miércoles, 7 de diciembre de 2016



ENSAYOS DE LA LITERATURA
COLOMBIANA
PREÁMBULO
La literatura colombiana ha sido desde sus ini- cios hasta nuestros tiempos muy variada, polémica y controversial, haciendo un recorrido por sus diferentes épocas desde el momentos que se conoce como prehispánica, el periodo colonial, el Romanticismo, el costumbrismo, el modernismo, Mito, el nadaísmo vanguardismo hasta la contemporaneidad.
Todo escritor que asume su oficio tiene un compromiso con la historia, con los hechos  ocurridos en los diferentes periodos de la histo- ria para poder dejar plasmado en líneas que escribe sus conceptos, para poder afirmar su pensamiento pero con osadía a la renovación vigorosa del pensamiento reflexivo cifrando  de alguna manera bajo el pretexto de documen- tación, la realidad, el momento histórico, la ficción que desea crear de cada obra, la naturaleza de la misma, su entorno, además la proyección objetiva subjetiva de la misma. Todo escritor a partir de la experiencia logra vigorizar un estilo propio, con una metodología amplia como fresca lograra cautivar a los lectores. Aquí abarcare de la mejor forma el panorama del desarrollo literario en Colombia, ya que la literatura está marcado por épocas, generaciones o movimientos, lo que se puede apreciar en el hombre amerindio vale la pena abarcarlo ya que poseen una conciencia mítica donde busca el manifiesto de sus orígenes que le dan el sentido a sus creencias como a sus dioses.
Para empezar a hablar de la historia de nuestra literatura tenemos que ir hacia atrás a ese mundo de los cronistas, que registraron diferentes acontecimientos, a pesar de que su espíritu y formación estaba impregnado del Renacimiento con una fuerte herencia medieval; pero que configuraban híbridos entre historias y anéc-dotas donde emanan reflexiones, chismes, amo-res frustrados, denuncias del mal trato y genocidios afligidas por los mismos españoles y por la iglesia.
La escritura tuvo su mismo desarrollo en todas las épocas, alimentados y a la vez negados por la mierda de la sociedad que les correspondió vivir, más las diferentes apropiaciones de la imaginación que han trascendido con furor, belleza y amor; acudiendo para eso a la bús-queda del asombro y lo que es licito o ilícito a pesar de la aparente contradicción.
Olvidarse de lo que ha sido el pasado, de las pasiones de los buenos y malos momentos históricos de una determina región, de un país es asesinar a la literatura. Son estos elementos los que alimentaron la gran obra de José Eustasio Ribera, ahí está su preocupación por los esclavos del caucho, sus denuncias y su inmenso coraje frente a los  problemas limítrofes y la explotación del petróleo. También esta autenti-cada la rebeldía de un hombre que tuvo una relación tormentosa con sus mismos paisanos. Lo que escribe con convicción porque se propuso contar sucesos en su vida que alcan-zaron las propiedades cualitativas para una buena cantidad de colombianos. Más recién-temente Gabriel García Márquez, causó revuelo mundial al combinar la historia con la imagina-ción para dar a conocer un estilo propio; hay quienes lo criticaron, un ejemplo claro fue el del académico Guillermo de Torre, quien dijo refiriéndose a la Hojarasca: que no solamente el libro era impublicable, si no que el muchacho que lo había escrito no tenía porvenir.
En realidad el Carnero de Juan Rodríguez Fraile, fue el primer libro colombiano con estructura novelesca, que relata la historia con distintas vicisitudes en un periodo de cien años, que va de mil quinientos treinta y ocho a mil seiscientos treinta y ocho, en donde están registrados los incidentes, las noticias de la guerra, los cambios de gobierno, las hazañas picarescas con desenlaces a veces impredeci-  bles: el levantamiento de los aborígenes y el sometimiento cruel de que fueron objeto, los crímenes confusos, las leyendas, los robos, torturas y toda una gama de acontecimientos que reflejan una gran destreza y evolución de escenarios típicos y personajes diseñados que reflejan los perjuicios, defectos y virtudes del ser humano de entonces.
La historia al haber trascurrido nos enseña, de esos momentos ilustrativos se puede describir la brillantes de narradores en el Costumbrismo como Eugenio Díaz Castro (1804-1865), quien fundara con José María Vergara El mosaico. La gruta simbólica a comienzos del siglo xx, en donde se destacaban Julio Flores, Rafael Espinosa Guzmán, Emilio Murillo, Jorge Pom- bo y Víctor M. Londoño. El realismo, ubicado a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX con su representante más destacado Tomás Carrasquilla con su novela la Marquesa de Yolombó.  
El modernismo, cuya realidad literaria se da en la capital con el gran poeta José asunción Silva que escribiera su Nocturno que dice en el poema Adriana: Noble como la cándida adorada/ Del inmortal poeta florentino, / Coronada la frente inmaculada/ El dorado cabello/ Que sobre el hombro flota en blondos risos,/ perdida en el  espacio la mirada/ Como se pierde en un con- junto bello/ La de aquel que contempla sus hechizos. Este poeta que vivió entre los años de mil ochocientos sesenta y cinco y el año mil ochocientos noventa seis, seguido de tres hombres: Max Guillo, salomón Parra Aguilera y Ricardo Tirado, con la ambigua expresión de el gran Guillermo Valencia y sus ritos. A partir de aquí el postmodernismo sobresale sobre todo en la poesía con hombres de la talla del cartagenero Luís Carlos López (El tuerto), recordado especialmente en su poema ¡A mi perro: Ah¡,  perro miserable, que aun vives del cajón de la bazofia,/ como cualquier político/ temiendo las sorpresas del palo de la escoba.
Porfirio Barba Jacob, con su Canción de la vida profunda: Hay días que somos tan móviles, tan móviles, como las leves briznas al viento y al azar…León de Greiff cuando nos dice: Juego mi vida, cambio mi vida/ De todos modos/ la llevo perdida.
Otros nombres importantes de esa época son Rafael Maya; Arturo Aurelio; Luis Vidales y toda esa gama de escritores que conformaron el grupo de Los Nuevo; Piedra y cielo (1935-1940); Jorge Rojas nos dice: Dormida así, desnuda,/ no tuviera,/ más pura bajo el lino. La guarece/ ese mismo abandono que la ofrece en la red de su sangre prisionera; también hay que hablar de Darío Samper, Tomás Vargas Osorio, Gerardo Valencia y por supuesto de Eduardo Carranza, con el soneto de Teresa: teresa la del suave desamor/ y el arroyuelo azul en la cabeza
Algo después está el grupo de Barranquilla. Los papelipolas, los Cuadernícolas o Cánticos (1944-1945) donde se destacaron Rogelio Echevarría y Fernando Charry Lara.
El grupo Mito (1955-1962) con sus hombres de máxima exponente Jaime Gaitán Durán, Eduardo Cote Lemus, ambos Nortesantan-dereanos, con un trágico final. Según Rafael Gutiérrez Giraldo. La fusión de la revista Mito de mil novecientos cincuenta y cinco, significo un salto de la historia cultural de Colombia. Desde el nivel y de la perspectiva de sus artículos, los poetas y escritores oficiales, los académicos de una novela, las glorias locales, aparecían como como en lo que en realidad habían sido: Restos rezagados menores de un siglo XIX de campanario, Mito desenmas- carado indirectamente a los figurones intelec-tuales de la mal nacida política, al historiador de legados canónicos y jurídicos, al ensayista florido, a los poetas para veladas escolares, a los sociólogos predicadores de encíclicas, a los críticos lagrimosos, en suma, a la poderosa infraestructura cultural que satisfacía completa-mente, tenía al país atado a concepciones de la vida y del habla cultura en nada diferente a las que dominaban entonces en cualquier villorrio.
De Jorge Gaitán Durán es esta delicia: Dos cuerpos que se juntan desnudos/ solos en la ciudad donde habitan los astros/ inventan sin reposo el deseo/. / No se ven cuando se amaban, bellos/ o atroces arden como dos mundos/ que una vez cada mil años se cruzan en el cielo./ Solo en la palabra, mira inútil, miramos/ cómo nuestros cuerpos son cuando se abrazan, se pe-netran, escupen, sangran, rocas que destrozan…
En esos años de intensa escritura hay que nombra a escritores únicos como Gabriel García Márquez, a la crítica de arte Martha Trava y Álvaro Mutis,  y otros no tan buenos como: Álvaro Cepeda Zamudio, Pedro Gómez Valderrama, Rafael Gutiérrez Giraldo.
El movimiento nadaísta surge a partir del Manifiesto Nadaísta, que escribiera el escritor de Andes Antioquia Gonzalo Arango, en ese año de mil novecientos cincuenta y ocho donde perturbaban las manifestaciones obreras y huel- gas, este movimiento de contra-cultura, de lindo anarquismo también conformado por escritores y poetas de la talla Amílcar Osorio, Guillermo Trujillo, Alberto Escobar; se unieron algo después Jaime Jaramillo escobar, Darío Lemos, Humberto Navarro, Diego León Giraldo, Jorge Orlando, moisés Melo, Pedro José Martínez y Jaime Espinel.
Al final de un diario de un nadaísta, se lee: Cuatro am. Un alba rojo. Llego a la casa completamente borracho. En el árbol, frente a la puerta que ostenta el respaldo la leyenda. Al demonio no entres, vomito. Esta es mi casa hogar.
Junto a ellos otros narradores comenzaron a surgir como escritores, los casos que se pueden mencionar, son los de: Maria Mercedes carran- za, Juan Manuel Roca, Geovanni Quessep, Matilde Espinosa, Dora castellanos, Meira del Mar, Maruja Vieira, Renata Duran, Luz Meri Giraldo, Mario Rivero, Raúl Gómez Jattín, dario Jaramillo, Juan Gustavo Borda, José Manuel Arango, José Luis Díaz Granados y Guimar Cuesta, esta increíble mujer nos dice: Me invade/ un séptimo estado lunar/ de incertidum-bre/ los lotos/ yogas en flor/ levitares del agua/ tampoco descansan/ un extraño aire/ de desierto/ los contempla.
Después de transcurrir varios años fueron naciendo otras voces emblemáticas de la cali- dad de William Ospina, Robinson Quintero, Juan Felipe Robledo.
Por eso hay que repetir lo que escribiera charles Baudelaire: el análisis de un libro es siempre es un esqueleto sin carne. Sin embargo inteligente esté análisis le bastará para hacer adivinar al espíritu de búsqueda que anima el trabajo…A menudo se repite: el estilo es el hombre; pero, ¿acaso no podría decirse con igual precisión. La elección de los asuntos es el hombre? De la carne del libro puedo decir que es buena, sabrosa, elástica al tacto; pero el alma interior es sobre todo lo que merece saber.     
                     
LOS CRONISTAS

Estos personajes llegaron de España con los conquistadores, el primero de ellos fue Cristó- bal Colón, seguido de Vespucci. El espíritu e información de éstos estaba marcados por influencias del renacimiento con una fuerte herencia medieval, en razón a que España fue el último país europeo en abrirse a las nuevas interpretaciones y concepciones del mundo; no obstante, del renacimiento solo se asumió algu-nos aspectos porque, en términos generales, España continuó sumida en la mediocridad del medioevo. Los cronistas han existido desde épocas remotas y parece ser que sus raíces están en los comentarios de Herodoto desde la antigua Grecia, más tarde en los comentarios de julio Cesar. Sin embargo, las crónicas elaboradas por los conquistadores carecen de unidad, configu-ran un hibrido de historias y anécdotas donde confluyen todo tipo de reflexiones, desde chismes hasta otro por mayores. La cotidianidad basada en fuentes y argumentos a veces poco confiables, respaldados en la mayoría de veces en citas para producir confianza o afirmar lo dicho. A través de los cronistas, Europa se enteró cómo era el Nuevo Mundo.
Fueron varios los cronistas en el Nuevo Mundo, entre ellos destacamos a: Fray pedro Simón con noticias históricas de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales; fray Pedro Aguado con recopilaciones de Historial; Bernard Días del Castillo, con Historia verdadera de la conquista de la Nueva España; Don Juan de Castellanos, con Elegías de Varones Ilustres de Indias; Juan Rodríguez Freyle, con el Carnero; Lucas Fernández de Piedrahita con Historia General de las Conquis-tas del Nuevo Reino de Granada; Garcilaso de la Vega con Comentarios reales, y Alonso de Ercilla con la Araucana, entre otros. Todos ellos nos dan a conocer, a su manera, la historia, la forma de vida y los distintos acontecimientos políticos, guerreros y sociales de nuestro pueblo en sus inicios. Los primeros autores nacidos en nuestro país fueron: Juan Rodríguez Freyle y Lucas Fernández de Piedrahita.

