillo, con argumentos basados en las experiencias y fenómenos observables  a través de la cotidia-nidad. Los poetas con argumentos definidos y claros exaltaron esa forma de realidad y la elevaron al proverbio de la verdad. De esta concepción toma su nombre el movimiento, verismo. Que supo adoptar una importancia hasta entonces completamente desconocida a la poesía en dialectos regionales. Si bien es creíble que anteriormente se habían escrito obras trascendentales en dialecto napolitano, como Lo cunto de li cunti (El cuento de los cuentos), de Giambattista Basile, y en milanes, como las obras de Porta, los escritores realistas le proporcionaron a los dialectos un vínculo con la creación literaria. Entre ellos existe uno de más actitud, Giuseppe Giaochino Belli, que escribió en el dialecto romano, sometido al despelote reinante en la ciudad como consecuencia de la muy mala administración papal.
El movimiento verismo de una suprema impor-tancia hacia entonces desconocida a la poesía, al teatro y a la narrativa. Uno de los escritores más determinantes de esta época fue el siciliano Giovanni Verga, que escribió obras novelescas como Los malavoglia (1881) y Maese Gesualdo (1889), también se dedicó a escribir cuentos, entre ellos Cavalleria rusticana, que constituyo la base del libreto de la conocida ópera homónima de Pietro Mascagni. En estos, como en el resto de su obra, Verga llevo a cabo descripciones realistas de la vida humilde, y a veces de índole miserable, de los sufridos cam-pesinos de su isla natal, aunque ese sea el determinante telón de fondo para el desarrollo de historias de amor apasionadas y, a veces, imposibles.
Contrario al verismo, pero influido por el poeta Giovanni Pascoli que realizo textos idílicos con evocación de la vida campesina al estilo de las Geórgicas de Virgilio. Que coloco a Dante como espiritualidad religiosa. El estilo de Pas-coli se caracterizaba por la abundante retórica de sus poemas y la libertad en la métrica, que abrió la senda para el verso libre en la literatura de este país. Otro escritor que no acepto el realismo fue grande como poeta y novelista Antonio Fogazzaro quien, a pesar de ser católico convencido, estaba completamente a favor de las teorías sobre la evolución de Charles Darwin. En una de sus mejores obras, El santo (1905), escribió con su buen estilo exponiendo las formas de una actitud religiosa moderna que hizo la actitud de condena de los representantes del catolicismo. Sus novelas defienden asiduamente una salida de la crisis moral de la época a través de una revolución social apoyada por los avances de la ciencia. Entre ellas se destacan Fantasma (1881) y Piccolo mondo antico (1896), tal vez su más destacada obra.
A lo largo de la continuidad del siglo surgieron varios escritores que no se les puede clasificar dentro de algunos de los movimientos o tendencias determinantes de la época. Edmundo Amacis, con su actitud como también por su criterio, se hizo importante por sus novelas, sus libros de viaje y laburos de geógrafo. Una de sus obras más conmovedoras e interesantes es Corazón (1886), viene siendo el viaje de un imaginario escolar. En Sobre del Océano (1889), Amacis describe el problema de la emigración italiana hacia América, comparando con integridad el modo de que viajaban los pasajeros de primera clase contrastando con las tormentosas escenas de los emigrantes de las últimas clases. En 1891 este escrito se afilio al partido socialista. Su mayoría de su obra ha tenido una gran influencia sentimental en América. Carlo Collodi, por otro lado, fue el autor del libro para infantes, Las aventuras de Pinocho (1883).
El crítico más trascendental del siglo XIX en Italia fue, sin dudarlo Francesco de Sanctis, pionero de la crítica literaria contemporánea en Italia. En obras como La literatura italiana del siglo XIX (1897) y, en especial, Historia de la literatura italiana (1871), aplico convincentemente métodos sociológicos y psicológicos a sus análisis literarios.
SIGLO XX
Se extienden por toda la bota italiana cambios trascendentales, tanto de acción como de forma. Desgraciadamente varias de ellas reflejan las experiencias de los años del fascismo, mientras que, desde la culminación de la II guerra mundial, fue el realismo social el estilo dominado por esa gran época, pero gracias fue sustituido por una corriente inminentemente retrospectiva tanto en la poética como en la prosa.
LA TRANSICIÓN DE LOS SIGLOS XIX Y XX
Con la nación definitivamente unida bajo una sola bandera, el intento de expansión territorial hacia las colonias se convirtió en el predominio más importante de la política italiana en los años que hicieron el cambio de siglo. En la literatura, estrujados los conceptos nacionalistas, el interés de sus autores se desplazó desde los intereses sociales a los de tipo individual. Que los escritores más representativos de este cambio de siglo se reúnen según las variadas concepciones estéticas. El más sobresaliente de ellos y el que influyo más largamente en los ámbitos literarios tanto como italiano como europeo hasta bien entrado el siglo fue Gabriele D´Annunzio. Guiado por sus convicciones de quererse verse abarcado en un artista universal, al estilo de los del renacimiento y del realismo. De ese modo cultivo la poesía, el teatro y la narrativa, e inclusive se atrevió a escribir libretos de óperas y arengas patrióticas. Fue un destacado militar y político, que además, se interiorizo en la filosofía, en la trascendencia de las ideas de los filósofos alemanes de la categoría de Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Sus obras más destacadas son los volúmenes de poemas titulados en su conjunto Laudi (1903), la novela El triunfo de la muerte (1894) y la sobresaliente obra de teatro La hija de Jorio (1904). Influyo a varios emigrantes italianos con destino del Río de la Plata.
En esa transición de esos años hay que destacar a Italo Svevo, su obra no fue reconocida en vida. Soló años después, el periodista y novelista francés Valéry larbaud y el escritor irlandés James Joyce fueron los que supieron de la existencia de sus escritos, por ciertos libros escritos por Italo que causaron motivo de diferencia y trascendencia, se trata de las obras como Una vida (1893), Senilidad (1893) y la Conciencia de Zeno (1923)   
Entre los restantes escritores del cambio de siglo se puede citar. Guglielmo Ferrero, particular historiador de la sociología y destacado opositor al fascismo, de la cual extrajo para si una obra, sus libros más destacados son: Grandeza y decadencia de Roma (1907); el filósofo Giova-nni Gentile, que, por el contrario fue un defensor asiduo del fascismo a través de textos como Orígenes y doctrinas del fascismo (1929) y La filosofía del arte (1931); Matilde Serao destacada novelista que afirma por medio de sus profundos análisis psicológicos, patentes en El país de Jaula (1891) y la bailarina (1899); y Grazia Deledda, se le otorgó el premio Novel en el año de 1926, sus obras por las que se destacan Elias Portolú (1903)y la madre (1920), insinúan acertadamente de un modo naturalista la vida en Cerdeña, como la vida de personajes que reflejan la Italia de ese tiempo.
LA LITERATURA ANTERIOR A LA II GUERRA MUNDIAL
Suplantada de cierta manera por corrientes foráneas, en la Italia de comienzos del siglo XX a pesar de esa literatura, hubo un gran giro que tomo de lo propio el camino de la literatura y del arte, cuyo principal nexo fue el rechazo por completo a la retórica y al lirismo en la poesía. El más radical y duradero fue el futurismo. Su fundador, el poeta Filippo Marinetti, poseyó tal espíritu con el cual contribuyo a desgarrar el lenguaje y dejarlo reducido a sus esencias, ori-entado por la principal idea de sus estéticas, la de la literatura del naciente siglo debía reflejar la fuerza y el dinamismo de la industria y la vida contemporáneas, fijo el estilo de escritura que copiara la velocidad y la tensión de las maquinas. Fue un gran defensor de la inversión velica en su país en la I guerra mundial y, más tarde del diabólico fascismo.
El más destacado de los pensadores de la primera parte del nuevo siglo fue el filósofo, crítico literario e historiador Benedetto Croce, cuyo fervor se extendió por la nación y como también por todo el mundo. A través de su acertada revista bimensual La crítica (1903-1944), también de sus obras escritas, en las cuales al estar en el nivel de la filosofía, pudo sabiamente desarrollar ampliamente las teorías de Giambatistta Vico quien fue un destacado filósofo, que insistió importantemente sobre la institución del arte y de la libertad en el desarrollo de la civilización. Su acentuado idealismo estaba en oposición a las tendencias del momento, fundamentalmente positivistas. Croce defendía que cierto ímpetu defendía el concepto de intelectual comprometido con la exis-tencia pública, de ahí nace su rectitud, contraria al fascismo. Sistematizo su pensamiento concibiendo una filosofía del espíritu, que sabiamente expuso en cuatro volúmenes dedicados, respectivamente, a la estética, a la lógica, a la economía y a la historia, y que vieron la luz en 1902 y 1917. Su autobiografía publicada en 1918, es una evidencia de su existencia, espíri-tualmente rica y variada.
Como una perspectiva de la crítica, existen otras dos publicaciones periódicas que lograron actuar como foro del dialogo de los autores italianos de comienzo de siglo. Una de ellas. La voce (1909-1919), dirigido por Giuseppe Pre-zzolini, contribuyo con el emblema de modernizar la cultura italiana, difundiendo trascendentes ideas venidas de Francia, Inglaterra y toda América. Entre los cronistas y colabo-radores habituales de la Voce, hay que nombrar al pintor y escritor Ardengo Soffici y el filósofo y novelista Giovanni Papini. La segunda de las publicaciones, Ronda (1919-1923) aunque no existió tanto, se afirmó en una tendencia de modo reaccionario y una inspiración clásica. De su entorno surgieron Antonio Baldini y Ricardo Bachelli.   
Un hombre destacado de las tres primeras décadas fue el novelista y autor dramático Luigi Pirandello, que recibió el premio Novel de literatura en el año 1934. En sus obras puso elementos nuevos precedentes a acercar al pú-blico la interpretación de los actores y hacer una relación más directa entre ambos elementos de la escena. La mayoría de sus obras teatrales son dramatizaciones de antiguas historias populares y, por lo general, abordan líos filosóficos, como el relativismo y las personalidades múltiples, que el hombre de teatro siciliano coloca al descubierto a través de su sutil habilidad para poner de manifiesto la psicología de los perso-najes y de su chispeante ingenio. También fue capaz de abordar el problema de la emigración en la época de Garibaldi. Sus obras más repre-sentativas son: Seis personajes en busca del autor (1921), Enrique IV (1922), Así parece (1917) y Esta noche se improvisa (1930), en sus novelas se destacan títulos como El difunto Matías Pascal (1904)
El maldito triunfo del fascismo, con la estruendosa toma de poder por parte de Benito Mussiolini, afecto de sobremanera la vida literaria. El fascismo fracasó al creer poder crear un tipo de literatura que llenara sus expectativas. Los teatreros reaccionaron de distintos modos ante las represivas condiciones intelec-tuales y la limitación de libertad contenida en la ideología fascista. Muchos de estos hombres de teatro defendieron su poción ante el régimen de diferentes formas. Este fue el caso particular de Giuseppe Antonio Borghese, que describía la situación de Italia en una novela, Goliath, la marcha del fascismo (1937), escrita en inglés y que no fue traducida al italiano hasta diez años después. Lo mismo le sucedió  al novelista Ignazio Silone que sufrió la censura, se exilió de Italia y más tarde obtuvo reconocimiento internacional con novelas como Fontamara (1930), Pan y vino (1936). Benedetto Croce fue obligado a prescindir de sus actividades durante lo que duro el fascismo, mientras que el periodista y diplomático Curzio Suckert, que le toco escribir bajo el seudónimo de Curzio Malaparte, comenzó a laborar para el gobierno, en su cargo de alto funcionario, pero acabo renegando de Mussolini. Así, su obra de más trascendencia, Kaputt (1944), describe la degeneración moral y cultural de la Europa dominada por el fascismo.
LA LITERATURA DESPUÉS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Al culminar esta terrible guerra que dejo millones de muertos, al sobre ponerse los escritores alcanzaron cierta fama universal.
La poética estaba enmarcada, por poetas de la calidad de Giuseppe Ungaretti, que ocupo, junto a Eugenio Montale, un lugar desbordante de la literatura europea, publico un primer libro de poemas, El puerto sepultado (1916), que estableció un alzamiento de la poesía italiana. Sus obras caracterizadas por un sorprendente uso del vocabulario y unas cualidades para crear vivas imágenes de inusual intención lírica, fueron juntadas en un solo volumen titulado La vida de un hombre (1961), que esta configurado, entre otros, los poemas de los libros Alegría de naufragios (1919), Sentimiento del tiempo (1932) y La tierra prometida (1950).
Los poemas más significativos de Eugenio Montale, se encuentran en tres volúmenes titu-lados Huesos de sepia (1925). Las ocasiones (1939),  y El vendaval y otras cosas (1956). Su lírica, por la que obtuvo el premio Novel de literatura en 1975, que gesta sabiamente una actitud hacia la vida, que en ocasiones la dramatiza con pesimismo.  
Salvatore Quasimodo es otro de los poetas que brillan con su propia luz. Sus obras las que se encuentran: Y enseguida anochece (1942), Día (1942) y Dar y tener (1966), revelan una apasionada lírica conciencia de la condición extremadamente trágica de la muerte. En el año  de 1959 recibió el premio Novel de literatura.