SOBRE EL ESCRITOR DEL CARNERO
Juan Rodríguez Freyle escribió el Carnero que lleva por título el de Conquista y descubrimi- ento del Nuevo Reino de Granada de las Indias occidentales, del mar y la fundación de Santafé de Bogotá, primera de este reino donde se fundó la audiencia cancillería; siendo la cabeza se hizo arzobispado. El libro en sí relata los distintos acontecimientos históricos y cotidianos, enriquecidos por la combinación novelesca que hace este autor, donde se destacan el adulterio, lo picaresco, crímenes y venganzas y brujerías, conque va desenmascarando, poco a poco, la sociedad santafereña de ese entonces. Señala a los grupos que combatieron a los amerindios  del que él formo parte, especialmente en las campañas contra los pijaos y los timanáes. Freyle es un investigador depurado de los sucesos históricos. Fue un investigador de los indígenas en el momento que arribaron los conquistadores, también hablo de la jerarquía del pueblo Chibcha, las disputas de los caciques Guatavita y Bogotá y la ayuda que solicito Guatavita al Ramiriquí de Tunja.
Hay que destacar que  en el capítulo XI accede al encuentro de las fuerzas de conquistadores y nativos y la coincidencia en el valle de los Alcáceres de las tropas de Quezada, Federman y Belarcazar. A partir de este capítulo, se hace una relación de los soldados y bienes usurpados que cuenta cada conquistador, ya que la crónica va tomando una dimensión diferente que es, en síntesis, lo que le da la identidad que la hizo famosa. Al narrar el encuentro con los amerindios, los enfrentamientos con éstos y el asesinato al cacique Bogotá sin saber ni siquiera que esto había ocurrido, va dando a conocer el carácter histórico que caracterizaba la crónica, lo que reafirmaba con la venida de Fray Juan de Barrios, primer arzobispo y del señor Andrés Díaz Venero de Leyva, primer presidente de la Real Audiencia. Por otra parte hace violentos ataques a la figura bella de la mujer, a la que consideraba culpable de todos los males y del origen del pecado. Igualmente recrea y registra, paso a paso, los sucesos que se van dando a diario, tal como se ven en.
Juan Rodríguez Freyle escribió: Nací en la ciudad de Santa Fe, y al tiempo que escribo esto (El Carnero), me hallo en edad de setenta años, que los cumplo la noche que estoy escribiendo este capítulo, (el segundo). Mis padres fueron de los primeros conquistadores y pobladores de este nuevo Reino, fue mi padre soldado de Pedro Ursúa, a quien que Lope de Aguirre después del Marañón, aunque se halló con él en este reino sino mucho antes, en las jornadas de Tayrona, Valledupar y Riohacha, Pamplona y otro lugares.

LOS ESCTITORES DE LA CONQUISTA

Lucas Fernández de Piedrahita, siendo uno de los primeros escritores del país, su principal libro es Historia General de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, fue publicado primeramente en Amberes en mil seiscientos ochenta y ocho, relata las hazañas y discursos de los personajes, ajustándolos a la realidad. Su trabajo de escritor rescata al asesino Gonzalo Jiménez de Quezada que dijo en un discurso: Ha llegado el tiempo, valerosos españoles y compañeros míos, en que todas las cadenas de los trabajos con que estuviste apasionados aprisionados en la cárcel, veáis en los dilatados espacios de este país.
Piedrahita fue obispo de Panamá y Santa Marta y Chantric de la catedral de Bogotá.
Otros cronistas que nacieron en la nueva granada Fray Pedro Aguado quien escribió, Recopilación histórica, libro que presentó el acreditado Consejo de Indias para aprobación en 1979, que denunciaba los atropellos sufridos por los amerindios en manos de los conquistadores. Escritos que sufrieron tres censuras, las que finalmente lo mutilaron.
Fray Pedro Simón escribió Las Noticias historiales de las Conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales, estos escritos son las más importantes recopilaciones de datos de los primeros años de la vida de Venezuela y la Nueva Granada Bernal Díaz del Castillo (1496-1584) de nacimiento español ya que nació en Medina del Campo. Arribo a las Antillas en mil quinientos once, enrolado en el ejército del sanguinario Hernán Cortes; primero como sargento y después como alférez, al exterminio del pueblo maya en Guatemala, regreso a España y se opuso al consejo de Valladolid en 1940 a las buenas pretensiones del padre Bartolomé de las Casas, de terminar con las encomiendas de los amerindios. Gonzalo Fernández de Oviedo, fue el primero que se atrevió a escribir la primera novela caballería en Colombia, en Santa maría la Antigua, pero su escenario cubre algo así como media Europa. Charibalte (1515) Yo no la he leído, pero alguien que si tuvo oportunidad de leerla comento: es una obra imaginativa con carácter ensayístico, por lo que es necesario considerar su dimensión literaria, así este postra-da en el olvido. Tal vez su texto más destacado sea Sumario (1526) basado en observaciones escritas en tierra firme. Sus argumentos están basados en el Darién, donde al parecer vivió varios años. El libro destaca los aspectos zoológicos, botánicos y etnográficos, mezclados con los temas amerindios, las explotaciones de las minas de oro y otros asuntos de igual valida que iban encaminados a despertar el interés del rey Carlos V, en el caso del reino animal escribió: Hay tigres americanos, gatos, tapires, puercos con el ombligo en medio de espinazo, osos hormigueros, armadillos, perros mudos, una gran variedad de aves, monos, iguanas, serpientes, murciélagos, tortugas, cangrejos, caimanes, hormigas, escorpiones y arañas.
                   
 LA POESÍA COLONIAL
En la época colonial, todo lo que era una actividad llámese como se quiera tuvo una protuberante influencia española, la poesía no fue una excepción ya que los poetas de ese entonces nunca pudieron trasmitir en ese sentí- do un estilo muy personal. Esto ilustra que,  entre los autores de esta parte del mundo, en los cuales es imposible encontrar un estilo y unas voces auténticas, ya que estaban fuertemente impregnadas por el renacimiento español. En consecuencia, el Barroco hace presencia con el Culteranismo y el Gongorismo lo que da como resultado, en algunos autores, un estilo de mala interpretación consumido a la vez por el facilismo, la imitación y lo prosaico, para poder escribir una poesía propia. En esto, Domínguez Camargo, fue un adelantado en América, siendo lo más característico de su obra es el encade-namiento, en esencia lírica, de sus metáforas barrocas, se dice a partir de esto que no es más que un engendro gongorista. Sin embargo, lo importante es que él tuvo una alta conciencia americanista al escribir un poema con tono personal, intimista, tomando elementos del continente para resaltarlos, como: el clima, el paisaje, las frutas y otros tantos motivos. Su obra mayor que se debe considerar se trata San Ignacio de Loyola, publicada en Madrid 1.666 de la cual destaco este romance: corre arrogante un arroyo/ por entre peñas y riscos,/ que, enjaezando perlas,/ es un potro cristalino./ Es el pelo de su cuerpo/ de aljófar, tan claro y limpio,/ que por cogerle los pelos/ le almohazan verdes mirtos.
Según lo que se sabe de este poeta es que nació en Santa Fe algo así como el siete de noviembre de 1606, siendo un niño murieron sus padres, por lo que quedo junto a sus hermanos el cuidado de la iglesia, ingresado con ese sentido de los acontecimientos en la vida religiosa. Fue enviado a Ecuador donde escribió a un salto por donde se desempeña el arroyo de Chillo, en 1631 es traslado a Cartagena donde le canta a la ciudad, a su sensualidad y belleza. 1936 por suerte para él y por razones desconocidas, sus mal entendidos superiores le ordenan la dimi-sión del clero, eso lo llevo a decidirse regresar a Santa Fe, donde el arzobispo lo vuelve a ingresar como cura en Gacheta. Ama los banquetes, la ropa fina, la buena vida, al poseer esa sensibilidad de poeta escribe el pensamiento es una mariposa sedienta de esplendor.

EL CASO PARTICULAR DE UNA MONJA LITERATA
El caso de la monja Francisca Josef del Catillo y Guevara no es muy conocido, ella vivió aislada, alejada del mundanal ruido y ajena a las influen-cias literarias de su época, lo que realmente le impidió conocer al mundo. Ingresó al convento a los dieciocho años, en dicha institución solamente le está permitido leer libros de índole católica. Por consiguiente, no hay en ella una formación literaria que se pueda considerar importante, además de desconocer práctica-mente el medio, para lo que vale las expresiones bíblicas con las cuales va recordando su pasado familiar cruel, despótico, y de alguna forma ignominioso, para una niña que tiene convicciones de haber leído entre los ocho y nueve años comedias y que entre los doce y los catorce leyó a San Ignacio de Loyola, esos nos muestra a una mujer inquieta, desde sus prime-ros años, por la búsqueda de algo que aún no sabe, pero que encontrara más adelante en el convento de Tunja. A partir de entonces, su obra va yendo por un camino de asombro y virtud alrededor de ciertas cosas para ella nunca existieron, De esa forma cuenta en los Afectos Espirituales, su principal obra, su dolor interior debido a las pesadillas y a las enfermedades que la poseyeron en vida, así escribe el mundo de los males humanos, sus pasiones, sus frustra-ciones, dramas. No hay que dudar que existe una gran diferencia entre los Afectos y la vida, su obra autobiográfica, menos lograda, menos difundida. Esa ruptura de alguna manera ella escribió como sentía y como pensaba, en Afectos esta obra escrita durante el mayor tiempo de su existencia es el rasgo característico de como sufrió a partir de la fe cristiana: Fénix, el alma se abrasa/ del sacramento al ardor/ para que muriera así/ reviva a tan dulce sol.     Cante la gloria si muere, / pues en tan dulce dolor,/ descansa en paz es guíen es/ centro ya del corazón. Ella nació y pereció en Tunja.

LITERATURA EN EL MOMENTO DE LA INDEPENDENCIA
En el siglo XVIII, se establece en la cabeza de algunos grandes hombres la emancipación para nuestros pueblos latinoamericanos que con cierta pasión lucharon y logrando alcanzar su “independencia”. Años caracterizados por re- vueltas, manifestaciones y problemas en los diferentes virreinatos. A raíz de estos hechos fueron naciendo los diferentes países que existen hoy en día. Entre las primeras revelaciones políticas en el continente se destacaron: el levantamiento de los comuneros en la Nueva Granada encabezado por José Antonio Galán y el de Tupac Amaru en el Perú.
Habían trascurrido como trecientos años de do- minio español, con un notable deterioro políti- co, económico y social, que fue capitalizado por los criollos quienes, a través de intercambios con otros pueblos. Fueron forjando ideales de liber-tad, fundamentados especialmente en las concepciones filosóficas y humanitarias  francesas. Por un periodo supremamente con- vulcionado, se nota la ausencia de documentos, proclamas, ensayos y discursos; el arte quedo relegado a odas, poesías patrióticas, himnos, etc. De este periodo en nuestro país se conoce a José Eusebio Caro y José Joaquín Ortiz.
         
EL PRIMER POETA ROMANTICO
Josu Eusebio Caro, realmente fue el primer poeta de índole romántica del país, ser de una alta sensibilidad literaria, la que convino con lucha política y el amor al prójimo. En esto hay  que agregar su profunda formación filosófica, debido a que su obra es una mezcla dolorosa de historia y de su crisis de conciencia. Caro cantó al amor, a la libertad y la tiranía, por lo que fue desterrado. Su poesía política es lo menos perdurable, para muchos por incurrir en el panfleto.
Este hombre fue, sin duda, el precursor del Modernismo en este país, al introducir modifi-caciones fundamentales en la poesía. Remplazo la métrica por el hexámetro, así logra una poética diferente airada con interesante juego entre el ritmo contenido; influencia que precede de las lecturas de los maestros franceses, norte- americanos y españoles
Testimonio y prueba de su trascendencia es el poema Estar Contigo, del que se dice sirvió a Rubén Darío para la creación de la canción en Primavera: Estar contigo ¿Oh! Ya de orgulloso estoy cansado/ ya estoy cansado de razón;/ déjame, en fin, que hable a tu lado/ cual habla solo el corazón.
Este poeta nació en Ocaña, en mil ochocientos diecisiete, y pereció en San Marta, al regreso de su autoexilio en 1853. De destacada trayectoria en la política nacional, participo en las operacio-nes militares de 1840 a 1842.

JOSE JUAGUÍN ORTIZ
Nacido en Tunja, en mil ochocientos catorce, y murió en Santa Fe en 1892, era un consumado pedagogo, es además considerado un poeta en transición, sus mayores obras son: Horas de descanso (1834) y Poesías (1880) sus poemas más conocidos son. La bandera colombiana, La última luz, Colombia, Al Tequendama. Temas que están desarrollados a la educación, a la re-trograda religión católica y a los desvirtualizados símbolos nacionales.  Otras figuras que no podemos dejar a un lado, en este periodo de la historia nacional por sus distintos aportes por su lucha por la de “inde- pendencia” fueron: simón Bolívar, denominado “El padre de la patria y el más importante revolucionario junto a San Martín; Francisco De Paula Santander, unos dicen que traiciono a Bolívar, se le aclama la organización jurídica administrativa del país. Lucho al lado del libertador y se distancio de él en 1825; Antonio Nariño uno de los pioneros, el cual tradujo del francés los Derechos del hombre. Es conside- rado el prosista más brillante de la época de independencia, creo el primer periódico La Vácatela; Camilo Torres, escribió Represen- tación del Cabildo de Santa Fe a la suprema junta Central de España, conocido como el Memorial de los Agravios. Fue uno de los juristas más destacados de su época, su prosa es fervorosa, encendida y revolucionaria donde están presentes los sentimientos patrios de independencia. Fue también participe de la llamada Patria Boba y fue fusilado por Murillo en mil ochocientos dieciséis.
                   
EL ROMANTICISMO
La forma de ver el Romanticismo, es una forma nueva de ver la vida, por parte el ser humano del siglo XIX, especialmente en lo que tiene que ver con todo lo correspondiente con el arte y con el modo de ser individuo. Se caracteriza por asumir nuevas ideas y sentimientos, el individualismo consumado, la rebeldía que se manifiesta, la ruptura con lo tradicional, el inconformismo y la búsqueda de la identificación. El romanticismo es un estado del espíritu con una interpretación del mundo, a veces errónea, donde el individuo se emerge en el alcohol donde el individuo cae en el delirio provocado por el alcohol compro-metido de cierta manera con la emoción de la inspiración.
Como movimiento literario, el Romanticismo se sucede desde 1830 a 1860, periodo caracteri- zado por la anarquía que se generó después de la forma del poder por parte de los criollos y mestizos, de inestabilidad social y guerras. Es un periodo turbulento, durante el cual forma enorme auge el caudillismo, que se esfuerza por imponer supremacía política y llenar los espacios dejados por los españoles después de ser despojados del poder. En medio del caos, los militares más fuertes imponen las condiciones a sus adver-sarios, en estrecha alianza con el poder clerical y con una decisiva presencia inglesa en los distintos aspectos de la vida nacional. En síntesis, las nuevas naciones eran gobernadas en ese momento por sus hijos, los caudillos, que a la vez fueron los nuevos opresores.
El Romanticismo a la vez tiene espíritu idealista, no se conforma con lo que lo rodea, aspira siempre a un mundo más integro, al no hallarlo se lo inventa, idealizando la patria, la mujer, la humanidad y el amor. Los escritores tienen la tendencia a vivir como escriben, lo que hace que lleven una vida taciturna, llena de imaginación y diferente a lo habitual. Si hay que hablar de los más destacados autores nacionales románticos, ellos son: Rafael Pombo, Julio Arboleda, Grego-rio Gutiérrez Gonzales, Diego Fallón José Maria Rivas, Ismael Enrique Arciniegas, Julio Flores, José Eusebio Caro, Rafael Núñez, Jorge Isaacs, Epifanio Mejía.

RAFAEL POMBO
Este escritor extenso en su obra, llena de altiva- jos, con un buen número de poemas sobresa- lientes, en donde lo metafísico y lo amoroso dejan ver una enorme diversidad y capacidad de su intelecto de escritor, que enlaza los diferentes elementos de nuestra cultura; alimentada por la elástica experiencia, la misma lectura, la meditación y las reflexiones, con excelente mezcla de imágenes, y figuras literarias, expuestas en líneas rebosantes de alegría, vida, sentimientos estremecedores y hechiceros, que lo llevan a hacer  uno de los poetas nacionales más importantes de todas las épocas, trascendiendo al ámbito universal. Todos estos elementos hacen de Pombo un poeta romántico, movimiento literario en el que intenta inmerso y del que deja constancia en su manera de expresar los paisajes, la raza y el amor. Despertó en ese entonces un espíritu de la naturaleza, logrando una misteriosa mezcla de los momentos básicos del hombre entre su mundo y el alma, entre el misticismo y lo rerente de lo espiritual; por eso su mejor obra la alcanza en el momento combina lo interior con lo exterior. Del poema de Noche: No ya mi corazón desasosiegan/ las mágicas visiones de otros días./ ¡Oh patria! Oh casa, oh sacras/ musas mías/ ¡Silencio! Unas no son/ otras me niegan.
 La popularidad de Pombo en Colombia y en las antologías de poesía para niños, se debe, sobre todo, a sus textos para el público infantil, contenidos en sus libros de Cuentos Pintados y Cuentos morales para niños (1854) esos textos fueron reunidos de forma póstuma y son desta- cados por muchas generaciones. El nació y pereció en Bogotá (1933-1922). Doctor en matemáticas e ingeniero. Fundo con Vergara y Vergara, La siesta, hojas culturales con las que se oxigenó la literatura y el arte nacional. Fue diplomático y funcionario público. Combatió la dictadura de Melo. Ejerció la literatura en Estados Unidos y fue secretario de la academia de la lengua, tradujo a Virgilio, Horacio, Goethe, Byron y otros tantos.

EL ESCRITOR DE LA MARÍA
Jorge Isaacs, se le considera uno de los están- dartes logrando la más creación romántica del país con la novela María. La historia está basada en los amores de dos jóvenes: Efraín y María. Desde las primeras líneas se plantea el amor, el que se va expresando de manera nebulosa, incluso en los sueños hasta crear un clímax de ternura y pasión, que hace que se dé un perma-nente sufrimiento, por una relación idealizada entre primos, abocados a un amor inocente que, poco a poco, se va llenando de alusiones y referencias sexuales. Si bien, los enamorados nunca la materializan, su relación no deja de ser normal, puesto que allí van surgiendo elementos reveladores como las señales de los ojos, las manos y los labios.
Este escritor cuya fama primeramente se debe a su libro de poesía titulado, poesías (1864). Isaacs fue incapaz de repetir el éxito de su única novela la María a pesar que lo siguió intentando. Alternando la escritura con varios cargos y al quedar en la ruina nunca pudo recuperar su fortuna y murió en Ibagué (Tolima) en la pobreza absoluta en 1895.
Fragmentos capitulo once: Hice esfuerzos para mostrarme jovial durante el resto del día,, en la mesa hable con entusiasmo de mujeres hermo- sas de Bogotá, y ponderé intencionadamente las gracias y el ingenio de P… mi padre se complacía oyéndome; Eloísa habría querido que la sobremesa durase hasta la noche. María estuvo callada; pero me pareció que sus meji- llas palidecían algunas veces, y que su original color no había vuelto a ellas, así como el de las rosas que durante la noche han engalanado un festín. Hacia la última parte de la conversación, María había fingido jugar con la cabellera de Juan, hermano mío de tres años de edad y a quien ella mimaba. Soportó hasta el fin, más tan luego como me puse en pie, se dirigió ella con el niño al jardín
Otra parte: El desconcierto de María era ya notable. Yo la miraba; y ella debió hallar algo nuevo y animador en mis ojos, pues respondió con acento más firme: Efraín botó unas al huerto; y nos pareció que siendo tan raras, era lástima que se perdiesen: ésta era una de ellas- María le dije yo- Si hubiera sabido que eran tan estimables esas flores las habría guardado para vosotras, pero me han parecido menos bellas que las que ponen diariamente en el florero de mi casa Comprendió ella la causa de mi resentimi-ento, y me  dijo tan claramente una mirada suya, que temí se oyeran las palpitaciones de mi corazón. 

EL COSTUMBRISMO
Surgió en España y se extendió velozmente por Europa y algo después llego a América. Su nacimiento prácticamente está ligado a las pu- blicaciones de artículos y narraciones en los periódicos El Mercantil y El Duende travieso, sin embargo en las Cartas Españolas, publica-ción surgida en mil ochocientos treinta y uno tuvo su máxima madurez, forjada en artículos De Mariano José Lanna y mesonero Romanos. El costumbrismo no aporta estudios ni conocimi-entos básicos sobre literatura, si no que se basa en la observación de lo autóctono y en los acontecimientos de la cotidianidad que se reflejan para que aparezcan como verdaderos documentos históricos de esta época determinada. Eugenio Díaz escribió sobre las costumbres- no se fundamenta en rasgos fundamentales de la sociedad al describir las costumbres y los sucesos, resaltando los extremos, a fin de ridiculizar, a través de la sátira y la burla. En Colombia fue un movimiento de cierta trascen-dencia y los escritores como tales jugaron un papel determinante, al punto de haber logrado obras consagradas en las cuales quedo plasmada la historia del país con su vida social, religiosa, política, anecdótica.
El costumbrismo es definido por Antonio José Restrepo como: un género realista, es saleroso para poder conservar el cuadro de costumbres y quiso mantener las cosas como estaban queriendo volver sobre el pasado. José Manuel Marroquín uno de sus exponentes más conocidos señalo: estas narraciones de uno o de más sucesos, de los comunes y ordinarios, hechos en tono ligero y salpicado de observaciones pican-tes y chistes variados.