NARRATIVA
Al terminar la bestial guerra surge en Italia un nuevo tipo de realismo ligado, en especial, al cine, que atravesó un periodo de creatividad antes desconocido, hasta el punto que empujo a la crítica a vislumbrar un término nuevo para describirlo: neorrealismo. Entre los hombres de letras que tomaron el camino de ese nuevo movimiento hay que destacar a Carlo Levi, que magistralmente expuso los sufrimientos de los campesinos del sur del país en su conocida novela Cristo se detuvo en Éboli (1946); Elio Victtorini, escritor de Conversaciones en Sicilia (1939); y Vasco Pratolini, que escribió Crónicas de pobres amantes (1947). Otros destacados hombres literarios de esta época fueron Mario Soldati, conocido por su obra Cartas de Capri (1954); el poeta, ensayista y narrador Cesar Pavese, autor de Entre mujeres solas (1949), El diablo entre las colinas (1949) y La luna y las fogatas (1950); y Vitaliano Brancati, agudo crítico de la sociedad siciliana, como dejó patente en El bello Antonio (1949). Existió, una novela aclamada porque dio origen al film, El gatopardo. Escrita por el año de 1958 por el escritor Giuseppe Tomasi di Lampedusa, se desarrolló en la Sicilia campesina, desde el desembarco de las tropas garibaldinas hasta el final del siglo XIX.
El autor Alberto Morabia es, quizá, junto a Pirandelo, el escritor italiano más reseñado. Autor de novelas y relatos cortos en los que alberga situaciones de índole humana contemporánea. Hizo de su escritura composiciones realistas e impactantes sobre los dilemas morales de hombres y mujeres atrapados en menesteres complicados socialmente como emocionales. Su obra más sobresaliente es La ciociara (La campesina, 1957), se trata de la historia de una madre y una hija en la en la Italia desbastada por la guerra, llevada al cine por Vittorio de Sica e interpretada magistralmente por Sofía Loren. Otro filme exitoso de Vittorio de Sica se basó en la novela de Giorgo Bassani, escrita en el año 1962, El jardín de los Finsi- Contini, que narra los avatares de una familia judía de Ferrara, ciudad natal del autor, durante la época del fascismo. Otros de los grandes novelistas más acentuados de la posguerra, Dino Buzzatti, realizo textos alegorices entre los cuales se destacan la novela El desierto de los de los tártaros (1940) y la obra de teatro Un caso clínico (1953). Elsa Morante, cual narra-tiva posee elementos épicos y místicos, fue la escritora de Mentiras y sortilegios (1948), que describe con acierto la vida de una familia del sur del país, y de La historia (1974), que muestra la odisea de una familia formaba por una madre asustada, un muchacho y un niño en la Roma de la II guerra mundial. Natalia Ginzburg, poeta y novelista, se ganó el  reconocimiento de la crítica por su sensible aproximación a las mujeres y a los niños de la Italia de su época, relegados a situaciones estéreotipadas de las familias; entre sus obras se puede destacar Las voces de la noche (1961) y Lexico familiar (1967). Primo Levi ejerció la profesión de químico y comenzó a dedicarse por completo a la literatura en el año 1977. Además de las memorias de su existencia en un camo de concentración nazi de Aushwitz durante la gue-rra, escribió El sistema periódico (1975), una colección de ensayos autobiográficos en los cuales empleaba la química como metáfora de la vida. Humberto Eco, docente de semiótica en la Universidad de Bolonia, a uno de sus estudios semióticos con un apasionado interés de la historia en novelas como El nombre de la rosa (1980), va siendo una narración detectivesca ambientada en el interior de una abadía medie-val que al pasar el tiempo se hizo famosísima en todo el mundo. Ítalo Calvino, escritor del Barón rampante (1957) y Las cosmicómicas (1965), alcanzó gran popularidad con sus últimas nove-las, Si una noche de invierno un viajero (1979) y Palomar (1983). La idea central de esta gran novela es que cualquier intento por compro-meter la situación del ser humano está condenada al fracaso. Leonardo Sciascia escri-bió en el año de 1977 un versión contemporá-nea de Cándido, la obra satírica de Voltaire, que Sciascia convierte a través de su narrativa en la historia de un huérfano siciliano rechazado por el mundo.
La búsqueda universal de la década de los cincuenta y la continua experiencia de neovanguardia (que de algún modo hallo expresión en el cambio alineado por el mayo de 1968) registran algunas etapas importantes: el experimentalismo de revistas como Officina (1955-1958), con Francesco Leoneti, Pier Paolo Pasolini, Roberto Roversi, Franco Fortini y otros más escritores; La revista E II menabó (1959-1967), con Vittorini y Calvino; la neo-vanguardia del grupo del sesenta y tres, que se proponía redefinir la relación entre literatura y público; Pasolini, poeta, narrador y cineasta, que estudió y elaboro los compromisos lingüísticos, propios del neorrealismo, entre lengua y dia-lecto; Franco Fortini, poeta y ensayista; el experimentalismo expresionista de Giovanni Testori y de Stefano D´Arrigo (1919); La prosa de Antonio Pizzuto, en la cual se pone en entredicho el proceso narrativo; el caso particular de Luigi Meneghello; la escritura de vanguardia de Edoardo Sanguinetti; los poetas prosistas de la neovanguardia Elio Pagliarini, Alfredo Giuliani, Antonio Porta, Nanni Bales-trini; las incentivas provocadoras ficciones de Giorgio Mabganelli, y los inacabados artificios de Alberto Arbasino.
La lirica por esta época, fue rica y compleja: coexisten una línea en la que prevalece un vínculo mucho más directo con los acontecimientos, las cosas y como un lenguaje más tradicional y una línea más moderna y de tendencia hermética, que tiene sus modelos en Ungaretti y Montale. A la primera pertenecen poetas de la calidad de Carlo Betocchi, Sandro Penna y su estampa natural en el tratamiento de las relaciones homosexuales; Attilio Bertolucci, Giorgio Caproni y, de algún modo Giovanni Giudici. A la segunda poetas de la calidad de Mario Luzi y Vittorio Sereni.
El nombre de Luciano Anceschi esta miniscuido en la línea lombarda, que comprende a poetas ligados con Milán y que se iniciaron en la posguerra, ese es el caso de Giorgio Orelli, Nelo Risi, Luciano Erba, Bartolo Cattafi. En la misma tendencia se hallan poetas más jóvenes como el caso de Giancarlo Majorino, Giovanni Raboni, Tiziano Rossi y Mauricio Cucchi. Entre las figuras más destacadas de la poética figuran Ignazio Bittitta y Tonino Guerra.
DESPUÉS DEL ACONTECIMIENTO DEL 68
Hay que poner de manifiesto que en las últimas décadas se ha delineado una manifestación en lo moderno de las industrias avanzadas y en la que la realidad se fabrica a través de actitudes y de acontecimientos dispersos y para nada contro-lables. Para definir esta cuestión se habla de posmodernismo. Un escritor estructuralmente posmoderno, incluso por si virtuosismo intelectual, hay que referirse a Humberto Eco. Mientras otros existen en lo posmodernismo con una actitud mental de resistencia: entre los cuales podemos nombrar a Paolo Volponi con su realidad y Luigi Malerba con una escritura satírica-grotesca. Existen también poetas como Andrea Zanzotto (1921), con su inquieto expe-rimentalismo; Giovanni Giudeci y la tensión moral; Amelia Rosselli y la atención obstinada que vierte en el lenguaje; Franco Loi y la poesía dialectal.
Las más sobresalientes obras están suscritas a escritores no tan jóvenes como Gesualdo Bufalino (1929-1996), Vincenzo Consolo. Sebastiano Varsalli y sobre todo Antonio Tabucchi en la prosa; mencionemos algunos hombres de la actitud lombarda Cesare Viviani (1947), Valentino Zaichen (1938). Entre los más grandes narradores sobresalen del resto Aldo Busi y Susana Tamaro.
AUTORES DE LA EDAD MEDIA
JACOPONE DA TODI
En la edad media, después de Dante, le sigue el poeta Jacopone da Todi, que llego a la vida en 1236. Miembro de una familia unida los Bebedetti, por lo que cuenta la historia parece que durante varios años ejerció la profesión de notario y que, paralelamente a una existencia galante y mundana, se ejercitó en el arte poético antes de que se entregara a la fe cristiana. Según a la tradición a la tragedia, la historia determinante que lo marco por mucho tiempo, de su mujer al caérsele encima un palco durante una fiesta. Al hallar un cilicio en el cuerpo de su esposa se impresiono de tal manera que decidió cambiar de vida y costumbres. Una vieja biogra-fía cuenta que, que desde aquel episodio. Jacopone obsequio todas sus pertenecías a los pobres y comenzó una vida errante, como fraile mendigo y penitente.
Al pasar diez años entró, como hermano laico, en la orden de los franciscanos. Al comenzar el breve pontificado de Celestino V, los espirituales, gracias precisamente a Jacopone, que había enviado al pontífice un laude, fueron reconocidos oficialmente. Pero el nuevo papa Bonifacio VIII abolió las disposiciones precedentes, y este poeta fue uno de los firmantes del tratado mediante el cual los adversarios de dicho papa, dirigidos por varios cardenales deponían a Bonifacio VIII y reclamaban un concilio. Encarcelado en palestina, Jacopone permaneció en ese lugar hasta la muerte del papa en 1303, y permaneció hasta su muerte en Collazzone, cerca de Todí.
Sus 37 Laudas, en forma de baladas en heptasílabos y octosílabos, son tanto como un fuerte anhelo de espiritualización como una representación piadosa de la realidad humana y terrena, a la que increíblemente ataca por su fugacidad y vanidad. En ocasiones, debido a su fuerza desbordante, Jacopone no va más allá  de la denuncia ardiente y conmovedora; otras veces, como en el lauda” llanto de la Madona”, una de las obras de gran prestigio que lo convierten en la más grande de la historia literaria italiana antes de Dante, trasfigura la ansiosa pasión humana ante figuras poderosamente dramáticas, enfren-tadas al misterio de la sabiduría divina.
           
ESCRITORES DEL SIGLO XVII
GIAMBATTISTA MARINO
Este buen poeta vivió entre el año de 1569 y 1625, nacido en la ciudad de Nápoles. Entre sus mecenas y protectores se encontraba afortunadamente para él, Maria de Medeci, esposa del rey de Francia. A este poeta se le conoce muy bien por ser el autor de Adonis (1623), un poema de más de cuarenta mil versos, que narra la historia de Venus y Adonis. Su espectacular y florido estilo inspiro a toda una moda literaria llamada marinismo. Una gran parte importante del resto de sus poemas se encuentra en libro La lira (1614).

TOMMASO CAMPANELLA
(1568-1629), filosofo. Giovani Domenico Campanella, su verdadero nombre, vino a la vida en el poblado de Stilo, y se formó como hombre en un monasterio dominico. Completa-mente disintió de las enseñanzas de su época y por esa razón, en el año de 1599, fue acusado de herejía por la cual fue hecho prisionero, ha  esto se le sumo otra acusación mayor como de conspiración contra el virrey de Nápoles. Por esa negativa cuestión estuvo preso veinte siete años en la prisión de esa ciudad, tal cual escribió Civitas Solis (La ciudad del sol, 1623), se trata de cierta manera, de la descripción de una sociedad ideal que expresa el modelo expresado por Platón en La Republica. Salió de su encierro en el año de 1626, pero pronto volvió a ser perseguido, por la cual huyo con dirección de Francia. La mayoría de sus propu-estas filosóficas fueron  semejantes a las adop-tadas por Rene Descartes y, mucho más tarde aún, por Kant. La totalidad de las obras de Campanella, 82 en total, abarcan varios campos de la filosofía. Algunos títulos suyos son Teología (1614) y Metafísica (1638).  
ESCRITORES DEL SIGLO XVIII
PIETRO METASTASIO
Este poeta a temprana edad realizo libretos para ópera que lo hicieron ser uno de los mejores creadores de ese género del siglo XVIII. Nacido en Roma, su nombre original era Pietro Antonio Dominico Bonaventura Trapassi. Ayudado económica por un poderoso mecenas, realizo la carrera de derecho y humanidades y, más tarde música con el compositor operístico Nicola Porpora. Su primer libreto, Dido abandonado (1724), le marco una enorme fama, que posteriormente se extendió por toda Europa, como demuestra el hecho de que en 1730 fue llamado a Viena como poeta de la corte. Sus 26 libretos fueron llevados a la escena en más de cientos de ocasiones (solamente a Artaserse se le ha puesto música unas cuarenta veces y otras composi-ciones más de setenta veces) por compositores de la talla del austriaco están los más famosos como Mozart, Bach, Handel. En los libretos del poeta se pueden hallar muy a menudo sus ideas aristocráticas, lo mismo sucede con sus confli-ctos entre la razón y sus sentimientos, situados siempre en sus connotaciones clásicas, los cuales lo llevaron a escribir para la ópera seria de ese tiempo. Entre sus obras más destacadas se encuentran Artaserse (1730), Alessandro (1731) y la Clemenza di Tito (1734) Su estilo está configurado por su admirable musicalidad y la precisión del lenguaje. Sin embargo, desde la década de mil setecientos sesenta, las reformas que Gluck introdujo en la ópera, tendentes a utilizar situaciones y argumentos más contem-poráneos, personajes con sentido más natural y un ritmo más placido y menos artificial, hicieron de los libretos de Metastasio, que resultaran más adecuados para el estilo que predominaba anteriormente, fueron quedando gradualmente anticuados.
                        CARLO GOLDONI
Este reconocido autor teatral (1707-1793), considerado a través de la historia como el fundador de la moderna comedia italiana. Tuvo la suerte de nacer en Venecia, muy chico huyo de sus padres para meterse en un grupo de teatro ambulante con el cual viajo a través de muchos lugares europeos, al regresar adquirió una amplia educación, que termino con una licenciatura en derecho por la universidad de Padua. En 1731 retorno a Venecia y comenzó a laborar como abogado y a escribir obras de teatro. Las primeras de ellas fueron tragedias, la única expresión teatral que merecía consideración y respeto en esos años.
Anqué sus tragedias alcanzaron cierto reconoci-miento, Goldoni no se encontraba satisfecho en ese medio difícil. Concibió, pues, la idea de reformar ciertas cuestiones del teatro elimi-nando las máscaras y bufonerías que eran la clave en ese entonces, y escribiendo comedias a la manera de la dramaturgia francesa del siglo XVII Moliere, pero basándose en personajes y costumbres italianas. Entre los años 1748 y 1762, este dramaturgo escribió más ciento cincuenta comedias, que van desde La vida astuta (1748) hasta las riñas en Chioggia (1762). Por el año de 1761 Goldini había dejado Venecia para irse al teatro italiano de París y en 1770 se atrevió a escribir una comedia en francés, Il burbero benefico (1849), para la futura boda de Luis XVI y Maria Antonieta. En su retiro de Versalles escribió sus memorias (1749). Le fue concedida una pensión real en 1787 pero como consecuencia de la revolución Francesa se le revocó y Goldini murió en la absoluta pobreza.
CESARE BECCARIA
(1738-1794), criminólogo, economista y jurista, nacido en la ciudad de Milán, sus acertadas opiniones se fueron formando tras el estudio de los escritores del siglo XVIII adscritos al iluminismo francés, los enciclopedistas y en especial a Charles-Lois de Montesquieu. Su principal obra, ensayo sobre los delitos y las penas (1764), basándose en él critica la severidad y abusos de la ley criminal, especialmente en la pena capital y la tortura. Alcanzo una gran fama y se tradujo a varias lenguas. Los escritos de Beccaria estimularon y proporcionaron guías jurídicas para las reformas de los Códigos penales de muchos países europeos. Además de ser el primero en defender la educación como un medio para reducir el crimen. En el tiempo que estuvo como profesor de derecho en la Universidad palatina de Milán, escribió cuentos, ensayos y varios libros sobre derecho penal.
GIUSEPPE PARINI
Considerado como un excelente poeta (1729-1799), nació en Bosisio. Hijo de una modesta familia, es nada circunstancial que tuvo que realizar sus estudios bajo la tutela del párroco local, pariente de su madre. Al cumplir los diez años, con el único fin de que estudiase para clérigo, fue enviado a Milán, a casa de una tía abuela suya, la cual pereció dos años después dejándole una pequeña renta con la condición que dijese una misa diaria en el momento que fuera ordenado como cura, claro, no hizo caso y se revelo disponiendo de la pequeña renta.
En 1752 público varios poemas, de Ripano Eupilino, que le delegaron cierta fama en los círculos literarios, hasta la convergencia, en 1754 fue admitido en la Academia de Trasformati. Entre tanto sus padres se habían reunido con él en Milán, en precarias condiciones económicas, y la situación se agravó en el momento, muerto el padre, hubo que atender a su madre, vieja, loca y sola. Se aventuró a dar clases particulares, fue copista de textos legales y, sobre todo preceptor de casas nobles, donde salió a reducir su capacidad intelectual. En el momento que discutía que acompañaban a la consolidación de la Ilustración en Italia, compuso tres odas y luego un dialogo sobre la nobleza, que al ocurrírsele ciertas cuestiones dio origen a la composición de La mañana (1763), primera parte de su gran obra, El día.
En el momento que se atrevió a escribir la segunda parte, La tarde (1765) con su valiente sátira de la nobleza decadente, Parini obtuvo un memorable éxito, aunque esto no le sirviese para mermar sus problemas económicos. Sin embargo tres años después, el conde Firmian, representante de la emperatriz María Teresa en Milán, lo nombró poeta oficial del Teatro Regio Ducale, y al año siguiente director de la Gaceta de Milán, además como profesor de las Bellas Letras en las escuelas Palatinas, donde comenzó a dar clases en 1770. Más tarde le dieron el cargo como superintendente de las escuelas públicas de Brera, y todos esos trabajos le impidieron culminar el trabajo del Día, que debía incluir el Atardecer y la Noche, en el que introducía de modo asiduo corregir y añadir. Prefirió usar el tiempo libre en la composición de sus muchas odas, cuya primera recopilación apareció en el año de 1791, y no faltó la de actitud galante, como El peligro y El don.
La revolución francesa produjo en él un efecto doble y en una aeromancia contradictoria: era totalmente partidario de los factores de igualdad y libertad (tanto que los conocidos lo tachaban de jacobino), pero también era un hombre moderado que no le gustaban los excesos. En el año de 1796, con la ocupación francesa, fue nombrado miembro de la junta municipal, pero ante su negativa referente al entusiasmo fue en poco tiempo restituido del cargo. Tuvo la mala leche de enfermarse de las piernas y de las cata-ratas que lo dejaron completamente ciego. Murió sin saber que El día, que con cierta gracia ofrece una representación descarnada de tantos aristócratas indolentes y fatuos, forma parte de la literatura que acontece a partir de las revo-luciones y su obra se convirtió en una obra prerrevolucionaria para su nación.
VITTORIO ALFIERI
Convincente dramaturgo y poeta (1749-1803), sobresalió gracias a su actitud hacia la literatura y además se le vio como un gran patriota en el escenario de la historia de su nación. Nació en Asti (Piamonte), y como el 16 o el 17 de enero de 1749, y estudio en una academia militar en Turín. Heredo una gran fortuna y a la edad de 17 años realizo varios viajes por diferentes lugares de Europa durante los cuales fue descubriendo su ideal político de libertad (en Inglaterra) y leyó y releyó los textos franceses Montesquieu, Voltaire, Rousseau con los cuales compagino totalmente. En el año de 1772 volvió a Turín, donde al poco tiempo se atrevió a escribir una tragedia, Cleopatra, que fue recibida por los lectores con mucho entusiasmo. A partir de ese tiempo se dedicó completamente a desarrollar tragedias y poemas patrióticos. Decidido se trasladó a Florencia en 1776 con el propósito de especializarse en su idioma italiano más puro que se hablaba en la provincia de Toscana, puesto que el dominaba el francés, el idioma de las clases dirigentes de Turín. En esos momentos de esparcimiento en el momento que estaba habitando en Florencia, conoció en una gran fiesta a Loise de Stolberg, condesa de Albania, de la cual se enamoró perdidamente y se convirtió en su amante. Ella le animó a escribir y fue una influencia grandiosa estabilizadora en su errática existencia.
Durante el trascurso de los días compuso 19 tragedias; Saúl (1782), la más certera, está basada en el relato bíblico de la destrucción de Saúl debido a los celos que sentía por David. Otros de sus dramas se fueron reconciliando con su escritura, Agamenón (1783), Filipo II (1783), Antígona (1788). En sus escritos más sobresalientes de ese tiempo, De la tiranía (1789) y El príncipe y las letras (1801), hacia un defensa, diciendo: que la literatura sincera solamente se podía crear en una sociedad libre. En cinco odas, publicadas de 1776 a 1783, celebro la independencia norteamericana. Pereció en la bella Florencia un ocho de octubre de 1803.
Su obra como tal, inspirada por su amor aquella mujer y por la patria, despertó el orgullo nacional y contribuyó de forma acertada a promover el movimiento italiano de independencia conocido por Risorgimento.
GIAMBATTISTA VICO
Filosofo de la historia en Italia (1668-1744). Vino al mundo en la ciudad de Nápoles, tuvo la gran suerte de ser el hijo de un librero de escasos recursos económicos, pero eso no hizo que conociera los libros y se escondiera a leer devorando libro por libro. Al crecer estudio derecho en la universidad de Nápoles, donde con el dominio del conocimiento fue nombrado como profesor de retórica haciéndolo durante cuarenta y dos años y hasta el día de su muerte. Fue también un intrépido historiador y escribió la biografía del virrey Carlos VII de Nápoles. En 1725 publico en su ciudad su obra más sobresaliente, Ciencia nueva. En este libro exponía una teoría espiral de los diferentes periodos históricos, según la cual las sociedades humanas se suceden a través de una serie de etapas cíclicas (divina, heroica y humana). En la primera etapa (edades de los dioses) surge la religión, la familia y otras instituciones básicas; en la siguiente (edad de los héroes) la sociedad es dominada, por la fuerza, por una clase aristocrática; en la última (edad de los hombres), los individuos, gracias a la razón se rebelan y logran la igualdad, pero, en el trascurso del proceso, la sociedad empieza a descomponerse y se retorna al inicio del ciclo. Vico como tal influyo en muchas teorías sociales posteriores, como Montesquieu, Augusto Comte y Karl Marx.
ESCRITORES DEL SIGLO XIX
UGO FOSCOLO
Sobre este personaje que estuvo suscrito de tiempo completo a la poética y que fue durante su existencia un defensor de su patria (1778-1827) nació reflejando en sus ojos la belleza de la isla jónica de Zante, en Grecia. Siendo muy joven se trasladó a Venecia hacia 1793 y en esa ciudad brinco a la popularidad por su obra teatral Trieste (1797). Al tratar de vivir en Nápoles, sufrió tal decepción por amigos que no lo comprendieron y por ciertos acontecimientos que pretendieron joderlo de por sí, sin que nadie se enterara desistió de la ciudad para irse a refugiar en una casa dentro de la campiña, en esa tranquilidad escribió Últimas cartas de Jacopo Ortis (1802), considerada por la crítica como la primera novela moderna italiana. Como siendo un convencido patriota italiano, Foscolo decidido se unió a los franceses para luchar contra los austriacos, que habían invadido Italia. Al culminar el conflicto volvió al mismo lugar donde concentradamente se puso en la acción de escribir, traducciones de los clásicos, así como de autores ingleses, y escribió poesía lírica. En 1806, a su regreso a Milán, escribió el poema patriótico en verso libre De los sepulcros (1820), en protesta por un edicto, con el cual hallo una muy buena reputación a nivel de la literatura. En el momento que Napoleón perdió, y los austriacos regresaron a Italia, Foscolo se vio en la necesidad de huir y exiliarse en Inglaterra, donde, hasta la fecha de su muerte, dio clases y escribió amando ese ejercicio ensayos de crítica literaria.
CARLO PORTA
Este se aventuró con decisión a escribir poesía (1775-1821) en su idioma milanés. Vio la luz en esa ciudad del norte de Italia, cuyo padre fue un modesto funcionario del gobierno imperial, quedo huérfano de madre a los tan solo diez años y fue enviado como interno a un colegio dirigido por el ex jesuita en Monza, donde permaneció hasta el momento que logro culmi-nar sus estudios, luego ingreso al Seminario de Milán con el propósito de estudiar filosofía, estando estudiando saco tiempo y escribió su primera obra de propósito dialectico. En el momento, en 1796, el archiduque Fernando abandono Milán acosado por los franceses, su padre perdió su trabajo y un hermano suyo encendido de rabia y partidario de Austria, huyo a Venecia. En 1798 Carlo lo siguió, permane-ciendo más de un año en la ciudad de los canales, donde, además de laborar como intendente de finanzas, tuvo varias experiencias de carácter amoroso. Con el restablecimiento del poder austriaco en Lombardía decidido volvió a Milán y trabajo de nuevo en la inspección de finanzas. Pero tras la batalla de Marengo, regre-saron los franceses: nació la segunda Cisalpina y más tarde la república italiana, bajo la presidencia de un Napoleón cada vez más reaccionario.  Porta se vio en la obligación de pasar de un trabajo a otro, ya harto hizo de actor cómico y al enamorarse de una linda joven contrajo nupcias.
Al no volver a escribir poesía ya que aparentemente estaba muy aburguesado, además dividido en el trabajo en el monte Napoleone, los compromisos sociales lo mantenían ocupado en sensiblerías. Al reaccionar a pesar de los disgustos de su mujer, se abandonó en su trabajo de escritor, al experimentar nuevas técnicas lo llevaron a la traducción de algunos de los cantos del Infierno de Dante.