EL ESCRITOR DE MANUELA
Eugenio Díaz Castro llego a la vida el cinco de sep. de mil ochocientos cuatro en Soacha y desapareció el once de abril de 1865, fue simple-mente autodidacta. Con José María Vergara y Vergara fundó el grupo de Mosaico. Con ayuda de Jorge Issacs publicó los  primeros capítulos de su novela Manuela, entre diciembre de mil ochocientos cincuenta y ocho y abril de mil ochocientos cincuenta y nueve. En un principio se dedicó a la contabilidad y al pasar el tiempo se involucró con ese mundo del costumbrismo y empezó a escribir. Otras obras que se le deben son: Los aguinaldos en Chapinero,; Bruna la Carbonera, La  ronda de don Ventura Ahumada; María Icence o los pescadores de Funza;  el Caney del Totumo; La Ruana; Un paseo a Fontibón; Una perra ilustre y un recuerdo del doctor Melendro.
En  la novela Manuela, el personaje central Don Demóstenes es un personaje tradicional que mantiene conversaciones con un cura y perma-nentemente anda acompañado del perro Ayacu-cho, ágil y juguetón que pelea a su lado y lo mete en líos con las mujeres que idealiza. Él es un personaje arraigado de una familia de cierta poción social, que enamora a varias jóvenes de diferentes clases sociales. En un viaje de vaca-ciones, sale de Bogotá a un pueblo llamado Parroquia y, estando ahí establece con  mujeres, se enamora en primera instancia de Clotilde quien lo rechaza. Manuela le conoce tan pronto llega al lugar gracias a que se hospeda en su casa y mantiene una relación permanente con ella: por lo demás se trata de una lavandera hermosa de diecisiete años que, de a poco despierta todo tipos de pensamientos en él. Está, sin embargo no demuestra interés alguno por el visitante, seguramente por estar ocupada con otros amores, al trascurrir ciertos enredos sentimentales se da un crudo entercado que generan don bandos bien diferenciados, generando una verdadera lucha de clases representada en los tadeístas y los manuelistas; especialmente en el momento que don Tadeo, ofendió, acusa a Manuela de revolucionaria, en un intento por hacerla coger presa, la persigue y provoca el destierro de Dámasco su amante.
Claro antagonismo social que se refleja en los diferentes acontecimientos, especialmente cu-ando Manuela huye a Ambalema, mientras Demóstenes acusa a Tadeo de adulteración de firmas y de tener falsos testigos, lo que hace es que las autoridades lo encarcelen. El hombre huye y con documentos falsos hace restituir sus derechos.
Finalmente, la pareja conformada por Manuela y Dámasco, se casa. La ceremonia es trágica, ya que termina con la vida de la pareja en medios de incidentes inesperados, primeramente la igle-sia se incendia en el momento que ellos se dirigen a ella, después del matrimonio, Manuela sufre un infarto y muere.           

UNO DE LOS PIONEROS DE LA CRÍTICA    EN COLOMBIA
José María Vergara nació en la capital donde también finiquito su vida (1831-1872). Fundó los diarios El Mosaico y la Siesta, fue un pionero de la crítica literaria en el país con la obra Historia de la literatura de Nueva Granada, recopilo los mejores artículos de costumbres con el nombre de Museo de Cuadros de costumbres, Variedades y viajes; donde se refleja eco-nómica, social, política y cotidiana del siglo XIX. En sus cuadros costumbristas se destaca Las Tres tazas, donde describe tres periodos de la historia colombiana por medio de las tazas de chocolate, té y café. El mosaico en su época estimuló y abrió los espacios necesarios a los intelectuales para dar a conocer sus obras. El nombre se resumió a una revista literaria que apareció por primera vez en Bogotá el veinte-cuatro de diciembre de mil ochocientos cincu-enta y ocho.

EL ESCRITOR DEL MORO
José Manuel Marroquín, nacido en santa Fe de Bogotá el siete de agosto 1827 y murió el diecinueve de septiembre de 1908. Fue educa-dor, cuentista novelista, fabulista, comediógrafo, poeta, ensayista historiador y presidente de la Republica. Cofundador del grupo Mosaico y de la Academia de la lengua. Otras obras que escribió La Perrilla, La Carrera de mi sobrino, El Cuento de los trastos, Recuerdos del campo y otras que no vale mencionar.
El moro es una novela, que está narrada en primera persona, se trata de la historia de un caballo, que por medio de diferentes situaciones va conociendo el mundo de los seres humanos, sus obligaciones que convergen desenvolviéndose, hasta en el amor, la guerra, las clases sociales; por lo tanto la novela posee un propósito social moralista. El potro que a la medida que va creciendo va conociendo a quienes le rodean: el capataz, su propietario, el mozo de cuadra; los distintos amos, las fiestas, los paisajes sabaneros, los acontecimientos histó-ricos, su venta, robo, expropiación, botín de guerra; su enfermedad y vejez. El Moro, simplemente es el pretexto que utiliza el autor para representar la vida.
         
LA LITERATURA DEL SIGLO XX SOBRE EL SIMBOLISMO

Empezando ese siglo un grupo de amigos escritores solían reunirse en diferentes lugares de la capital, los cuales eran Julio Flores, Emilio Murillo, Martín Alberto Rueda, Jorge Pombo Eduardo Echevarría y otros menos trascen-dentes. El nombre del movimientos por cosas del azar se originó en el zaguán de la casa de la sede, por hallar allí los asistentes un farol con leyenda gruta simbólica en letras rojas y dora-das, iluminadas por una vela de cebo
Así que el principio que los guiaba era la exposición de la belleza a través de los símbolos, apoyados claro está en la literatura francesa que reaccionaba contra el romanticismo, sin embargo, no se puede definir una escuela espe-cífica en que ellos se manifestaban en distintas voces: románticos, neoclásicos, modernistas, con una gran nostalgia por lo clásico.

JULIO FLORES
En mi concepto comparándolo con otros poetas ya que su poesía, para mí no es determinante y menos de mi agrado. De Todas maneras nació Chinquinquírá (Boyacá) en 1867 y pereció en Usiacurí (Atlántico) 1923, estudio en colegios tradicionales de la región, como: el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario el que dejo en 1885 por la guerra. En 1910 fundó la revista Oriente con Clímaco Soto Borda. Viajo a Europa e Hispanoamérica debido de la persecución que le hiciera el general Reyes al finalizar el siglo XIX debido al golpe de estado protagonizado por el vicepresidente José Manuel Marroquín contra San clemente a Bogotá del general Rafael Uribe Uribe, Flores público unos volantes poéticos que el gobierno consideró provocadores, razón por la cual fue arrestado una vez más. De sus libros algunos destacan: Horas (1893), Cardos y lirios (1905), Gotas de ajenjo (1908) Fronda lírica (del mismo año), sus descendientes publicaron Oro y ébano (1941).

 EL REALISMO
El realismo como tal estuvo conformado por un grupo de escritores que provinieron del costum-brismo y del romanticismo, es decir, a partir de mil ochocientos sesenta, y corresponde a la etapa de organización de las repúblicas, siglo XIX y comienzos del XX, con la influencia de los naturalistas franceses encabezados por Emilio Zola, el desarrollo literario no es igual en todos los países debido, en algunos, las nuevas corri-entes llegan  tardíamente, lo que  ha generado un desajuste cronológico, lo mismo pasa con el aspecto político. De 1810 a 1903 la América Hispánica conforma sus republicas. Por esa razón histórica, social y políticamente no están alejados de sus contemporáneos costumbristas y románticos, de esa forma el escritor llamado realista revela el momento que le correspondió vivir, reflejando los sucesos en su magnitud para enriquecerlos a través de imágenes y a la vez, renuncia a los patrones líricos, extravagantes y dolorosos del romanticismo.

TOMÁS CARRASQUILLA
Su principal novela es La Marquesa de Yolom-bó y fue publicada en el folletín del periódico Colombia de Medellín en mil novecientos vein-te seis. Dos años después, en forma de libro, en la capital antioqueña.
A través de una narrativa simple, Tomás cuenta la vida de ese personaje principal, Bárbara Caballero Álzate, desde su juventud hasta su madurez, resaltando la carencia de belleza, que le son compensados por su inteligencia y osadía para enfrentar el mundo de los negocios, el manejo de las minas y sus relaciones con los hombres; lo que la convierte en una mujer supre-mamente rica. La historia es dura, salida de las entrañas del pueblo de Yolombó, donde se desarrolla la vida de Bárbara y los Moreno, su arraiga personalidad y su importante aprecio por la gente de color, la superstición y su apego amor al cristianismo con inseguridades y temores. La suerte como el azar, tienen un papel decisivo en la existencia de ella. En el momento que conoce a Liboria Rayos que la saca de la ignorancia y le conduce por nuevos caminos, al enseñarle a leer y escribir, ya madura, lo que le fue extremadamente complicado, debido a que le era más fácil administrar una mina o montar una mula. Los conocimientos adquiridos, la fortuna y la suerte, engrandecen en extremo a la mujer jovial, humanitaria, convertida desde ese momento en un extraño ser egocéntrico, arrogante y engreído, con notable muestra de superioridad, en el que sobresale el endiosa-miento. En esta novela que nos deja ver en cada uno de sus personajes hay actitudes extrañas y opuestas, como el caso de María de la Luz, que es el típico reflejo de la esposa hacendosa, llena de los prejuicios de las señoras dedicadas al oficio doméstico, a criar hijos y a ser sumisa y tradicionalista, ella siendo la hermana de Bárbara.
Totalmente opuesta es estas es Sacramento, una mujer libertina, con diversos amores en diferen-tes lugares, con varios hijos de amantes ocasionales. Carrasquilla nos va mostrando concisamente el mundo pueblerino de esa Antioquia, con sus costumbres arraigadas, sus tradicionales vestimentas y chismes y sobre todo la actitud frente a otros, dejando en claro el racismo, la explotación, las diferencias sociales y la brujería. De otro lado juegan un papel importante en la obra: Serafina Holguín, distin-guida y elegante; Yalí venida del mundo ancestral de avanzada edad habladora y fisgona. José María Moreno, anciano parrandero y mujeriego, que se enamora de la adolescente Silveria Villaciento y enloquece al ser rechaz-ado. Tal vez el momento más crítico se da cuenta Bárbara es ridiculizada y burlada por el hombre que ama, Fernando de Orrellana, quien la despoja de sus riquezas, de su honor, la convierte en el chisme de todos y ella, enamorada, sumisa, soñadora, loca de felicidad, realiza uno de sus mayores actitudes la víspera de la boda, libera todos los esclavos. Con ese sentido, Carrasquilla no denuncia sino muestra la vida de un pueblo, a través del lenguaje castizo.
Tomás de Carrasquilla nació en Santo Do-mingo, una pequeña población encaramada en las montañas antioqueñas, feo y supremamente frío, a pesar de eso y tullido pudo estudiar como cualquier persona. Al vivir en Medellín lo nom-braron miembro del centro literario que dirigía Carlos E. Restrepo, acepto la galantería demostrando sus dotes de escritor gracias que tenía una voluntad de campesino laborante de la tierra, otras obras suyas son: Frutos de la tierra (1986), Grandeza (1910), Hace Tiempos (que escribió desde el año 1935 al año siguiente). Sus cuentos son: En la diestra de Dios padre, Simón el mago, Salve Regina.
           