En cuanto al ejercicio de la poesía dialectal, la retomo partiendo de las sátiras de Rabelais, siendo una poética que es la representación, al  mismo tiempo risueña y piadosa, del pueblo como tal, de los desheredados, con sus vivencias de podredumbre y abusos. Obras de este género son El nombramiento del capellán, La oración, El hazmerreír de Marchionn, confesión lupana-ria, sobre una prostituta jovencita sobre sus experiencias vivas. Esta producción fue elaborada entre los años 1812 y 1820, mientras la existencia burguesa de Porta se recorría sin sobresaltos. 
GIACOMO LEOPARDI
Poeta que también, logro ser un gran erudito (1798-1837), cuya poética fue manifestada por un bello pesimismo, unido a una increíble sensibilidad y una notable perfección fuera de lo común. Tuvo la suerte de haber nacido en recanti con los cuidados de unos padres aristocráticos  y la ayuda de preceptores privados y ya algo mayor en solitario. Además leía todo lo que se le antojara en la riquísima biblioteca paterna. Fácilmente aprendió latín, griego y hebreo y otras lenguas modernas. A los dieciocho llego a ser un erudito consumado, como un buen conocedor de la filosofía y tradujo su primer libro tratándose de la Eneida de Virgilio. Al empezar a escribir, Leopardi ya atraía la atención de ciertas personas a través de su oda patriótica A Italia (1818), pero en esos momen-tos es nombrado como el mayor poeta lírico que ha existido en Italia
En el año de 1816 entró en una profunda crisis espiritual que le hizo cuestionarse toda su formación. Si a esto se le suma la salud enfer-miza que lo indispuso toda la existencia, se entiende que escribiera la cantiga en tercetos, La aproximación de la muerte (1816), un laburo visionario en el cual el poeta siente la muerte inminente como una liberación. 1819, de nuevo lo toma la despiadada enfermedad esta vez en forma de ceguera temporal, y sin poder hacer nada y menos leer. De esa forma su carácter primero se estremeció, al tomar gordura refle-xiono tomando conciencia del contraste de su vida interior y su incapacidad para comunicarla.
Esta maligna situación le hizo no volver a sus estudios filosóficos y más bien a entregarse a la poesía de corte patriótico, como a Italia o en el momento de Dante. El cambio de actitud sobre la literatura fue trascendido por un intelecto, todo esto y mucho más cambio la postura católica por una concepción del mundo mecanista y animista. Así mismo se sentía oprimido por el ambiente familiar al cual consideraba como la causa de sus males, dejo todo y se fue a Roma, pero para nada le fue bien y regreso a Recanati sumido en la más triste depresión
Con ese sentido de los terribles acontecimientos inicio un periodo pesimista, como puede verse claramente en las páginas de Zibaldone (1817-1832), una serie de escritos de tipo personal y moral, sin la intención de que formaran un solo cuerpo, y que se publicaron después de su cuerpo como homenaje en el centenario de su nacimiento. Leopardi escuetamente manifiesta la inocencia y la felicidad del estado natural a la condición actual del ser humano, corrompido por el racionalismo moderno que, necesariamente, lleva completamente a la insatisfacción. Al volverse sus argumentos documentales ese desastre en Obras morales (1832). En el momento que logra trasladar esta filosofía a la lírica, el tono dominante, la melancolía, fijado en todo su significado escribe su más alta poesía, como El infinito, La tarde del día de fiesta, A la luna, El sueño o la vida solitaria, todos esos poemas los fijo con la tinta al papel durante el periodo trascurrido entre 1819 y 1821.
Volvió a intentar de alejarse del hogar repre-sivo, pero su salud lo traicionaba que se tenía que regresar, esto aún lo amago más. Estuvo en Milán, Bolonia, Pisa y Florencia, en esos llamativos lugares trabajo en distintas editoriales y haciendo ediciones de autores clásicos. Hizo amistad con el buen sentido de la palabra con varios personajes literarios y sobre todo con Alessandro Manzoni, que siempre lo alentó para que escribiera. A esta época de su vida corresponde la canción El Risorgimiento y el poema a Silvia, uno de sus poemas más descollantes pero a la vez más perfecto y triste.
En una de las tantas ocasiones que egreso a sus pagos hogareños, Leopardi hallo con los objetos y lugares de su infancia, esa melancolía la desbordo escribiendo La calma de la tempestad, El sábado en el pueblo, Canto profundo de un pastor en Asia, todos estos de 1829, o El pájaro solitario, que no lograría a cavar sino hasta sus últimos años. En el año de 1830 su amigo Pietro Coleta lo animo a que publicara los Cantos, es de explicar de los poemas que había venido publicando en revistas o permanecían inéditos, y que con ese acierto se convertirían en su obra más trascendente.
Al conocer a su sueño de mujer, la cual fue Fanny, que nos importa el apellido sino imagi-nar lo mágica que fue, dicen que mantuvo con ella una relación placida y que enamorado produjo algo que en él se manifestó de una forma increíble, que dejo atrás sus recuerdos de enfermizo y que al volar su imaginación escribió los poemas El pensamiento dominante (18-31) , Amor y muerte (1832), A sí mismo (1833) y Aspasia (1834), en los que el hecho del amor como tal es concebido como la superación del tedio y se afirma que el hombre no se enamora de una mujer, sino del amor mismo, o de la idea que se tenga de él.
Ante el asma turbulenta y que avanzaba deján-dolo postrado y muy mal, Ranieri con los cuidados requeridos lo llevo a Nápoles, pero la benignidad del clima para nada logro curar su cuerpo ni mucho menos su espíritu. Demasiado afligido y ansioso por una muerte que no lo quería llevar, escribió a pesar de eso, la mayor parte de sus versos satíricos, Los nuevos creyentes Palidonia el mayor Gino, Capponi y Paralipómenos. Este último una sátira seudoho-mérica sobre la lucha de las ranas y los ratones, que simbolizaban las inútiles y desordenadas sublevaciones de los patriotas italianos contra los austriacos.
Al reflejar en su espíritu lo proveniente de la vida, escribió La retama (1836) recupera su espíritu juvenil para revelarse contra esa naturaleza que lo aqueja; en los versos de El ocaso de la luna (1837) dispone para si de una atormentada tristeza.
Para Leopardi, la poesía era como una iluminación interior, pasajera y secreta. Por lo tanto la poesía solamente puede ser la lírica. Esa integra poética es una iluminación a partir de que exista una reflexión y elaboración, perfeccionando su ritmo, su musicalidad y sus imágenes.
Sus más atrayentes obras son sus idilios de la época juvenil y de los últimos de su existencia. La poesía de Leopardi no está expresada en estrofas, ni mucho menos en estructuras fijas. Sus composiciones están delineadas en versos endecasílabos y combinados con heptasílabos, una veces con rimas y otras no, reunidas en estrofas de extensión variable, con las cuales supera las formulas métricas tradicionales. Se ve claramente el transito oculto de su musicalidad de su poética, uso la puntuación de una manera muy personal, prestando especial atención a las pausas métricas y rompiendo estructuras lógicas gramaticales.  
ALESSANDRO MANZONI
Guíen a través de su vida (1785-1873) se dedicó a la novela, a la poesía y a la dramaturgia. Llego a la vida en la ciudad de Milán y se constituyó a partir de su edad madura en un observador de la historia.
Hay que constatar que a partir de 1808 sus prevalecientes ideas, sufrieron un cambio ya que contribuyeron en varios hechos. El más sobresaliente fue su matrimonio con Enrichetta Blondel, que por ella de cierta manera el cambio de calvinista a católico, este despercudiéndose hizo pública su adhesión al catolicismo. Esta conversión establece el principio de la poesía suya, en la que se combina el patriotismo y el devoto catolicismo. Muestra palpable de ello es el volumen de poemas con este criterio, Los himnos sacros (1815), en los que pone de manifiesto las fiestas sacras principales del año litúrgico, pero que no pudo concluir, ya que de las doce celebraciones solo escribió cinco. Entre las obras de corte patriótico las odas a la muerte de Napoleón, El cinco de mayo (1821) y Marzo (escrita en el año de 1821 que no pudo publicar hasta 1848), sobre las dispendiosas revueltas de ese mismo año.
A este mismo periodo están las tragedias roman-ticas Conde de Carmagnola (1820) y Adelchi (1822). Sin embargo su fama universal de debe a Los novios (1823) que Manzoni por obvias razones modifico y público por entregas desde 1840 a 1842. A la edición definitiva y completa de 1842 le agregó el apéndice Historias de la colonia infame, que retoma la descripción del lazareto que se hace en la novela para docu-mentar la peste de 1630. En una gran novela histórica de episodios románticos sobre la vida de Milán bajo el yugo español, durante el siglo XVII. Considerado un clásico de la literatura universal, sentó las bases de la narrativa mo-derna e influyo sobre muchos novelistas posteriores.
Manzoni en su forma diligencio la historia de la pareja de humildes y bondadosos campesinos que no pueden contraer matrimonio, a pesar de su amor, debido a que el señor español, don Rodrigo, se ha encaprichado con la muchacha, para ejecutar una semblanza de la tiranía austri-aca, extrajera también, de su época. Junto a estos tres personajes, descritos con caracterís-ticos rasgos psicológicos, destacan además al cura don Abondio, Timorato y lleno de todas las debilidades humanas, Fray Cristoforo, el fraile capuchino defensor de los débiles o el indómito (el innombrable), el terrible bandolero que se redimirá antes de cometer su último delito. En esta novela, de sentido realista y deambulatorio en un recorrido de sentimiento cristiano y patriótico, donde el peso de la Providencia está más que asumido en connotaciones relevantes.
Entre 1830 y 1859, Manzoni enérgicamente logro escribir el tratado Sobre la lengua italiana, que no se sabe por qué motivos no logro terminar. Sus claros objetivos eran afrontar el proble-ma de la naturaleza del lenguaje, definir cuál era la verdadera lengua italiana y establecer los fines literarios y civiles de una lengua nacional unitaria.
Disponiendo del criterio, él reconocía que todos los dialectos eran merecedores categóricos de la lengua, pero para llegar a la lengua nacional que favoreciera la unidad territorial lo más practico era adoptar para Italia el dialecto que abundara en estilo y en cultura, por eso proponía el flo-rentino. No se refería al florentino de los clási-cos, sino al hablado en su tiempo ya que era el que más se adaptaba a las necesidades de la sociedad contemporánea.
GIUSEPPE GIOACHINO BELLI
Con el esmero necesario se dedicó de lleno a la poesía, siendo un gran protagonista, junto a Carlo Porta, de la poética dialectal de comi-enzos del siglo XIX. (1791-1863. Nació en la capital italiana. Escribió sonetos en dialecto romano que tiene como tema principal las personas de su ciudad. Relativamente tuvo una niñez algo complicada tanto en Roma como en Nápoles, donde se vio obligado a huir tras la ocupación de su ciudad por los franceses (1798). En el momento de la restauración del poder regreso a Roma, pero sus condiciones no mejoraron debido a que perdió primero a su padre y luego a su madre. Huérfano tuvo que abandonar los estudios y dedicarse a varios trabajos, muy modestos. En el año 1816, gracias al matrimonio con la noble y adinerada María Conti, sus circunstancias tuvieron un cambio notable: comenzó a realizar viajes conectándose con románticos milaneses (conoció la poesía de Porta, un precedente fundamental para su actividad de poeta dialectal) y con la vuelta del gabinete Vieusseux de Florencia. Al quedar viudo en 1837, como era lógico perdió casi todos los privilegios sociales y económicos. En el año de 1848 fue un riguroso censor político en Roma: sus posiciones pueden definirse como decididamente reaccionarias. Pereció de repen-te, luego de pedir a su hijo que destruyera los sonetos que iban hacerlo famoso.
Extraordinario escritor en lengua italiana a imitación de las óperas de Vincenzo Monti, además de autor y actor de teatro, publico sus poemas dialectales y se vio obligado a trabajar en una miscelánea llena de interesantes anotaci-ones. Pero mucho más interesantes fueron las 2.269 composiciones en dialecto romano, que muestran a grandes rasgos su maestría como escritor, no el austero y poco fantasioso autor en la lengua oficial, no al político reaccionario, sino al violento y rebelde acusador, el idealista, el contestatario, el defensor de la plebe, a la que dedico lo que él llamaba un monumento poético. De hecho, sus esplendorosas composiciones representan escenas de la vida popular. Retratos llenos de vida, historias cómicas, aunque vestidas siempre de la amargura de quien  posee una visión profundamente pesimista y trágica de la existencia.
Él escribió una poesía con alineadas tonalida-des, muy original con respecto a la tradición italiana, hace hincapié en la demostración de la elección del dialecto. En aquellas poesías no están los temas religiosos. Inclusive la muerte es objeto de burla, con un tratamiento irrisorio. Como elemento rescatable y positivo, surge de él una representación realista del mundo popular romano, bien elegido en su tratamiento de características reales (sobre todo lingüísticas), aunque en el fondo un poco idealizado: las figuras de los hombres del pueblo de respuesta tal vez rápidas, astutos y hábiles en el manejo del cuchillo o de la navaja, están embrolladas de un valor de carácter que los hace protagonistas de una épica rebajada, modesta, en el fondo pobre en el sentido económico y cultural.
EDMONDO DE AMICIS
Su obra se destacó por esa narrativa audaz y sus crónicas periodísticas de un pulso exacto (1846-1908). Vino al mundo en la pequeña población de Oneglia y pereció en Bordighera. Un indiscutido y apasionado patriota, luego de estudiar en el Liceo de Turín se vio forzadamente a apuntarse en la escuela militar de Módena. La experiencia como soldado le da para escribir sus primeras crónicas y a escribir su libro La vida militar. Dándose cuenta del éxito que le ha relegado la novela se dedica de lleno a la literatura y al periodismo, y, como corresponsal de la Nazione de Florencia, realizo un largo reportaje sobre España que publico en forma de libro en 1873. A este le continuaron otros cinco libros de viaje (entre ellos Holanda, Marruecos, Constan-tinopla), todos entre más o menos tres años de diferencia), que lo consolidaron como periodista.
Todo éxito se debe a un solo título: Corazón (1886). La obra está constituida como a manera de diario escolar, tratándose del joven Enrico que está cursando el tercer año, anota los acontecimientos principales del año, entremezclados con las cartas a sus padres y con los cuentos mensuales, algunos de los cuales han alcanzado un éxito sin precedentes (el pequeño centinela lombardo, de los Apeninos a los Andes). Son relatos patéticos y conmovedores, y en la realidad de todo el texto esta como construido para provocar la emoción y las lágrimas del joven lector; de esa manera, De Amicis intentaba que sus lectores participaran de los valores morales y sociales, indispensables para llevar una buena existencia y convertir a Italia en un país ético. La popularidad del libro fue enorme, que en dos años alcanzo a hacerse 14 ediciones y con el accionar del tiempo se han hecho muchas traducciones a varios idiomas.       
LA LITERATURA EN EL SIGLO XX
BENEDETTO CROCE
Influyente filósofo, historiador y político (1866-1952, uno de los intelectuales más destacados de su nación durante la primera mitad del siglo XX. Nacido en Pescasseroli (L´Aquila) por obligación cursó estudios en varias escuelas católicas y la Universidad de Roma, sin ameritar mucho su formación en teología cristiana, él filósofo convencido adopto durante su existen-cia una posición vinculada al ateísmo y a lo anticlerical. En 1903 con ayuda de varios amigos logro fundar el periódico La Crítica, donde publico casi la totalidad de sus escritos. Elegido miembro del senado italiano en el año de 1910, años más tarde fue ministro de Instrucción Pública (1920- 21) y ministro sin cartera (1944). Detestando el fascismo, se pro-nunció en contra del gobierno de Mussolini, tuvo por eso ciertas dificultadas que con inteli-gencia pudo superar. En 1947 fundo el instituto italiano de Estudios Históricos.
Croce fue un asido amigo del sistema filosófico desarrollado por el filósofo idealista alemán Hegel. Diciendo con esa amplitud de filósofo al conjunto intervenido por su propio pensamiento con esa filosofía del espíritu, pudo expresar sus propias ideas en una tetralogía homónima, que integraron: Estética como ciencia del concepto puro (1905), Filosofía de la práctica en sus aspectos económico y ético (1909 y teoría e historia de historiografía (1917). Estos cuatro textos (que versan como sus títulos lo indican sobre lógica, estética y ética y filosofía de la historia, entre otros temas) dicen por si mismos sobre el pensamiento de Croce como un sistema unificado que guía su claro concepto de poder creativo de los seres humanos.
Su teoría estética se estableció en la creencia de que el arte, como forma de creatividad, es un criterio supremamente revelador que las mismas ciencias y que la belleza en el arte depende del hecho de trasladar con aciertos a formas comunicables de una percepción fundamental en la mente del artista. En su análisis de la lógica, como sistema de relaciones universales, con las formas más concretas de intuición individual. Crea en libre albedrío y en un modo de vida basado en la apreciación de lo bello, supo interpretar como la filosofía en movimiento a la historia, una visión del pasado en términos del presente. Al concebir a los historiadores como trascendentes comentadores de los hechos humanos y de la naturaleza con relación a causas y efectos, concebía que la historia debiera ser el reino de los filósofos. Otras obras de su autoría son: Ariosto, Shakespeare y Corneille (1920) Historia de Europa en el siglo XIX (1933) y Croce, el rey de los aliados (1951), extractos de su diario desde 1943 hasta 1944.
GABRIELE D´ANNUNZIO
Este hombre se desempeñó como poeta, nove-lilista y dramaturgo (1983-1938), a pesar de que algunos críticos consideraban que su obra ha perdido vigencia, su extraordinaria forma de escribir esas palabras a sensaciones resulta inne-gable. Su peculiar y florido estilo sabiamente refleja lo romántico de sus escritos y su personalidad.
Gabriele nació en Pescara, en la región de los Abruzos, el 12  de marzo del año 1863, y realizo sus estudios primeramente en Florencia y después asistió a la Universidad de Roma. Al estar en esa ciudad en sus tiempos libres los dedico a escribir ensayos para el diario Tribuna. Al retirarse de sus estudios de filosofía empezó a escribir poesía, su primer libro Canto nuevo (1882), un texto de poemas a cerca de los goces de la vida; más tarde se dedicó a la novela, y pudo publicar El triunfo de la muerte (1894), en este volumen en el cual se pueden encontrar coloristas descripciones de la vida en los Abruzos su región.
A partir de 1998, lo atrapo la representación teatral. Durante una aventura amorosa con la actriz Eleonora Duse que se prolongó por varios años, en ese entonces al estar enamorado tuvo un nuevo impulso y su escritura se dispuso en el libro Gioconda (1898) y Francesca da Rimini (1902). La novela El fuego (1900), es una conformada narrativa, que describe de una relación tormentosa. Luego escribe una obra de teatro titulada La hija de Jorio (1904), considerada por varios críticos como su obra teatral más sobresaliente, fue inspirada por la existencia de los campesinos allá en Abruzos.  La decepción con los amigos y los conocidos y además al estar en la ruina total, que al pensarlo se decidió cambiar de rumbo e irse a Francia. Durante su estancia en ese país se atrevió a escribir varias obras en francés; por la cual lo reconocen es una pieza teatral llamada El martirio de San Sebastián (1911), para esta obra el compositor francés Claude Debussy compuso una música incidental.
Este escritor sirvió con cierta heroicidad en el ejército italiano en la I guerra mundial. En el momento que se terminó la guerra gozo de una buena popularidad, al encabezar las tropas que ocuparon Fiume (en la actualidad Rijeka, ciudad de Croacia) desafiando a las potencias aliadas. Al ser obligado a entregar la plaza, se fue a Garda donde se retiró del putelar ruido, donde vivió hasta el día que pereció.
ITALO SVEVO
Este escritor empezó a los veinte tres años a escribir novelas, en ese sentido fue el pionero de la novela psicológica en Italia (1861-1928) y como también el que a partir de su narrativa utilizo las teorías del psicoanalista Sigmund Freud.
Su seudónimo literario fue Ettore Schmitz, llego a la vida en el año 1861 en la ciudad de Trieste, que por esa época formaba parte del imperio Austro-Húngaro. Siendo muy joven se vio obligado a interrumpir sus estudios ya que su padre quedo en bancarrota. Svevo se vio obli-gado a trabajar como empleado de banca durante una larga temporada y, más tarde, en el negocio de pinturas de la familia de su esposa. Ella no se lo impidió, sin embargo se atrevió a escribir sus primeras novelas, Una vida (1893) y Senilidad (1898), que fracasaron totalmente, tanto por la crítica como por la publicidad. En 1907, el escritor irlandés James Joyce, que habito una larga temporada en Trieste, le dio clases de inglés, Italo tomo valor y un nuevo aire para escribir una novela, La conciencia de Zeno. Pereció unos años más tarde, en 1928, dejando inéditos varios cuentos y parte de una novela, Il vecchione. Svevo a partir de su escri-tura logro un estilo informal, cargado de ironía, usando el dialecto de su región y logrando des-cribir los pensamientos y los recuerdos de sus personajes, lógicamente basados en su propi existencia. Al ser de origen judío tuvo muchos problemas, como también se vio aislado del ambiente literario de ese tiempo. Sus novelas, que giran alrededor de los detalles de la vida diaria, y de la complejidad de las motivaciones humanas, casi no ejercieron influencia hasta que por fin en la década de 1970 fueron redescu-biertas por un editor aprovechado.
GRAZIA DELEDDA
Se destacó como una excelente escritora, que escribió novelas (1871-1936), perteneció como figura activa al movimiento naturalista. Nació en Nuoro (Cerdeña), al casarse supremamente joven, desde ese día hábito en Roma. De una escritura suelta y definida, produjo varias nove-las y cuentos que en la mayoría de sus escritos están presentes los momentos duros de la vida, como también los conflictos emocionales de los habitantes de su isla natal. Elias Portolú (1903) es una novela que muestra claramente la historia de un ex presidiario enamorada de su cuñada. Cosima (1937) Esta en cambio, es una obra de carácter autobiográfico. Su novela más destacada, La madre (1920) explora la relación de un cura y su madre, a la que venera amorosamente; mientras que, Cenizas (1904) trata también de una madre y su hijo, aunque desde un concepto muy diferente. En 1928 Deledda le adjudicaron el Premio Novel de literatura.
FILIPPO MARINETTI
En el trascurso de su existencia no realizo otra cosa que escribir, poesía, obras teatrales (1876-1944). También fue un activista político, fundador y exponente del futurismo. Tuvo la suerte de haber nacido en la ciudad egipcia de Alejandría el 22 de diciembre de 1876, y estudio en esa ciudad como en París, Padua y Génova, universidad de esa última ciudad lográndose licenciarse en leyes en el año de 1899. Su frenética vida hizo que tuviera diferentes periodos en Francia y otros en Italia, y escribió algunas obras en francés, su primera composición fueron varios poemas que se publicaron desde el año 1898, en un principio en  diferentes revistas literarias, y al trascurrir el tiempo, en su propia revista llamada Poesía, que fundo con varios amigos poetas, en el año de 1904. Al querer escribió teatro lo hizo a partir de ver diferentes puestas en escena y leer sobre dramaturgia y obras teatrales, de esa forma escribió Muñecas eléctricas (1909), publicada en Italia con el título de Electricidad sexual, que puso el tema de los robots en el escenario una década antes, incluso, de que Karel Capek utilizara por primera vez la palabra robot. Al realizar con su escritura el Manifiesto de la literatura futurista (19-10), que abarca el peligro, la energía, el valor y la guerra, rechaza los museos, las universidades, las bibliotecas, las mujeres, la moral convencional. Temas estos últimos que argumento su novela Mafarka el futurista (1910) dispuesto también en varias obras teatrales breves, “sintéticas”, de carácter experimental. El futurismo fue un movimiento artístico y literario, que permaneció vivo hasta la década de 1940. Este gran escritor escribió una poesía complicada que generó controversia, y público un libro de poesía llamado Guerra, que es el mismo delirio de la guerra como tal.  
Al estar equivocado ingreso en el Partido Fascista 1919, y decanto al decir, que él era la extensión natural del futurismo, sobre todo en sulibro Futurismo y Fascismo (1924). Algunos se atrevieron a decir que uno de los propios fascista lo asesinaron en 1944.
LUIGI PIRANDELLO
Este escritor que se dedicó a escribir obras de teatro, considerado por muchos críticos como el más trascendental autor teatral de la Italia del periodo de entreguerras.
Luigi vino al mundo el 28 de junio de 1867 en Agrigento, Sicilia, curso las carreras de literatura en las universidades de Roma y Bonn. Fue profesor de literatura italiana en la escuela Normal Femenina, entre los años 1897 y1921, en el momento que se pudo dedicar de lleno a escribir, se hizo supremamente conocido en 1921, en el momento de su publicación de Seis personajes en busca de autor (1921) y se le otorgó el Premio Novel de literatura en el año de 1934. Murió dos años después, el 19 de diciembre de 1936, en la capital italiana. Las obras de más trascendencia de Pirandello, son las obras teatrales, cuyos personajes, profesores, propietarios de pensiones y curas, los cuales solían pertenecer a la clase media-baja. En estas obras de promueven las ideas filosóficas del autor, como la existencia de un arraigado conflicto entre los instintos y la razón, que hace que las personas vivan grotescas incoherencias; igualmente consideraba que las acciones concre-tas no son ni buenas ni malas en sí mismas, que lo son según el modo en que se les mire; y, por último, asegura que un individuo no posee una actitud y una personalidad definida, sino muchas, dependiendo de cómo es juzgado por los que entran en contacto con él. Sin fe en ninguno de los códigos morales, políticos y religiosos establecidos, los personajes que el vislumbro hallan la realidad solamente por sí mismos, al hacerlo van descubriendo que ellos mismos son fenómenos inestable e inexplicables.    
Pirandello expuso su profundo pesimismo y su pesar por la condición confusa y sufriente de la humanidad a través de su humor irónico, de todas maneras este es igualmente macabro y desconcertante. La sonrisa que provoca procede más bien de lo embarazoso, y a veces amargo, que resulta reconocer los aspectos absurdos de la existencia. Fue un gran innovador de la técnica en escena, ignorando las formas del realismo, prefirió usar libremente la fantasía con el fin de crear el efecto de su gusto. Ejerció una marcada influencia al liberar al teatro contemporáneo de las gastadas convenciones que lo regían, más bien preparar el camino al pesimismo existencialista de Anouih y Sartre, así como a las obras del absurdo de Ionesco y Beckett, como también al teatro en verso, de carácter religioso, de Eliot.