EL ESCRITOR DE LA VORÁGINE
El protagonista y narrador principal, Arturo Cova, desde el inició de la novela, enfrenta varias dificultades que va contando en medio de progresivas crisis mentales. Cova se ve obligado de huir de Bogotá debido a una aventura amorosa con Alicia, la que según, el deseo de los padres debía casarse por conveniencia. Luego, fue despachada por la  familia. En una evasión voluntaria, con un Cova rechazado, que encarna el modo de ser y las relaciones de su creador; que cuenta una extraordinaria y apasionante historia de amores, explotación, esclavitud y asesinatos, y una compleja relación del hombre con la naturaleza a comienzos del siglo XX en lo profundo de la selva amazónica que culmina con la frase final esta obra !Los devoro la selva¡
Cova describe increíblemente, a través de sus vicisitudes y sueños, en un mundo donde reina la fantasía, en ambientes extrañísimos y a la vez desconocidos, en conflictos con sucesos realiza-dos e irrealizables; es lo que le sucede en un sueño de la Maporita con su guía, don Rafo. El horror que es la selva, es a la vez símbolo de una sociedad descompuesta, en permanente pugna de frente a los ojos del lector, donde se engaña con falsas promesas, inclusive por parte de los mis-mos gobernantes, lo que trae como consecuencia de un gran abandono y barbarie auspiciada por el estado, lo que refleja desconocimiento del mundo de la selva, donde el paisaje ha sido minuciosamente descrito en el diario de Cova que es lo mismo que decir Rivera: donde los peligros asechan, no provienen solamente de la fieras y serpientes, si no del mismo hombre y los insectos que producen fiebres, las hormigas carnívoras que devoran rápido a la víctima, los caimanes, los peces como las pirañas. Y la desorientación en ese mudo demasiado difícil y confuso: la selva. No compañero, ni se lo sueñe. Quizás algunos podrían marcharse, pero pagando, y no tienen medios. No saben el por dónde; el cómo, ni el cuándo. “Mañana mismo” ¡Ese es un adverbio que suena bien! ¿Y el saldo y la embarcación, y el sendero y las guarnicio-nes?. Salir de aquí por quedar allá, no es negocio que pague los gastos,  hoy los intereses solo se abandonan a látigo y sangre.
José Eustasio Rivera nació en Neiva. En víspe-ras de cumplir los dieciocho años, ingreso en la Escuela Normal de los Hermanos Cristianos, en donde cursó estudios ininterrumpidos hasta mil novecientos nueve. Participo con Víctor Mallarino y Diego Fallón en unas luchas políticas del trece de marzo de ese mismo año hasta mil novecientos once. Luego laburo en Ibagué como inspector escolar, fue a Bogotá un año después donde cursó la carrera de derecho en la u. Nacional. El tres de marzo de 1917 se graduó de abogado con la tesis Liquidación de las herencias. En 1917 tuvo su primer fracaso político al ser objetado su nombre para la Ca- mara de Representantes por Monseñor Esteban Rojas. Luego vivió varios años en los llanos. En 1921 publico su libro Tierra de promisión, un poemario de cincuenta y cinco sonetos, divididos en tres partes: la selva, las montañas, las costum-bres y el llanto. Ese mismo año formo parte de la misión diplomática que viajo a Perú, México y Estados Unidos a la celebración de las fiestas centenarias de la independencia, A su regreso, adelantó la gran polémica con Eduardo Catillo, Atahualpa Pizarro y Américo Mármol, de 1922 a 1923 hizo parte de la comisión que habría de trazar los límites en la frontera Colombo-venezolana. El 21 de abril de 1922 empezó a escribir La Vorágine que culmino en la última semana de abril de 1924. Al salir su novela al mercado viaja a Nueva York donde al poco tiempo de haber llegado murió, sin conocerse las causas de su deceso.

 EL MODERNISMO
 A partir de la década de los noventa, en el siglo XIX, irrumpe por primera vez, un movimiento literario y cultural de América para el mundo, el Modernismo, cuyos caracteres, que determinan su estilo, se manifiestan en la sensibilidad de un  nuevo lenguaje. A través de la palabra de los contenidos didácticos o enunciativos, dando lugar a un enriquecimiento del idioma, con una visión burguesa de la vida. Los modernistas se creen genios encumbrados en una torre de marfil, en donde no tienen posibilidades los prosaísmos cotidianos, ni la cabida para el lenguaje popular, pues es un arte para minorías. Sobre el particular, Rubén Darío dice: Veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos e imposibles; qué queréis, yo detesto la vida y el tiempo en que toco nacer.
El modernismo es una renovación en la prosa y el verso, en los que el ritmo y la musicalidad del texto van uno junto al otro a lo que expresa el autor. Es un estilo definido, propio de Hispano-américa, donde se imponen y abundan ambientes extraños que han dado paso a los ritmos que tienen fuertes nexos en fondo y forma, predominando el lenguaje selecto, la musicali-dad y la plasticidad. Hace presencia en nuestro país a través de las figuras literarias de José asunción silva y Guillermo Valencia.
               
JOSE ASUNCIÓN SILVA
Escribió una obra breve de increíble sensibi-lidad, en donde a través de sus poemas y escritos refleja su temperamento que no encajaron en su época, a pesar de trasmitir un ritmo y una musicalidad, sin precedentes en anteriores poe-tas. Genio desconocido e incomprendido si-empre por los suyos. Andrés Holguín dijo: en silva no hay exotismo ni escapismo. No hay orientes ni cisnes ni edad media ni Versalles ni siglo XVIII ni princesas. Ya que su poesía no es decorativa ni descriptiva. Hay no hay falso brillo, ni lujo exterior. Ni esmaltes ni tono elocuente en tendencia escultórica, ni cientofismo positivista. En Silva no hay leyenda ni historia. En él están sus mejores poemas, una autenticidad tan de raíz que es incompatible con el más caracterizado modernismo, hay pues convicción y un estilo muy propio, en el que la realidad proyecta al escritor por campos desconocidos en una pugna permanente, entre su  conciencia y su mundo comprometido.
El gran renovador de la poética nacional. Lucho con actitud contra un destino hostil, en una sociedad ajena a la solidaridad y a los asuntos con refertes a la sensibilidad, por esa falta de criterio de sus semejantes en ese mundo de rol social que no aceptaba íntegramente al poeta, golpeado por la muerte ya que la mayoría del tiempo sufrió fracasos económicos, ya que un poeta no es acto para el mundo de los negocios, sumado a esto los amores frustrados y amados por múltiples contradicciones psicológicas que lo conducen a distintos y profundos cambios emocionales que ven del desprecio por la vida, lo vano hasta el orgullo y la ironía materializada en su suicidio.
Su obra no muy abundante y más bien pequeña en volumen; pero trascendental en calidad; unas 220 páginas y 160 en prosa, dividida en: El libro de versos Gotas amargas, Intimidades y Poemas.
En narrativa solamente escribió prosas breves, Silva era un lector empedernido de literatura, ciencia, filosofía, eso lo ayudo a que escribiera como lo hizo, su forma de producción literaria, de la que se conoce Ronda o Nocturnos. Estos años que lo escribió son los años dolorosos del poeta: la muerte del padre en enero de 1887 y de su hermana Elvira en enero de 1891, con la se le han conocido disimiles historias y leyendas de amores incestuosos, frustrado se sume en la profunda desesperación que lo llevaron a ese suicidio.
Mucho se ha escrito sobre Silva, como por ejemplo su antecesor el poeta Charry Lara, en Divagaciones sobre Silva, dice: Su poesía aparentemente sencilla por el desgano hacia las imágenes, voces alusiones eruditas, a las que tan dado era el gusto de la época, plantea en primer término, la necesidad de que, en virtud de la magia de la palabra y como las vagas formas del deseo, sea posible la expresión de las sensa-ciones. Los románticos llegaron a manifestar  sentimientos. Silva, que es ya un simbolista, se interesa profundamente en la complejidad de los estímulos sensoriales. Por lo mismo, en algunos casos sus textos, son la disculpa justa para tratar los asuntos del momento, desenmascarándolos, para optar de esta forma por sus puntos  de vista, los que el autor considera no   deberían publicarse al lado de su poesía lírica, tal es el caso de Gotas amargas, donde tal vez de la mayor confesión del pensamiento filosófico del autor acerca de la conducta humana, la que enjuicia severamente.
Partes del poema Una noche: una noche,// una noche toda llena de perfumes,/ de murmullos y de músicas de alas,/una noche/ en que ardían en la sombra nupcial/ y húmeda las luciérnagas fantásticas,/ a mi lado, lentamente, contra mí/ ceñida toda muda y pálida,/ como si un pensamiento de amarguras infinitas/ basta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,/ por la senda que atraviesa la llanura florecida/ caminabas y la luna llena/ por los cielos fabulo-sos, infinitos y profundo espacia su luz  blanca;/ y tu sombra fina y lánguida y mi sombra/ por los rayos de la luna proyectada sobre las arenas tristes.
                 
GUILLERMO VALENCIA
Para hablar sobre la vida y obra de este gran poeta hay que señalar que está caracterizada por una falta de compromiso propio de los poetas de su generación que atendieron más a la forma, la belleza, la torre de marfil, que al compromiso histórico-social, o sea no guardaron un equilibrio con el contenido. Eso se debe a la extraordinaria formación intelectual, ya que su poética surge más de reflexiones que de la observación sensible de experiencias vividas. Su obra enmarca un mundo de historias, culturales, religiones y mitos en donde tienen especial atención los héroes griegos, distintos y los recuerdos bíblicos; temas que maneja con el vigor de su expresión donde se destaca la sonoridad de su verso elocuente apuntando a lo que es Rubén Darío, o en ocasiones diluido en sugerencias amorosas por consiguiente no existe el calor humano de sentir, el canto de la angustia del alma, la expresión de la emoción primaria, sino que abandona el compromiso del hombre con su entorno, con su realidad cotidiana: la vida, la muerte, el amor, lo político-social. Toda  su obra está fuertemente influenciado por el parnasianis-mo trasladado y acomodado en América. En la historia literaria del país, Valencia es el poeta mejor acogido por la alta burguesía, que lo convirtió en su símbolo. Su obra más destacada es Ritos, en donde se nota una poesía innovadora de las formas tradicionales, con un verso fresco, donde está presente como lo dije antes el parnasianismo
Este poeta nació y murió en Popayán (1873-1943). Como todas las personalidades de ese entonces, estudio en el seminario, donde aprendió latín, griego y posteriormente francés y otros idiomas. Fue candidato a la presidencia de la república en 1918 y en 1936, formó parte de la comisión internacional que buscaba un acuerdo sobre Leticia.
Del poema: Hay un instante: Hay un instante del crepúsculo/ en que las cosas brillan más,/ fugaz momento palpitante/ de una amorosa identidad./ Se aterciopelan los ramajes/ pulen las torres su perfil,/ burila un ave su silueta/ sobre el plafondo de zafir.

 EL POSMODERNISMO
En el país, la ruptura con el modernismo la hacen dos poetas totalmente opuestos en estilo, manejo de imágenes, concepción de mundo y obras. Se trata de los poetas Luis Carlos López (El tuerto) y el gran Porfirio Barba Jacob. López desarrolla una prosa cotidiana de crónica poderosa, vigorosa, caricaturesca, en donde la imagen juega un papel primordial, que enri-quece con elementos extraños, los cuales le sirven para producir contrastes que nos va revelando en cada una de sus frases, es el caso de los retratos, que dejan de ser simples rasgos o descripciones humorísticas para convertirlos, a través de la ironía, en elemento críticos con un lenguaje nuevo, en donde se puede observar un total distanciamiento con el modernismo mediante el tratamiento de lo picaresco, con un ritmo musical. Allí el realismo tiene un papel predominante al profundizar con ironía, para determinar las costumbres provincianas como un lenguaje sencillo y conversacional que logra trascender no sólo la obra sino también las cos-tumbres.  

LUIS CARLOS LÓPEZ
Nació como murió en la ciudad heroica (1879-1950). Publico los libros de poesía: De mi Villorrio (1908), Posturas difíciles (1909) Vari-os a varios, en colaboración con Manuel Cervera y Abraham Z. López (1910). Por el atajo, (1920) y Hongos de la Riba (1942).
En 1915 funda en Cartagena el diario la Unión Comercial, que dirigió con dos de sus hermanos. Colabora por algún tiempo en el diario la Patria. En 1928 es nombrado Cónsul en Múnich y publica la edición definitiva de Por el atajo. A su regreso dirigió la Imprenta Departamental de Bolívar, de 1937 a 1944, es Cónsul en Balti-more. En esos años publicó la serie calles de Cartagena y La pantalla del tuerto.
                