Entre las otras obras teatrales de Pirandello se pueden destacar El placer del ser honrado (1917) Así es si así os parece (1917), Enrique IV (1922) y Esta noche se improvisa (1930). Paralelamente a estas obras de teatro, escribió narraciones breves que fueron reunidas bajo título general Cuentos para un año (1933) y la novela La excluida (1901).
IGNAZIO SILONE
Determino su manera de presentarse con el seudónimo de Secondo Tranquilli (1900-1978), se dedicó con candor al ejercicio de escribir primeramente artículos y crónicas para diarios. Nació en Pescina, provincia de L´Aquila, siendo bastante joven se unió a las Juventudes de Italia en el año de 1917 y al transcurrir el tiempo, en 1921 fundó el Partido Comunista Italiano, y trabajo como editor en varios periódicos políticos de izquierda, tuvo la necesidad de abandonar el partido comunista en 1930, ya que debido al régimen fascista que lo persiguió por sus ideas se vio forzado a exiliarse en Suiza. Regreso a Italia en 1944, convirtiéndose en un activo miembro del partido comunista. En cierto tiempo del día se dedicó firmemente a escribir, pero sus novelas más trascendentales que escri-biera en el exilio son Fontamara (1930) y Pan y vino (1936). Ambas conciben un modo realista de la escritura, que describen la vida de los campesinos italianos, durante ese tiempo llevo una existencia oprimida y rechazada. Entre sus últimas realizaciones se hallan la obra teatral Y se escondió (1945) que continua la misma línea de Pan y vino, y una colección de narraciones cortas y ensayos, que se encuentra en el libro Salida de emergencia (1965).
ESCRITORES POSTERIORES A LA II GUE-RRA MUNDIAL
GIUSEPPE UNGARTTI
Durante su vida, se dedicó a escribir poesía y a la docencia de la literatura (1888-1970), nacido en la bella Alejandría, Egipto, el 10 de febrero de 1888. En el momento que estudiaba en el Colegio Suizo de su ciudad natal, se familiarizo con la literatura francesa, la cual lo dispuso para vivir dos años en París, aprovecho ese tiempo estudiando en la Universidad de la Sorbona, estando en esas trabo amistad con poetas de la categoría de Apollinaire, Péguy y Valéry. Su  negativa experiencia como soldado en la I gue-rra mundial luego de vivir ese desastre humano, lo inspiro a escribir sus dos primeros libros de poemas, El puerto sepultado (1916), en italiano, y La guerra (1919), en francés, ambos con un estilo conciso en que los poemas están formados por muy pocas palabras, y posen en común en que en ambos empezó a tratar un tema que predominaría en todos sus escritos, el de la ausencia de hogar o patria. Luego trabajo en el ministerio de Asuntos Exteriores en la capital italiana desde 1921, se convirtió al catolicismo, no se sabe por qué…, comenzó a laborar como docente de literatura italiana y al desistir de la enseñanza se metió como periodista primera-mente en San Pablo (Brasil) y luego en Roma en 1959. Tanto en esa época como después, publico varios libros de poesía, entre los cuales se destaca la serie La vida de un hombre (1942-1961), que le aporto una muy buena reputación como uno de los fundadores del hermetismo, movimiento que exalto la poética basado en los sentimientos personales, y al que pertenecieron también Eugenio Montale y Salvatore Quasi-modo. Ungaretti tradujo con exactitud vertiendo al italiano obras de la grandeza de Fedra de Racine, una colección de sonetos de Shakes-peare, poemas de Mallarmé y de William Blake. En la noche del 1 al 2 de junio de 1970 pereció en Roma.
EUGENIO MONTALE
De joven le imprimió toda la voluntad a escri-bir poesía, crítica literaria logrando un éxito grandioso (1896-1981), por esa razón le otorgaron el Premio Novel de literatura. Llego al mundo en la ciudad de Génova, de joven forzadamente combatió en la primera guerra mundial, al terminar esta tragedia humana fue nombrado en Florencia como director de la biblioteca Gabinete Vieusseux, laburo que aban-dono en 1938 a causa de sus convicciones antifascistas. Durante como diez años combino las traducciones con sus escritos, logrando hacer traducciones increíbles al italiano de escritores ingleses y norteamericanos, y por ese año de 1948 comenzó a escribir crítica literaria y musical para el Corriere della Sera, el diario de Milán, a la vez publico cinco libros de poemas, entre los cuales se destacan Huesos de sepia (1925), Las ocasiones (1939) y El vendaval y otras cosas (1959), todos esos textos reeditados en un solo libro, Poesías. Montale desde muy niño fue un lector paupérrimo que devora a la vez varios libros, abordando diversos estilos y temas de la literatura universal, como el futurismo, el simbolismo, el dada y el surrealismo, fue amante de cierta manera de lo que escribió Marcel Proust y T.S. Eliot. Como también formo parte del hermetismo, movimiento poético que trataba de encontrar profundas emociones, a veces en alegorías medievales, y se infundía en su propia mística. Para los herméticos como su amigo Giuseppe Ungaretti o Arturo Ofri, la poesía es imposible que se capte de un modo racional o intelectual, sino por lo bello de la emoción y del sentimiento.
SALVATORE QUASIMODO
Como los dos anteriores poetas, se distinguió por su excelente composición poética y crítica en cuanto a la literatura (1901-1968), nació en Modica, Sicilia. Empezó a posesionarse en la escritura mientras trazaba caminos en su desempeño como ingeniero. A los 37 años de edad ya había publicado varios libros de poemas, en el momento que termino el último de los textos fue nombrado como crítico teatral del diario Il Tempo. Se atrevió a fundar la escuela hermé-tica, siendo prácticamente obligado a no escribir criticas abiertas contra el fascismo, si lo hizo haciéndolo de un modo velado, utilizando complejas simbologías que los ignorantes fascistas no entendían. Al pasar el horror de la guerra su escritura se hizo más comprometida y expreso abiertamente su oposición al régimen fascista, sumados los horrores de la guerra y el sentimiento de culpa experimentado por el pueblo italiano, esto está muy bien expresado en sus libros como Día tras día (1947).
Al sucederse el tiempo, en el año de 1961, apareció una recopilación sobre sus escritos de teatro, además, en todos esos años, Quasimodo llevo a cabo logradas excelentes traducciones de clásicos griegos y latinos, como Homero, Virgilio, Catulo, así como de Shakespeare y del chileno Pablo Neruda además de otros poetas modernos, fundamentalmente británicos y norteamericanos. Recibió el Premio Novel de literatura en 1959 por expresar la trágica experiencia de la época de la guerra parricida. Su primera colección de poemas fue Aguas y tierras (1930) y a los pocos años, Erasto y Apollión (1936) estos dos textos poéticos lo convirtieron el máximo exponente del hermetismo. Su tierra natal la describió con ardor y está presente en su mayora de sus obras poéticas, como Nuevas poesías (1936-1942) o Y enseguida es de noche (1942). Como poeta vitalicio se mostró en La vida no es un sueño (1949), La tierra incomparable (1958) y Dar y tener (1966).
EL NEORRALISMO DE CARLO LEVI
Carlo desde muy joven estaba dispuesto en asumirse tanto en la pintura y escritura (1902-1975(, logro totalmente el reconocimientos de la crítica y de muchos personajes de la vida italiana, fue nombrado senador de la república. Su nombre está ligado a la novela Cristo se detuvo en Éboli (1945), violento y extraordina-rio descubrimiento del sur pobre en los años difíciles y dramáticos en que el régimen fascista lo condeno al destierro en Lucania por la razón de ser judío y militante de Giustizia de liberta. El estrepitoso choque con esa tierra de antiguos y casi míticos arquetipos se vio reflejado en páginas absolutamente nuevas en el panorama literario de Italia: el mundo campesino, cerrado en cuanto a visión en su aparente inutilidad, era descifrado por un intelectual burgués progresista en una prerrogativa inédita y con instrumentos críticos de una inmensa originalidad. El éxito editorial fue fecundo y se anticipó en varios aspectos, entre el público no especialista en la Italia de la posguerra, a las ciencias sociológicas y antropológicas. Ensombreció, sin embargo, las otras obras de Levi, que hacen saber sobre su originalidad y profundidad cómo escritor, desde el Reloj (1950) algo sobrado y casi profético análisis de la tendencia al compromiso que caracterizaría durante varias décadas a la vida política italiana, hasta los ensayos sicilianos Las palabras son piedra (1955), desde los pasajes escritos en Rusia y en Alemania durante difícil posguerra. El futuro tiene un corazón antiguo (1956), La noble noche de los tilos (1959), hasta el regreso de los arquetipos, a la presencia de lo arcaico en la Cerdeña, De toda la miel se ha terminado (1964).
ELIO VITTORINI
El cual de joven se empezó a empecinar en el oficio de las letras (1908-1966) por eso fue un reconocido novelista, traductor, como también editor y poeta. Ingreso a la vida en Siracusa, Sicilia, el 23 de julio de 1908. En el momento que estaba estudiando, fue corrector de pruebas y reportero en Florencia, a partir del año 1929, y publico por ese mismo año un libro de cuentos, Pequeña burguesía (1931). Por el año de 1935, luego de que el diario Solaria, en el cual había publicado fragmentos de su poema precomu-nista El clavel rojo, fuera puesto en clausura por el régimen fascista, decidió que sería menos arriesgado para él seguir su trabajo de periodista en Milán, donde estuvo traduciendo a D. H. Lawrence, a Poe y a otros autores de la lengua inglesa. En su novela Conversación en Sicilia (1939) pone de manifiesto a un joven que regresa a su tierra para considerar su pasado, se deja sentir la influencia de escritores de la valía de Ernest Miller Hemingway, de quien fue amigo. Por formar parte de la resistencia antifascista fue puesto prisionero y paso encar-celado dos largos años, de 1943 a 1945 que fue liberado por los aliados.
Al recobrar la libertad, se afilio, junto con su cuñado, el poeta Salvatore Quasimodo, en el partido comunista italiano, Vittorini continuo laburando en Milán para diferentes editoriales, en esas revistas promocionaba la escritura de talentos jóvenes, como Leonardo Sciascia e Italo Calvino. En las últimas novelas que escribió, especialmente en Las mujeres de Messina (1949), íntegramente examino los cambios profundos que se dieron el siglo XX en su isla natal. Vittorini pereció debido a padecer un cáncer en febrero trece de 1966 en Milán.
CESARE PAVECE
Por un buen tiempo estudio filología inglesa en la Universidad de Turín (1908-1950), en el momento que termino dicha licenciatura empezó a escribir novelas y vivió con lo que le pagaban de sus traducciones de los escritores norteamericanos Sherwood Anderson, Gertrude Stein, John Ernest Steinbeck y Ernest Miller Hemingway, en esa misma época cuando podía disponer de tiempo se ocupó también de escribir crítica literaria. Fue un activo hombre de letras que lo llevo a fundar con otros personajes de su estirpe literaria a fundar la editorial Ribaudi, en la que permaneció como editor hasta su muerte algo prematura. Sus temas antifascistas publicados primeramente en la revista La Cultura, insanamente lo pusieron directamente en prisión, donde escribió gran parte de sus obras. Durante la resistencia antifascista. La narrativa de Pavese se establece, en hechos conflictivos de la vida contemporánea, como también la búsqueda de la propia identidad, es el caso de La luna y las fogatas (1950), destacados por muchos como su mejor novela. Su más escalo-friante libro de poemas Vendrá la muerte y tendrá sus ojos (1951). Pavese se suicidó en un cuarto de hotel, después de haber recibido un premio literario por su texto El bello verano 1949). Más tarde, en el año de 1957, se creó un premio literario con su nombre para honrar su memoria. Las mejores y más conmovedoras páginas de Pavese se hallan en un diario, que fue publicado póstumamente, en el año de 1952, con el título El oficio de vivir.
GIUSEPPE TOMASI DI LAMPESUSA
Fue un escritor que por causas ajenas a él estuvo alejado de la atmosfera literaria italiana, pero a pesar de eso fue un escritor notable (1896-1957), nació en Palermo, cuyo nombre estuvo relacionado con una novela. El gatopardo. De antigua e ilustre familia siciliana, gracias a sus padres tuvo una educación cosmopolita. Duran-te una de sus largas permanencias en Inglaterra, donde un tío suyo fue embajador, conoció a una baronesa báltica, doctora en psiquiatría, con la cual contrajo nupcias. Gran conocedor de la cultura inglesa y francesa, vivió a apartado en su propio mundo en Palermo, prácticamente ajeno de la sociedad literaria de ese momento, y en esa soledad concibió El gatopardo, que en el poco trascurso del tiempo de la expedición de los Mil y de la unificación de Italia, con breves referencias de los años posteriores, describe la decadencia de un mundo, el de la gran aristocracia siciliana, resumido y dominado por la interpretación del protagonista, el príncipe Fabrizio salina, basada en la del abuelo del autor (en la versión cinematográfica realizada por Luchino Visconti en 1963, ese papel fue interpretado por Burt Lancanter), Rechazada por Elio Vittorini, editor de la editorial Einaudi, la novela fue publicada póstumamente, en 1958, por Giorgio Bassani en la editorial Feltrinelli y constituyo el más clamoroso caso de las posguerra y el primer best seller italiano.   
ALBERTO MORAVIA
En sus primeros tiempos uso el seudónimo de Alberto Pincherle, para sus obras (1907-1990). En el momento que fue joven y mientras se recuperaba de una tuberculosis, empezó a escribir sobre las dificultades morales de las personas socialmente alienadas y atrapadas por las circunstancias. Su escritura estaba basada por un estilo austero y realista, presente en su primera novela, Los indiferentes (1929), con la cual tuvo un éxito rotundo, sin embargo, otra novela de su autoría, La máscara (1941), una sátira sobre los dirigentes fascistas de la II guerra mundial, por escandalosa fue prohibida por las autoridades italianas y Moravia se tuvo que esconderse para zafar de la prisión. Luego al pasar la guerra escribió Agostini (1945), sobre las tribulaciones de la adolescencia; La romana (1947), una novela cuya protagonista es una prostituta; y la colección de narraciones breves El amor conyugal y otros cuentos (1949), en los que hace una reflexión profunda de prospección psicológica. En su obra más reconocida, La campesina (1957), se basó en sus propias experiencias para configurar la historia de los refugiados italianos. El aburrimiento (1960), muestra con vigor la desesperación que arrastra consigo la humanidad en aquellos tiempos y que está vigente, mientras que La mentira (1965) es una increíble reflexión sobre la condi-ción del novelista. Entre sus restantes obras se hallan un contenido teórico, con un estilo que busca que la novela un debate ideológico, como el caso de la novela, El hombre que mira (1982), que relata expresivamente el encuentro de un joven antifascista italiano y una joven alemana. A la misma época perteneció, Cuentos romanos (1983) una recopilación de veinte narraciones cortas, de diferente índole.
DINO BUZZATI    
Fue ante todo un escritor experimental de nove-las, cuentos y obras de teatro, fue una figura trascendental de la vanguardia europea de la posguerra. Nació en Belluno, al norte de Italia, estudio en la Universidad de Milán literatura. En esa ciudad desempeño cargos como reportero y más adelante se convirtió en editor de Corriere della Sera. Empezó escribiendo de una forma experimental fabulas morales para infan-tes y adultos en el año de 1930. Su mejor novela, El desierto de los tártaros (1940) relata de forma kafkiana la vida de un oficial recién incorporado a un destacamento perdido en la tierra de nadie, que se prepara para una invasión que nunca llega, de a poco es atrapada por una esfera infinita, en la que nada sucede y todo acecha, incapaz de salir del lugar que tanto había odiado. A través de su variedad de estilos de Buzzati corre un sentimiento de pura decepción de lo absurdo de las instituciones hu-manas. Albert Camus, participe de esta idea, tradujo al francés la obra de teatro Un caso clínico (1953), un increíble ataque cómico a la burocracia italiana.
Las obras que le siguieron a estas se halla una obra de ciencia ficción El gran retrato (1960) se trata de un relato de la obsesión sexual, un amor (1963). El estilo alegórico y neblinoso de Buzzati debe mucho a  la  obra de Franz Kafka. Sus cuentos están a la misma altura que los de Italo Calvino o Jorge Luis Borges, una recopi-lación de Setenta cuentos (1958) y Los siete mensajeros y otros relatos; en estos los aconte-cimientos más extraños, como el de un cura que discute de teología con un extraterrestre, la mujer de un conde a la que le crecen alas. Para este escritor no existen límites ya que todo en él es posible, la efectividad de sus narraciones es-tán más que identificadas con la fantasía que se sirve, de los cuentos en los términos más simples y eficaces.              
ELSA MORANTE
Esta vigorosa mujer que desde casi siempre se dedicó a escribir novelas, narraciones cortas, ensayos y poemas (1918-1985). Morante llego a la vida en la ciudad de Roma el 18 de agosto de 1918, al estar estudiando letras en la Univer-sidad en la capital italiana, desistió abando-nando esos estudios con la bella disculpa del casamiento con Alberto Moravia. Con una nue-va inspiración causada por el amor escribió sus primeros ensayos, El juego secreto (1943). Por causa del fascismo tuvo que permanecer escondida junto a Moravia, y al terminar la cruel guerra ambos retomaron con decisión el andar de la literatura, en una encrucijada de cuestiones logro terminar su primera novela, Mentiras y sortilegio (1948), que se trata sobre una familia que se ha refugiado en el mundo de la fantasía. Le siguió la novela, La isla de Arturo (1957), donde quiere combinar los puntos de vista cristianos y marxistas en un acercamiento a las penalidades de un maestro de la escuela en Roma de la II guerra mundial. Morante decidida se separa de Moravia, anterior a este hecho escribió muchas narraciones breves, La mayo-rías de ellas para niños, como las que se hallan recopiladas en El chal andaluz (1963), y poemas de gran factura y de una belleza increíble, El mundo salvado por niños (1968). El día veinte cinco de noviembre repentinamente pereció en Roma.
NATALIA GINZBURG
Ella que se le facilitaba escribir novelas, por tener una áspera y profunda cultura (1916-1991), hábil descriptora de la vida familiar, su nombre de soltera era Natalia Levi, llego a la vida en la pequeña ciudad de Palermo, Sicilia, el 14 de julio de 1916. A los treinta años se casó con el activista antifascista Leone Ginzburg, además uno de los fundadores de la editorial Einaudi, a quien conoció ya que los dos laboraban ahí. Viajo con él a los Abrusos, donde el régimen fascista había desterrado a Leone. Su primera novela, El camino que lleva a la ciudad (1942), la escribió en aquella región de Italia y fue publicada casi al mismo tiempo que su marido fue ejecutado en Roma
Al finalizar la segunda guerra mundial, Natalia decidió tomar las riendas de la editorial Einaudi, al conocer a Gabriel Baldini, un profesor de literatura inglesa perdidamente enamorada se casó por segunda vez. Desde el año 1959 hasta 1962 fue directora del instituto Italiano en Londres, luego al trascurrir el tiempo dejo ese trabajo de directora y volvió a Roma, donde fue elegida senadora por las listas de un pequeño partido de izquierda en 1983, y el ocho de octubre pereció en la capital italiana.
En sus novelas con un intención tremendamente neorrealistas, y entre las cuales se cuentan todos los sucesos del pasado, como el sufrimiento producido por el fascismo y la destrucción de la guerra, entre estas novelas hay varias sobre-salientes, Todos nuestros ayeres (1952), Valen-tino (del mismo año), Las palabras de la noche (1962), Léxico familiar (1963), Querido Miguel y La ciudad y la casa (1948), Ginzburg en las tres últimas novelas explora las relaciones fami-liares y especialmente el papel de las mujeres en ellas. Su estilo fluido e informal ha influido en escritores jóvenes posteriores. Ella además de sus significantes novelas, también escribió ensayos como Vida imaginaria y Las pequeñas virtudes (1974), La familia Manzoni. En el último periodo de su vida escribió dos obras de teatro, la primera La alegría entre la comedia y Poesía del mar.
UMBERTO ECO  
De muy joven fue un ávido lector, leía desde los clásicos griegos, filosofía alemana y literatura francesa e inglesa, empezó a escribir crítica literaria y fue un excelente docente y sobre todo se le conoce mundialmente por su novela El nombre de la rosa.
Nació en Alessandria (Italia) el cinco de enero de 1932. Luego que realizo toda la segundaria, paso a estudiar filosofía en la universidad de esa ciudad, logro terminar también un doctorado. Desde 1954 hasta 1954 laburo en la RAI (Radio Audizione Italiana), luego se incorporó al mun-do editorial y colaboro con muchas publica-ciones. En 1965 laburo como docente de comunicación visual en la ciudad de Florencia y después de pasar un año se trasladó a la Universidad Politécnica de Milán, como pro-fesor de Semiótica. Durante muchos años publi-co sus trascendentales estudios, Obras abiertas (1962) y La estructura ausente (1968). En el año de 1971 pasó a ser docente de Semiótica en Bolonia. Al mismo tiempo realizo trabajos teóricos sobre el análisis de los signos y los significados, han influido de sobremanera como han creado escuela en círculos académicos. Eco se ha convertido en un reconocido escritor debido a sus dos novelas, El nombre de la rosa (1980), es algo así como una historia detectivesca con la intriga de la novela policiaca, que se desarrolla en una abadía en el año 1327 y El Péndulo de  Foucault (1988), trata sobre una fantasía de una conspiración secreta de sabios. Las dos novelas están basadas en los conocimientos que Eco fue adquiriendo sobre filosofía y literatura. El nombre de la rosa fue adaptado al cine (1986) por el gran director francés Jean-Jacques Annaud. Luego de parar un largo periodo, entusiasmado escribió La isla del día antes (1994) y, cuatro años más tarde publico Kant y el ornitorrinco (1998), un texto que idealiza al caballo entre el ensayo filosófico y la novela. En el dos mil logro culminar la novela Baudolino, con la que retornaba metafísicamente hablando a la edad media, más exactamente a la corte del empe-rador Federico I Barbaroja. Sus últimas publica-ciones son la colección  de ensayos, sobre literatura (2002), La novela La misteriosa llama de la reina Loana (2004) y A paso de cangrejo (2006), una recopilación de artículos recogidos escritos entre los años 2000 y 2005 en los cuales Eco reflexiona sobre varios acontecimientos más importantes de los primeros años del siglo XXI.
En el año dos mil se le otorgó el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Huma-nidades.
ITALO CALVINO
Un formidable escritor narrativo de una fuerza increíble, para mí y muchos más un escritor habido narrador que se manifestó entre el neorrealismo y el género fantástico de una forma atrapante (1932), Llego al mundo en el pequeño pueblo Santiago de las Vegas, en la provincia de la Habana (Cuba) y pereció en Siena (Italia) estuvo inmiscuido en las experiencias intelectuales de la segunda mitad del siglo XX con una forma libertaria de ver al mundo y una increíble disponibilidad en el cam-po de la experimentación que procedía de su to-tal compromiso cotidiano con la escritura. Sus padres de origen italiano, de Cuba vinieron a Italia y muy rápidamente se dejó acoger por el idioma italiano. Durante la II guerra mundial luchó haciendo panfletos y escribiendo contra los nazis, luego de la guerra se licencio en literatura y también realizo laburos editoriales. Su primera novela El sendero de los idos de araña (1947), tuvo una buena acogida por parte de Cesare Pavese. Narra de sobremanera de la resistencia antifascista a través de la mirada de un niño. Heredero del neorrealismo, se orientó en la década de mil novecientos cincuenta hacia el huso del enfoque alegórico como también del género fantástico en la trilogía Nuestros antepa-sados (traducido al español por Esther Benítez), tres integras parábolas filosóficas de intención moral y mágica que corresponden las novelas El vizconde demediado (1952), El barón rampante (1957) y El caballero inexistente (1959), en esta última novela que manifiesta con un personaje sugerido por el escritor argentino Macedonio Fernández en Museo de la novela de la eterna. A esta época son los Relatos (que incluyen “la especulación inmobiliaria”), la antología de Cu-entos populares italianos, La jornada de un escrutador y el Libro para jóvenes Marcovaldo, estos últimos del año 1963. Se afilio al partido comunista pero desistió y salió en el año 1963, año de la invasión de Hungría por la Unión Sovietica, habiendo participado activamente del debate político cultural junto a Elio Vittorini.
En 1946 Calvino decidido se fue a París donde frecuento  al grupo literario Oulipo que era una especie de experimentadores potenciales, entre cuyos integrante estaba Raymond Gueneau. Estando en la ciudad luz público en 965 Las cosmicómicas, y dos años después Tiempo cero, obras que se muestran posibles entre la ciencia ficción sobre el origen del universo y la búsqueda de posibilidad combinatorias de la narrativa, un modo de albergar y entender la realidad. En tiempo cero, el juego combinatorio se establece a una realidad terrenal, la de la civilización actual, en la que una combinación de señales vacías e insensatas ha sustituido al intercambio de comunicación.
En el contexto de la búsqueda de una realidad hipotética se encuentran en su novela Las ciudades invisibles (1972), mientras que el movimiento combinatorio se realiza en la nove-la Si una noche de invierno un viajero (1979), en la que el lector tiene un papel fundamental en la construcción narrativa, fruto de opciones combinatorias exteriores al autor. Se despliega como una novela semiótica o de una novela de la teoría de la novela, según la definición de Cesare Segre. En Palomar (1983), una serie de episodios marginales de la vida ordinaria de un filósofo sabio y melancólico, narrados en prime-ra persona, el autor parece sugerir, dada la ausencia del orden del mundo contemporáneo, que las posibilidades cognoscitivas están reservadas a quien se distancia, se hace marginal y ejerce de ese modo desencantado de racionalidad. Calvino reunió en un volumen sus intervenciones en el debate de nuestro tiempo: Una piedra encima (1980) y Colección de arena (1984). Fueron publicadas después de su muerte las colección de cuentos Bajo el sol jaguar (1986), Los amores difíciles (1988), El camino de san Giovanni y, entre otras, Seis propuestas para el próximo milenio, inconclusas, que el autor iba a presentar en un ciclo de conferencias que quería dar en la Universidad de Harvard. Las propuestas eran Levedad, Rapidez, Exactitud, Visibilidad y Multiplicidad. Italo se preguntó cómo haciendo un interrogante, coincidiendo con el planteamiento semejante del neobarroco: “¿Qué somos, que es cada uno de nosotros sino una combinatoria de experiencia, de informaciones? Cada existencia es una enci-clopedia, una biblioteca, un muestrario de estilos donde todo da para que se mezcle continuamente y de reordenar de todas las formas posibles.