PORFIRIO BARBA JACOB
Es considerado uno de los poetas más grandes y de mayor trascendencia universal por la hon-dura y sensibilidad expresiva, en donde juega un papel importante la muerte, la soledad, la incerti-dumbre, la angustia, el amor y el dolor manifes-tado en gritos desgarradores a manera de llamados, que salen de lo más profundo de ser para prolongarse indefinidos en el tiempo y el espacio, por lo mismo, es una poética que se va sintiendo y bebiendo a sorbos, a medida que pasamos por cada una de sus líneas ya que sus poemas son el resultado de un todo reflexivo, sentido y padecido, lo que deja trascender la extraordinaria combinación de vivencia y crea-ción. Para nada es una poesía retórica, debido a que parte de visiones que se expresan a la manera de sensaciones, intuiciones, depresiones y pasiones, sustentadas por su ritmo vital y una intensa musicalidad, lo que crea una especie de simbiosis de lo vital y lo cultural.
En su obra se mezclan distintos elementos de la vida y podemos decir que su obra genera ruptu-ras y cambios, ya que se refleja una manera nueva de ver el mundo y entender la sensibi-lidad del arte por medio de la poética y con angustiada rebelión contra el tiempo vano y contra los cielos hostiles.
Fue un fecunda viajero que llevo su poesía a México, Cuba, Argentina, teniendo gratas y desesperantes experiencias de vida. Si esa poesía hay oscuridades, algún día las calmara su tragicomedia y su misterio.
Su nombre original era miguel Ángel Osorio Benítes, quien se hizo llamar Main Ximénez, Ricardo Arenales y de último Porfirio Barba Jacob. Nació en 1883 en Santa Rosa de Osos, departamento de Antioquia y murió en 1942 en México. Su obra está compuesta por ciento cin-cuenta poemas, de los que se conservan uno ciento veinte. No publicó por iniciativa propia, sin embargo, en vida se hicieron tres ediciones de sus textos en México, Guatemala y Colombia, bajo los títulos de canciones y elegías (1932), Rosas Negras (1933), Y la canción de la vida profunda y otros poemas (1937) y el Corazón iluminado (1942). Participo en la guerra de los mil días (1901-1902). Transeúnte permanente y prolífico, trabajando por lo general en periódicos y colaborando en revistas.
Canción de la vida profunda: Hay días que somos tan móviles,/ como las leves briznas al viento y al azar…/ Tal vez bajo otro cielo la gloria nos sonrisa…/ La vida es clara, undívaga y abierta como un mar.   Hay días que somos tan fértiles / como en el abrir del campo, que tiembla de pasión:/ bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,/ el alma está brotando floresta de ilusión.

LOS NUEVOS
El dieciséis de julio 1925 apareció en la escena de la literatura colombiana la revista Los Nuevos, para dar a conocer el movimiento literario integrado por quince escritores, donde el menor contaba nada más con diecinueve años y el mayor con treinta años;  bajo la dirección de Flipe Lleras Camargo y la secretaria de su hermano Alberto, otros integrantes del grupo fueron: German Arciniegas, Eliseo Araujo,  Enrique Gaviria, Rafael Maya, José Mar, Manuel García, Jorge Zalamea, León de Greiff, Luis Vidales y otros menos destacados. La edición de la revista realizo cinco ediciones. Este grupo se manifestó preponderantemente se opuso a las costumbres, a quien censura el falso romanticismo provinciano; en consecuencia, se consideraban renovadores, donde lo funda-mental es defender los intereses del país, los derechos reivindicados populares, a partir de los principios y la concepción del mundo de cada autor; esa es la razón para que unos opten por el sendero de la poesía y otros por el periodismo, la política, la novela y la crónica.
Fernando Charry Lara, en su estudio sobre la literatura colombiana nos recuerda a Rafael Maya cuando escribió sobre los Nuevos: Este grupo bien represento un rompimiento político y literario en relación con los centenaristas pues en política volvió a las  afirmaciones extremas, como reacción contra el sincretismo anterior, y en el campo intelectual amplió considerable-mente el radio de la creación artística, permaneció, no obstante, fiel a ciertas escuelas del siglo pasado, como el simbolismo y el parnasianismo francés, por una parte, y el otro lado con la tendencia clásica, profundamente modificada por lo que hubo en el modernismo de más próximo a esta escuela.

LEÓN DE GREIFF
Fue sobre todo un gran poeta de increíble musi-calidad e ironía, encaminada, la mayoría de las veces contra sí mismo, en una poesía burlona y a la vez erudita de mucho intimismo, enriquecida con la invención de palabras y permanentes cambios de giros, que lo hacen intenso, original, creador de un mundo auténtico coherente, carac-terizado por las pasiones, la soledad, la nostalgia, la muerte y los desgarramientos interiores, palpando en los sarcasmos, legán-donos una obra vibrante, inconfundible y personal, con una caracterización muy propia en la que sobresalen las alusiones a su vida, haciendo de su poesía una interminable confesión de lo que hizo y dejo de hacer.
Este poeta de nacimiento en Medellín, en el año de 1895 y falleció en la misma ciudad en 1976. Ingeniero de profesión, ejerció en la banca, en los ferrocarriles en el área de extensión cultural. Publicó en el año de mil novecientos veinte cinco Tergiversaciones, El Libro de signos 1930), Variaciones alrededor de la nada (1936), Poemas de Gaspar (1937), Farrago (1945),  No-va et vetera (1973). En mil novecientos setenta y tres fundó la revista Panida que funciono entre 1915 y 1920. Dirigió la revista de Las Indias.
Del relato de Sergio Stepanky: Juego de mi vida, cambio mi vida./ De todos modos la llevo perdida…  La juego o la cambio por el más/ infantil espejismo,/ la dono en usufructo, o la regalo…  La juego contra uno o contra todos,/ la juego contra el cero o contra el infinito,/ la juego en una alcoba, en el ágora, en un garito,/ en una encrucijada, en una barricada, en un motín;/ la    juego definitivamente desde el principio hasta el fin,/  a todo lo ancho y a todo lo hondo/ en  periferia o en el medio, en el sub-fondo

JORGE ZALAMEA
Este excelente poeta nació en Bogotá (1905-1969), estudio en la escuela de agricultura y desafortunadamente para Zalamea casi obligado por sus padres entro en la escuela militar, de donde se fugó. Desde los diecisiete años escribió cuentos y reseñas para la revista Cromos, viajo varias veces por diferentes lugares del planeta, desempeño varios cargos públicos y desempeño como diplomático en México y Italia. Tuvo la suerte de pertenecer al colectivo de poetas agrupados en torno a la revista literaria Los Nuevos, cofundador en 1925 y por la cual se dedicó a la poesía de ese momento de comienzos del siglo XX: León de Greiff, Luis Vidales, Rafael Maya y del mismo Zalamea escribió ensayos, obras de teatro y poesía. Muestras de las primeras son: El libro maravilloso de los libros y Infancia y adolescencia de Bolívar (1938), Nueve artistas colombianos (1941), Su Poesía ignorada y olvidada, ganadora del premio Casa de las Americas, luego escribió El Gran Burundón Burundá la muerte (1925), Sátira de un dictador y de lo que sucede a su alrededor (1925). Es autor también de La Metamorfosis de su excelencia (1949, su obra póstuma El Sueño de las escalinatas (1964). De su periodo teatral hay que destacar: el regreso de Eva (1927) y el Rapto de las sabinas, Tradujo poesía, ensayo del inglés al francés.
Del sueño de las escalinatas: detras de mi está el río. lo siento correr sobre mis riñones y yerta cadena de plomo, invitándome al lento viaje de la muerte, como a vosotros: seres de condición contradicha y de voluntad incierta. Pero sigue la audiencia y prosigue la acusación. Y TE acuso, Río hipócrita, con tus aguas de adobe desleído y de cañas podridas crees ocultar tus crímenes de inundador y saqueador de aldeas; con la mimosa sonrisa de tus breves ondas y los arrebatos de tus remolinos danzantes, procuras disimular el rapto de los niños muy las mozas que bajaron de los pueblos sedientos para mirarse en sus sucias aguas
RÍO-MITO: estas ahí, a mis espaldas, con tu lengua salaz de Celestina, con el rumor canalla de vanas promesas. Todo burbujeante y espu-meante de historias y misterio. Exhalando el vaho muchos siglos. Sorbiendo y convirtiendo en onerosa tasa marítima la polvareda de las necias obras humanas.
       
 RAFAEL MAYA
Fue uno de los poetas más integro como ilustres del grupo de los Nuevos, destacado por su apego a la antigüedad. Brotan en su obra deudas con Virgilio, Horacio y la generación española del 98. Esto hizo que su poesía se moviera entre los contrastes de la mitología griega y su admiración por la naturaleza. Al respecto, David Jiménez Panesso, dijo: Maya es, tal vez, el último poeta y escritor de este país dueño de todos los secretos artesanales de la poesía clásica. Y leerlo es todavía hoy, un admirable espectáculo en ese sentido, la variedad de metros, de formas estróficas, de acentuaciones, es verdaderamente sorprendente.
Este poeta de lo natural nació en Popayán el 19 de marzo de 1898 y murió en la capital del país el 22 de julio 1980. En mil novecientos diecisiete publicó sus primeros versos en la revista Lira de Hermanas. En 1922 fue nombrado como el pri-mer secretario de aviación en el ministerio de guerra. Desde 1924 ejerció como periodista en Barranquilla, donde se destaca su reportaje que le hizo a José María Vargas Vila.
Fragmentos de un poema suyo: La tarde clara y lenta, me dijiste/ es una urna que nuestro amor encierra, un último canto de la verde tierra/ fiesta final a la que  Dios asiste.
Fragmento de otro poema: Yo tenía dos alas/ el ala azul, el ala roja,/ El ala azul, era en mi hom-bro como el pelo/ que el huracán profético desenvuelve/ en torno del brazo de las sibilas.

AURELIO ARTURO

Esta poesía que linda perfectamente con el misterio, que traduce esos versos con el habla de los bosques, ríos, plantas, la involucra a la manera de pincelazos la vida trascendente, entre nostalgias, sombras, tristezas y ensoñaciones. Con desbordante lirismo, alta musicalidad y ritmo. A través de la palabra va evocando la inti-midad y la naturaleza con el ambiente de ideas propias donde la memoria juega un papel impor-tante en la evocación y la selección rigurosa de los vocablos.
Este gran poeta después de unos años de los Nuevos y antes del movimiento Piedra y cielo, se le podría clasificar, al estar distanciado de los grupos, por esa razón es inclasificable, además su obra tiene valor por lo que es, poesía muy auténtica y original de un hombre que no escri-bió mucho.
Hay que decir que el poeta nació en la Unión (Nariño) en mil novecientos seis y pereció en mil novecientos setenta y cuatro. Estudio dere-cho y trabajo largamente en el Poder Judicial, al retirarse y abandonarse en una pequeña finca campestre escribió Morando el Sur, sus primeros poemas se conocieron en 1939 en periódicos y revistas. Su libro Morada al sur se publicó en 1939, reeditado desde ese entonces varias veces. En 1963 le fue atribuido el Premio Nacional de Poesía y se publicó su libro. En 1982 Colcultura publicó en Cuadernos de Poesía una selección de diez poemas bajo el título de Un país que sueña.
Y esta es la canción de un verano/ entre muchos hermosos veranos,/ cuando el polvo se alza y danza/ y el cielo es un follaje azul, distante. Y entonces fue cuando vino con las brisas/ que se levantan de los arroyos/ y de sus conchas, la que cantaba/ la canción del verano, la canción/ de yerbas secas y aromáticas/ que arrullaban, cuan-do a mi lado/ la sentía como una tierra que/ respira como un sueño de/ pólenes y estrellas que resbalan/ tibias por la piel y las manos.

 LUIS VIDALES
Sobre este poeta representante de la izquierda colombiana, hay que decir que llevo a cabo una ruptura con los vicios de la lírica y las corrientes poéticas predominantes de la época sumidas en regazos de romanticismo y modernismo. Al impregnar su obra de alegría y vigor, como tras-plantar en ella elementos nuevos provenientes de los cambios, del desarrollo científico. Socio-económico y político que permite tener una mejor visión del mundo. Es frecuente encontrar allí objetos cotidianos que van asumiendo vida a ser evocados con cierta ternura en medio del humo con la pipa, con humor, erotismo y un lirismo fresco y nuevo, en los momentos que la humanidad está viviendo nuevas formas de apreciar la vida, lo que le permite observar una mujer tierna, sensual, erótica en un mundo demasiado complejo de hombres oprimidos que forman levantamientos huelguísticos con trin-cheras desde las fábricas en donde la injusticia con el obrero es igual a la del hombre de la calle, todo ello finalmente se refleja en la violencia; fundamentando en contrastes que van desde las canciones de huelga. A la izquierda: a la izquierda/! Los pasos del tren:/ Y el tren quieto, quieto el tren, muerto el tren/ O el recuerdo del visitante: Alguien llega de pronto y esconde la sencilla/ presencia  en el mutismo de su forma inasible.
Critica mordazmente a la sociedad decadente, mediante un lenguaje sencillo pero expresivo e irónico; es su ironía donde está la fuerza de su lenguaje al convertirlo en elemento de ideas, que identifican las multitudes posibilidades de hom-bres y de mujeres que se representan siempre reflexivos ante un mundo cada vez más conflictivo, de esta se expresa la voz del poeta desde distintas etapas de su existencia.
Luís Vidales tuvo la fortuna de nacer en la hacienda Rioazul, municipio de Calarcá (Quin-dío), murió en Bogotá en 1986. Fue dado a conocer el veintiséis de julio de mil  noveci-entos veinte seis por su amigo Luis Tejada, con estas palabras: Yo presento a Luis Vidales y reclamo para él el título de poeta es el mejor y el más noble sentido de la palabra. Fue uno de los fundadores del partido comunista colombiano en el año de 1930. Sus obras son: Suenan timbres (1926), La obreríada (1978); en ensayos tiene Tratado de estética (1945); La insurrección desplomada (1948), Circunstancia Social en el arte (1973). En mil novecientos veinte seis fue incluido en La Antología poética de Jorge Luis Borges, el poeta chileno Vicente Huidobro, Alberto Hidalgo, hombres en ese entonces de la nueva poesía americana (Buenos Aires), junto a sesenta un poetas de más de nueve países. En mil novecientos ochenta y dos La universidad de Antioquia le otorgó el premio Nacional de poesía. Fue diplomático y asesor del presidente Salvador Allende en Chile. El gobierno Sovié-tico le otorgó el premio Lenin de la paz.     
Parte del poema Los Ruidos: Ruidos de los ca-fés/ que se escapan por las bocinas de los telé-fonos/ ruidos maravillosos de las casas./ Yo sé que cada casa/ tiene sus ruidos especiales./ Así conozco la casa de mi amigo/ y reconozco la mía/ de lejos/ entre la aglomeración de constru-cciones./ Ruidos de la ciudad que sólo es calles y calles/ en la ciudad que esta de espaldas/ volte-ada hacia adentro/ hacia los interiores de las casas.

 EL MOVIMIENTO PIEDRA Y CIELO
Este grupo que estuvo constituido por escritores que se dan a conocer entre 1935 y 1940, caracterizados por una fuerte influencia por la generación del veintisiete español, además de Neruda y Guillén. El nombre fue tomado del libro Piedra y Cielo de Juan Ramón Jiménez. Sus integrantes bebieron y se alimentaron en las mismas fuentes, ya que tenían intereses comunes.
Lo integraron poetas como: Jorge Rojas, Edu-ardo Carranza, Arturo Camacho Ramírez, Gerardo Valencia y otros más. Con las publicaciones de estos mencionados poetas la poesía se oxígeno, dándole una nueva expresión, plena de imágenes que buscan señalar identidad, alige-rando el verso, volviéndole el sentido del amor a lo imaginativo. Sobre el particular, Jorge Gaitán Durán dijo: Para mí, el movimiento de Piedra y Cielo no se puede considerar como una expre-sión poética subsidiaria o ficticia o reflexiva.

EDUARDO CARRANZA
En sus inicios se dedicó exclusivamente a suplementos literarios. En mil novecientos trein-ta y seis deslumbró al mundo de la literatura con su libro Canciones para iniciar una fiesta. Con cierto entusiasmo y euforia vinieron: Seis elegías y un himno (1939) y ellas, los días y las nubes (1941). En está poesía se puede hallar un estilo, un mundo, una identidad con una lírica fresca, amorosa, plena de imágenes y símbolos, donde confluye el espíritu joven, pletórico de sueños, mujeres sensuales, atmósfera intensa, árboles, la naturaleza encantada y la nostalgia; todo ello desarrollando una musicalidad: En síntesis, es una poesía de renovación que procura identidad sin salirse de los temas de siempre, pero acudiendo con fuerza a la sugerencia, al subcon-sciente. Neruda dijo de Carranza: En tu poesía se cristalizan, cuajándose en mil recetas, las líneas geométricas de vuestra tradición poética, y junto a su vigor un sentimiento, un aire emociónate que toca todas las hojas del monte parnaso americano, aire de vida melancólica, aire de des-pedida y de llegada sabor de dulce amor
Del soneto a Teresa: Teresa en cuya frente el cielo empieza/ como el aroma de la cien/ de la flor; Teresa de suave desamor/ y el arroyuelo azul en la cabeza.   Teresa en espiral de ligereza/ y uva y rosa y trigo surtidor;/ tu cuerpo es todo el río del amor/ que nunca acaba de pasar Teresa.      

 LOS CUADERNÍCOLAS O CANTICO
Los Cuadernicólas surgen diez años después del furor del Piedracielismo, entre 1944 y 1945, auspiciados por la librería siglo XX de Rafael Naranjo Villegas, bajo la dirección editorial del poeta y novelista Jaime Ibáñez. El grupo de poetas lo integraban Rogelio Echavarría, Andrés Olguín, Julio José Fajardo, Maruja Viera y Fernando Charry Lara. Tuvo vínculos Aurelio Arturo, Jorge Gaitán Duran, Castro Saavedra, Álvaro Mutis. Denotando interés en la poesía de talla de Pablo Neruda, César Vallejo, Cernuda y Barba Jacob, su obra se desarrolla en el plano amoroso, con un lenguaje sencillo de exaltación y versos urbanos, por ese motivo sus temas son dirigidos a lo fugaz del sueño, comunicando con experiencia.
Darío Jaramillo Agudelo en una ocasión dijo: Roberto Echavarría es un poeta original en la poesía de este país ya que fue el primero que abrió la mirada a la poesía de lo cotidiano como de lo urbano, y lo hizo asumiendo la lírica, sin abandonar el misterio fundamental en la poética… Este gran poeta es considerado como el precursor de una vertiente de la poesía colom-biana que incorporo sin pudores el mundo circundante y autobiográfico al poema, esta poesía tiene el poder de galvanizar al lector, de hacer vivir la intensa embriaguez del verbo y darle palabras a sus visiones y a sus memoranzas.
   
ROGELIO ECHAVARRÍA
De nacimiento en Santa Rosa de Osos (Antioquia), en 1926. Estudio en la universidad de Antioquia y ejerció como periodista en el diario El Tiempo. Sus obras más importantes son edad sin Tiempo y El Transeúnte, con ediciones enri-quecidas.
 Su obra como tal revive sentimientos, año-ranzas que habitan misterios, ensimismada en una búsqueda de resonancias que le dan originalidad y entonación, a partir de la expre-sión sincera a la mujer, al amor, los sueños y los asuntos cotidianos. Casi todo poeta sabe que es vana la obra de los hombres. Vida y poesía no son, en algún sentido, distintas, y porque vivi-mos hacemos poesía, y, hay de los poetas que hacen extremando una margen, una torre triste, una exigua lámina de papel.
Con varios poetas mantuvo una correspondencia ya que fueron sus amigos íntimos. Hablo siempre con especial fervor de Alexandre, Villaurrutia y Cardoza y Aragón.
Del poema El Transeúnte: Todas las calles que conozco/ son un largo monologo mío,/ llenas de gente como árboles/ batidos por oscuras batahola./ O si el sol florece en los balcones/ y siempre su calor en el polvo/ movedizo, las gentes que hallo son simples piedras/ que no sé por qué viven rodando.   Bajo sus ojos que me miran hostiles/ como si yo fuera enemigo de todos/ no puedo descubrir una conciencia libre,/ pero sé que luchan solos/ porque buscan todos juntos./ son un largo gemido/ todas las calles que conozco.
 
FERNANDO CHARRY LARA
Nació en Bogotá, En mil novecientos veinte estudió derecho en la universidad Nacional y durante muchos años fue profesor universitario. Formó parte del Consejo Directivo de las revistas universitarias como de la universidad de Los Andes, Mito, Eco y Golpe de dados. Su obra está recogida en los volúmenes Cántico (1949), Los Adioses (1963) Premio Nacional de Poesía, Casa Silva 2000.

EL GRUPO DE BARRANQUILLA
Sobre el Grupo de Barranquilla hay que ir a sus raíces, las que hallan en los grandes nombres, convertidos igual que otros en personajes de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez, el sabio catalán Don Ramón Vinyes y José Félix Fuenmayor, Álvaro fue el primero que atendió el consejo de abandonar a Macondo. Lo vendió todo hasta el tigre cautivo que se burlaba de los transeúntes en el patio de su vivienda y compro un pasaje eterno en un tren que nunca acababa de viajar. En las tarjetas postales que mandaba donde las estaciones intermedias, describía gritos las imágenes instantáneas que había visto por la ventanilla del vagón, y era como haciendo trizas y tirando al olvido el largo poema de la fugacidad.
En este grupo confluyen todas las ideas, sacralizando las costumbre arraigadas en una sociedad cerrada, por lo que sus conocimientos y actitudes progresistas y visionarios de la cultura cambiaron la historia no solo de la ciudad sino también del país, ya que propusieron proyectos y objetivos distintos a través de conductos claros que desencadenaron en el movimiento literario donde confluyen todas las ideas y manifes-taciones artísticas para pasar de meras referen-cias domésticas, familiares o provincianas, a un arte universal, en los que los ejecutores visualizan y afirman una enorme sensibilidad estética al tiempo que se siembran los gérmenes vigorosos por los cambios por medio de la rebelión y el misterio que profundiza más allá del sórdido conocimiento de la realidad
El grupo estaba constituido por los escritores: Julio Enrique Blanco, Manuel García Herreros, Rafael Carbonell, Julio Gómez de Castro y Héctor Parias. Y otros tantos; más tarde de lo que se llamó la Nueva Época la integraron pintores y escritores como: Alfonso Mayor, Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Zamu-dio, Germán Vargas, el pintor Alejandro Obre-gón, Jorge Rendón, Roberto Prieto Sánchez y otros de menor importancia
Sobre sus crónicas se difundieron por el sema-nario Crónica que fundó y dirigió Alfonso Fuenmayor, la jefatura de redacción de Gabo y un comité integrado por Ramón Vinyes y los otros miembros del grupo. La Revista de igual manera tuvo un  Comité artístico integrado por Obregón, Alfonso Melo y Orlando Rivera. Apa-reció por primera vez el sábado 29 de abril de1950, mezclaba en su publicación la literatura con el deporte por lo que en cada edición su por-tada era de un futbolista.

EL GRUPO MITO
Este grupo recibió el nombre a partir de la revista que fundó, dirigió y financió Jorge Gai-tán Duran, entre los años 1955 y 1962, se lograron hacer cuarenta y dos ediciones de la revista, el grupo estuvo conformado por: Cote Lamus, Jorge Eliécer Ruiz, Hernando Valencia; al descubrirlo otros escritores se sumaron, esos son los casos de: Pedro Gómez Valderrama, Cruz Veles, Sanín Cano, Jorge Salamanca, Eduardo Carranza, León de Greiff
El mismo Gaitán Duran en una ocasión escribió: Durante los primeros números fraternalmente unidos, hemos intentado ayudarle a nuestros compatriotas a pensar libremente. No hemos incitado a que pertenezcan a determinadas ideo-logías, si no ver ciertas cosas que pasan con el propósito de crear en las metes inconformismo. Venidos de todos los horizontes políticos y culturales hemos demostrado que la inteligencia no sólo une, sino también abre las vías especí-ficas para posteriores trasformaciones de la conciencia y la sociedad.
Ustedes se han podido darse cuenta sobre las dificultades que hemos debido remontar. En una nación como Colombia donde si en algunas épocas se ha podido hablar libremente, jamás se ha podido pensar libremente; es difícil que nos perdonen una posición crítica de los perjuicios, las taras, las injusticias de las estructuras sociales. Hemos sido completamente adversarios defi-nidos de las llamadas buenas conciencias, de nuestras clases dirigentes, hemos descrito situaciones éticas, sociales e intelectuales; nos hemos opuesto a todo atentado contra la libertad de expresión.