De las ciudades invisibles: las ciudades y la memoria. Partiendo de allá y andando tres jornadas hacia levante, el hombre se encuentra en Diomira, ciudad con setenta cúpulas de plata, estatuas de bronce de todos los dioses, calles pavimentadas de estaño, un teatro de cristal, un gallo de cristal que canta todas las mañanas en lo alto de la torre. Todas estas bellezas el viajero ya las conoce por haberlas visto también en otras ciudades. Pero es propio de esta que quien llega una noche de septiembre, cuando los días se acortan y las lámparas multicolores se encienden todas a la vez sobre las puertas de las freidurías, y desde una terraza una voz de mujer grita:¡uh!, se pone a envidiar a los que ahora creen ya haber vivido una noche igual a ésta y haber sido aquella vez felices.
LEONARDO SCIASCIA
Este gran referente de la literatura italiana, se destacó por que escribió con un claro estilo novelas sobre el poder y la corrupción en Sicilia. Nacido en Recamulto, Sicilia, el ocho de enero de 1921. De joven fue profesor en varios colegios de Caltanisseta por los años 1949 al 1957, y Palermo desde el año 1957 a 1968, a la vez que escribía sus novelas, narraciones cortas, obras de teatro y ensayos que, según el mismo autor, formaba un solo cuerpo de obras, de tema trágico pasado y el no menos trágico presente de su isla natal. Entre las que se encuentran, Las parroquias de Regalpetra (1956) va haciendo una recopilación de historias breves en la que se describe La Sicilia campesina bajo el dominio de la mafia, el partido fascista y la Democracia cristiana, y claro esta otras novelas ocurridas en Sicilia de la década de los sesenta, como El día de la lechuza (1961), A cada uno lo suyo (1966) y Todo modo (1974), que muestran las investigaciones policiales con respecto de la mafia. Dentro de estas se puede incluir también, El contexto (1971), que constituyo la idea central de un film de Francesco Rosi que se titula Cadáveres excelentes (1976). De la misma manera, otras novelas de Leonardo Sciascia, como El consejo de Egipto (1963) y Cándido ( 1979), por decir sólo algunas, describen la áspera de la vida Siciliana. Desde el año 1978, este autor escribió sobre todo ensayos sobre literatura y política y, como miembro que integro al partido Radical, resulto ser elegido tanto para el Parlamento Europeo como para el Italiano 1979. El veinte de noviembre murió en Palermo.
 De un ensayo comentado por el mismo Leonardo Sciascia: En poco más de una semanas, el caso Tiepolo desaparece de los diarios. Otras noticias vienen a ocupar su lugar. El tango que llega de París; El Parsifal que se representa en la Scala con un intervalo que permite ir a cenar tranquilamente (lo que evoca un debate entre los que aceptan la novedad como excepción, y aquellos que a rechazan en nombre de la tradición italiana); y está la reaparición, en Florencia, de La Gioconda de Leonardo, que había sido sustraída del Louvre dos años antes. Había desaparecido, inexplicablemente: reaparece, por así decirlo, banalmente: se la había llevado con suma facilidad un obrero italiano deseoso de devolverla a su patria, no sin cierta recompensa. Una desilusión: se había pensado de un Rocambole, cuando de repente se extrae a reducir a un pintor de brocha gorda fichado por las autoridad francesa, no se sabe si por robo o por una infracción. Se encuentra así el motivo para lanzar reproches contra la policía francesa: pues esta tenía conocimiento que el pintor italiano figuraba entre los obreros que habían entrado en el Louvre el día del robo, llegando incluso a interrogarle; pero sin tomarse la molestia de confrontar las huellas digitales con las que habían quedado nítidamente impresas en el vidrio que había sido despojado de la obra maestra de Leonardo, ni de tan siquiera de llevar a cabo un registro en el pequeño cuarto que ocupaba el pintor y donde, debajo de la cama, había tenido oculta durante dos años, privando de ella a millares de personas, la sonrisa de la Gioconda. Sonrisa que Ortega y Gasset tratará de desacralizar y La voz de su Amo de vulgarizar, eligiendo la imagen de la Gioconda para decorar las cajitas de las agujas del gramó-fono; sin hablar de la broma un poco pueril, por no decir completamente idiota, de los futurista de endilgarle un par de tupidos bigotes caídos a su sonrisa. Pero guíen sabe si a Aldous Huxley, de ver una y otra vez en Florencia, donde estuvo expuesta religiosamente la Gioconda tras ser recuperada, no se le ocurrió la idea de una broma mucho más inteligente: la de su relato titulado precisamente “La sonrisa de la Giocon-da, que a mí de manera irresistible, y acaso también injusta me remite a la condesa Tiepolo.¿Se asemejaba la sonrisa de la condesa Tiepolo a la de la Gioconda?
Pero también la Gioconda, cuya restitución a Francia señalaba la renovación del amor latino, u con lo que el entorno a él se dice en Francia y en Italia, nos avisa que en la Triple Alianza no reina tanto el acuerdo y la alegría como el marqués de San Giuliano pretende hacer creer; así pues, también la Gioconda es devorada por los furores del tango. Por ello Marinetti, adver-sario del tango desde el año anterior, cuando había comenzado su difusión en París, lanza una circular futurista: ¡abajo del tango y Parsifal! También, Parsifal: fábrica cooperativa de tristezas y desesperos. ¿ Y quién a decirlo a los actuales exhumadores de Parsifal?.
PIER PAOLO PASOLINI
Es un reconocido director cine y un menos conocido escritor (1922-1975) llego a la vida en la ciudad de Bolonia, siendo bastante joven fue detenido por las tropas de la ocupación alemana por pertenecer al partido comunista, en el año de 1943, se logró escapar de un campo de prisi-oneros y fue a dar a la campiña de Friul donde permaneció escondido durante largo tiempo. En 1950 llego a Roma, donde ya recuperado por lo que tuvo que vivir y concentrado escribió poemas, ensayos e historias influidas por el pensamiento marxista del pensador italiano Antonio Gramci, aunque pone de manifiesto las esperanzas de un cambió político más en los campesinos y en los habitantes de los suburbios de la clase trabajadora.
Sus primeros filmes como realizador, Accatone (1961) y Mamma Roma (1962), están hechas con el pensar del neorrealismo, en las que retrata personajes marginales. En esa misma época se lanzó directamente a un análisis crítico de la sociedad en estas otras películas, Teorema (1968) La pocilga (1969), filmes en los cuales mezclo elementos cristianos y profanos, una constante de sus películas que inició, en El evangelio según san Mateo (1964), y continuo magistralmente con otras adaptaciones de clási-cos literarios como Medea (1970), a partir de la tragedia de Eurípides; El Decamerón (1971), de Giovanni Boccaccio; Los cuentos de Canterbury (1972), de Georffrey Chaucer; Edipo rey (1967), de Sófocles, y también Las mil y una noches (1974), sobre el clásico de la literatura árabe, todas ellas con la debida estética del cine. Su último filme, Salo o los ciento veinte días de Sodoma (1975), que hace como algo así, una combinación de una novela Del divino marqués de Sade, el infierno de Dante Alighieri y un retrato de la Republica de Salo establecida por los fascistas en 1943, expresa su pesimismo sobre la liberación sexual y social. Pasolini desgraciadamente fue asesinado en Ostia en el año de 1975, en circunstancias nunca esclarecidas. 
Del poema la bella Italia: Aquí en la campiña romana,/ entre las mutiladas, alegres, casas árabes/ los tugurios, la condenada voz de las golondrinas no llega/ desde el cielo a la región humana,/ a aturdirla con su alegría animal./ Acaso porque la tierra/ ya está demasiado llena de humana alegría/ acaso no sea suficiente triste/ para su viva y serena voz.
EDOARDO SANGUINETI
Este amante de la literatura, desde su infancia se introdujo con pasión en la lectura de los clásicos griegos y latinos (1930-), nació en Génova en 1930. Estudio y fue tanto docente en la Univer-sidad de Génova. Protagonista de la literatura de la segunda mitad XX, ya sea como escritor de vanguardia, como estudioso, participo de manera regular en iniciativas intelectuales como también en manifestaciones culturales. Hizo de tesis de grado sobre La divina comedia de Dante (publicada con el título de interpretaciones de Malebolge, 1961), pero luego al acudir a distin-tas bibliotecas leyó con entrega a los escritores de su generación y otros anteriores y como también la poesía crepusculares (entre el modernismo y el crepuscularismo) En el año de 1969 escribió una controvertida antología de poesía del siglo XX, editada por Einaudi. Sus magistrales contribuciones a la crítica literaria, entre las cuales se hallan La misión del crítico (1987) se fueron publicando paulatinamente en forma de libro.
Sanguineti en su impulso creador, se convirtió en una de las figuras promisorias y represen-tativas de la neovanguardia; como figura exponente de ese movimiento, contribuyo con varios poemas a la antología Los novísimos (1961) y publico varias recopilaciones de poemas experi-mentales, como Laboruntus (1956). Triperuno (1964), Postkarten (1978), Bisbibis (1978), casi al mismo tiempo escribió una novela, Capricho italiano (1963) y una excelente puesta en escena Teatro (1969). Además fue un activo traductor, sobre todo de las obras clásicas, no se puede dejar de mencionar los libretos para el músico Luciano Berio.

COMENTARIO
Este autor cartagenero, desde las profundidades deL conocimiento y la suma de sus extensas lecturas, conformo detalladamente estos ensa-yos. Ya que su capacidad de análisis van más allá de las diferentes realidades y estilos que propusieron a partir de la historia, que están concentradas en este texto. Sabiendo diferenciar las diferentes épocas, movimientos y los diferentes autores tanto de novela, de teatro, de poesía y de ensayos, que con capacidad lograron determinar la literatura italiana dirigida al mundo contemporáneo. Ya que la literatura no pertenece a un país, a un lugar sino a los lectores que son los que la abarcan leyéndola.

                                ÍNDICE
Pag. 1------------------------------Comentario
Pag. 2----------------------Siglo VIII y del IX
Pag. 6----------------------------Renacimiento
Pag. 8-------------------------------Siglo XIV
Pag. 9---------------------------------Siglo XV
Pag. 12-------------------------------Siglo XVI
Pag. 23----------------------------- Siglo XVII
Pag. 24-----------------------------Siglo XVIII
Pag. 29-------------------------------Siglo XIX
Pag. 30--------Romanticismo y Clasicismo
Pag. 40----------------------------El Realismo
Pag. 45--------------------------------Siglo XX
Pag. 46----La transición de los siglos XIX y XX
Pag. 49----La literatura anterior a la II guerra m.
Pag. 55--La literatura después de la II guerra m.
Pag. 57-------------------------------Narrativa
Pag. 64-------Después del acontecimiento del 68
Pag. 66------Autores anteriores de la edad media
-------------------------------Sacopone da Todi
Pag. 69------------Escritores del siglo XVII
------------------------------Pietro Meta  stasio
Pag. 86-----------------------------Carlo Porta
Pag. 89--------------------Giacome Leopardi
Pag. 97------------------Alessandro Manzoni
Pag. 101----------Giuseppe Gicachino Belli
Pag. 105----------------Edmundo de Amicis
Pag. 107-------------Literatura del siglo XX
-----------------------------------Benetto Croce
Pag. 110 ---------------Gabriele D Annunzio
Pag. 113----------------------------Italo Svevo
Pag. 115-----------------------Grazia Deledda
Pag. 116---------------------Filippo Marinetti
Pag. 119-----------------------Lugi Pirandello
Pag. 122------------------------Ignazio Silone
Pag. 123--Escritores posteriores a la II guerra mundial.
------------------------------Giuseppe Ungardi
Pag. 126-----------------Geugenio Montale
Pag. 128---------------Salvatore Quasimodo
Pag. 130----El neorrealismo de Carlo Levi
Pag. 132-------------------------Elio Vittorini
Pag. 136---Giuseppe Tomasi di Lampessua
Pag. 137--------------------Alberto Moravia
Pag. 139--------------------------Dino Buzzati
Pag. 142------------------------Elsa Morante
Pag. 143--------------------Natalia Ginzburg
Pag. 146-------------------------Umberto Eco
Pag. 149-------------------------Italo Calvino
Pag. 155------------------Leonardo Sciascia
Pag. 161------------------Pier Paolo Pasolini
Pag. 163-----------------Eduardo Sanguineti
Pag. 165--------------------------Comentario