EDUARDO COTE LAMUS
Este poeta le canto a la muerte la que nos espera a cada instante, El fallecer que nos frecuenta asidua de angustias y sin sabores; la muerte asumida de forma natural y desprendida por tanto, del amor; por lo que es consciente de ello, en consecuencia antes se está en la vida, con lo que implica ella: el amor, la belleza y la amistad, combinados con anécdotas y hechos corrientes de las personas, de los pobladores de su vivienda y de otros mundos; las mujeres, los deseos, el amor, la meditación filosófica sobre los recuerdos por los desastres que produce en la tierra la naturaleza: toda la historia cabe en la mirada y las ruinas así no lo demuestran.
Nació en Cúcuta (1928) y pereció en la vía a Pamplona en 1964. Fue fundador de Mito, político y gobernador de su departamento. Sus libros son: Preparación para la muerte (1950), Salvación del recuerdo (1953), Los sueños (1959) y Estoraques (1963)
Del Olvido algunos fragmentos: En la noche,, por el día, un débil/ pregunta: ¿Dónde? ¿En qué lugar?/ ¿A dónde has ido? Yo recojo los deseos/ de la primera plaza de la sombra/ soy de aquellos de la sangre negada. / Después olvido. Soy el olvido. / Quiero olvidar. Avanzo por el río/ donde antes hubo un río: Ahora secas/ voces antiguas fijas en su cauce./ Por esa tarde no ha pasado nadie/ ni el cielo no me aumenta ni una nube./ Igual que un nombre escrito es un espejo/ me veo yo futuro como un muerto./ Entonces miro y digo lo de nadie:/ quiero vivir, después no despertarme.

EL NADAÍSMO
Este movimiento literario se dio a conocer en Medellín (Antioquia) por cuatro jóvenes: Gonzalo Arango, Amílcar Osorio, Guillermo Trujillo y Alberto Escobar. Con actitud y sus escritos se dieron a conocer y mostraron sus ideas, sin apellido, con el famoso manifiesto de mil novecientos cincuenta y ocho, luego se agruparían Jaime Jaramillo Escobar, Darío Le-mus, Humberto Navarro, Diego León Giraldo, Jorge Orlando y Moisés Melo y Jaime Espinel. En la ciudad de Cali se sumaron Mario y Elmo Valencia. Al pasar tres años se unieron al grupo Fanny Buitrago, Elkin Restrepo, David Bonells. Armando Romero y Mario Rivero, quien estuvo en una antología de 1963. Posteriormente se integraron otros escritores y artistas del país.
El nadaísmo es un movimiento que generó diferentes discusiones en el interior y en el exterior del movimiento; una de estas en 1959, en el momento que los integrantes de Medellín recriminaron a los de Cali por sus conceptos provincianos. Protagonizaron todo tipo de escán-dalos, quejas ante los libros como las obras  la María, La Vorágine, textos de Carrasquilla y otros libros del romanticismo y del moder-nismo, fueron incinerados en público y decla-raron guerra total al orden político, a la cultura imperante, a la iglesia y al orden social, con algunas manifestaciones callejeras.
Los primera época del Nadaísmo, los recuerda Jaime Jaramillo, así la propagación del movimi-ento se inició por medio de conferencias anárquicas, pues hace muchísimo tiempo que la gente no reacciona si no se la sacude al menos un poco. Con esos bodoques explosivos se consiguió que los medios se ocuparan de los manifiestos Nadaístas.
Los nadaístas se pusieron a la tarea de difusión utilizando todos los medios posibles, como periódicos, revistas, conferencias, recitales, pro-clamas en las universidades, teatros, cafés de moda, bares y hasta en la cárcel. Héctor Rojas Herazo, los acoge para escribir: Lo importante de esta juventud es su asimiento, su virilidad para padecer en carne propia un pecado que pertenece a las anteriores generaciones. Es la nuestra de una sociedad ancianizada en hipo-cresía, en el esguince, en la penumbra de las formas. Pero si estos jóvenes no le han dado a este andamiaje el empeño que merece,  empie-zan en cambio a construir una vasta acusación, un poderoso reproche con sus silabas amargas. La acción del Nadaísmo es por eso una labor política. Ellos a partir de insinuar su libertad, con la búsqueda verbal, con el impulso del pensamiento quieren despertar esta sociedad empañada por sus conformismos y onirismo bursátil. Y eso, trasformar al hombre, es la labor que están cumpliendo en este país, por esa razón desafían los peligros, con el frenesí, el desorden, la claridad y la esperanza.
Intentaron muchas veces tener su propia revista para que la gente leyeran sus escritos poéticos, pero por diversas situaciones fueron fracasando; el primero de ellos se denominó Revista Nada, que se editó varios años después, circularon ocho números ente 1970 y 1971, con Nadaísmo 70. Otra fue La viga en el ojo, de Eduardo Escobar X 54, en Pereira (1966), de la que apenas circularon dos números. J. Mario, en Sultana del valle edito el primer número de Ojo Pop, en 1966.
Los Nadaístas manifestamos con pasión e insis-tencia no estar al servicio de ningún partido político, lo que no nos exime de la responsa-bilidad y la obligación ética de ponernos al servicio de la humanidad, la evolución de arte, la defensa de la libertad de la paz. El movimiento según su fundador Gonzalo: nació en medio de una sociedad que si no había muerto, apestaba esos escenarios sudados escenarios de regimientos, a pésimo aliento de sus discursos; apestaba al incienso de sus alabanzas pagadas; apestaba a las más sucias maquinaciones políticas; apestaba a la cultura vacía de manipulación, a literatura rosa, a genocidio, a miseria, a tortura, a explosiones, a pactos mentirosos.
Por su parte Amílcar escribió: Solamente noso-tros los nadaístas tenemos potencia para romper la campana vitral de la realidad y elevarnos al subfondo maravilloso de la Nada o Poesía, donde el ser se encuentra a sí mismo para desleírse en la pura contemplación de lo aluci-nante…Detentamos la nada o lo poético, la sabiduría y la mística; detentamos a los poderes incontaminados y permanecemos en el nuevo caos, amotinados con gusanillos, padeciendo la existencia, creando la constante pura de huma-nidad para salvarla de su imperdurable trauma.
En uno de esos manifiestos expresan: Hemos renunciado a la esperanza de trascender bajo las promesas de cualquier religión o idealismo filosófico. Para nosotros éste es el mundo y éste es el hombre. Otras hermenéuticas sobre estas verdades evidentes carecen de sentido humano. Las abstracciones y las entelequias sobre el ser humano, caen en el dominio de la especulación pura y del simbolismo metafísico, producto natural del anhelo del hombre por trascender su identidad concreta y fijarla en una forma ideal, más allá de todo limite espacial y temporal. Este anhelo corresponde a su naturaleza idealista y poética que quiere cristalizar la esencia del Ser en lo absoluto, en el eterno. Propone esa ilusión para después de la muerte, es la misión de las religiones.
Nosotros creemos en el destino del hombre es terrestre y temporal, se realiza en planos con-cretos, y solo un dinamismo creador sobre la materia del mundo a la medida de su misión espiritual, fijando su pensamiento en la historia de la cultura humana.
EL Nadaísmo realizo manifiestos con este sen-tido: 1958 Primer manifiesto Nadaísta, 1959 Los Camisas Rojas, 1959 Primer manifiesto Vallecaucano, 1960 Mensaje Bisiesto a los intelectuales colombianos, 1960 Exposición radiantica de la poesía Nadaísta, 1961 Mani-fiesto a los escribanos católicos, 1962 Mensaje a los académicos de la lengua, 1963 Las promesas de Prometeo, 1963 Dignidad y desamparo del arte, 1964 El sermón atómico, 1965 Manifiesto Nadaísta el Homo Sapiens, 1966 Manifiesto poético, 1967 Terrible 13 manifiesto Nadaísmo, 1868 Nadaísmo informal, 1971 El nadaísmo con Fidel, 1978 Al sacerdote poeta Ernesto Cardenal.
             Primer manifiesto Nadaísta 1958
                                     I
El Nadaísmo es un estado del espíritu revoluci-onario, y excede toda clase de previsiones y posibilidades.
                                   II
Se ha considerado a veces al artista como un símbolo que fluctúa entre la santidad o la locu-ra.
Queremos reivindicarlo diciendo de él que es un ser humano, un simple hombre, que nada lo separa de la condición humana común a los de-más seres humanos.
Y que solo se diferencia de otro por virtud de su oficio o de los elementos específicos que hacen su destino.
El artista es un ser privilegiado con ciertos dotes excepcionales y misteriosos,  con que lo doto la naturaleza. En él hay satanismo, fuerzas extrañas de la biología, y esfuerzos consientes de creación mediante intuiciones emocionales experien-cias de la historia del pensamiento.
Su destino es una simple elección o vocación, bien irracional, o condicionada por un determinismo biopsíquico-conciente, que recae sobre el mundo si es político; sobre la locura si es poeta, o sobre la trascendencia si es místico.

III
Tratare de definir la poesía como toda acción del espíritu completamente gratuita y desinteresada de presupuestos etílicos, políticos o racionales que formulas los hombres como programa de felicidad y justicia.
Este ejército poético carece de función social o moralizadora. Es un acto que se agota en sí mismo, el más inútil del espíritu creador, Jean Paul Sartre lo definió como la elección del fra-caso.
La poesía es una esencia, una aspiración a la belleza solitaria. El más corruptor vicio onanista del espíritu moderno.
  Manifiesto al congreso de escribanos católicos
Ustedes fracasaron ¡Que nos dejan después de cincuenta años de pensamiento católico? Esto: es un pueblo miserable, ignorante, hambriento, servil, explotado, fetichista, criminal, bruto. Esto es el producto de sus sermones sobre moral, de su metafísica bastarda, de su fe de carboneros. Ustedes son los responsables de esta crisis que nos envilece y nos cubre de ignominia.
Ustedes no son dignos de venir a representar intereses del espíritu. Consideramos, por simples razones de ética nadaísta, que en Colombia no se puede ser escritor y católico al mismo tiempo. Porque lo uno le repugna al otro. Ustedes son católicos porque no piensan. O no piensan porque son católicos. En los dos casos indica que ustedes son unos viejos caducos y conformistas.
Nosotros queremos ser libres y no tenemos miedo al infierno. Consideramos que el catoli-cismo es una ingenuidad de la razón y una cobardía.
               Terrible 13 Manifiesto Nadaísta
Desde nuestra aparición Nadaísta en el infierno de la sociedad colombiana, ha crecido una rosada ola de maldad en los espíritus. Una oscu-ridad terrible se cierne sobre nuestros corazones que encarnan el peligro de un nuevo amor hacia la historia.
 A temprana edad conocimos el gusto de la grandeza y de la fama, y sin pedirle permiso a los oráculos nos erigimos en los profetas del mal y de la destrucción.
Hemos gozado de la admiración de la juventud, que ve en nosotros la encarnación de un oscuro heroísmo.
Hemos desertado nuestros amores, creados, fanatismo, esperanzas, recuerdos y felicidades, no por otros idealismos, sino a cambio de nada, o por una oceánica indiferencia.
Consideramos que era ya demasiado tarde para luchar, triunfar, pensar, amar, trascender, y ser formales como seminaristas, porque vivimos ti-empo de terror y muerte, y las estrellas del cielo han sido sustituidas por terribles signos anuncia-dores de guerras atómicas y aniquilamientos terrestres.
                        
                       El sermón atómico
Un poeta Nadaísta, ni amargo ni alegre, sin fe pero sin desesperación, definió al mundo con una frase feliz, Dijo que: el mundo es verde, y sin embargo no hay esperanzas. Y es verdad. ¿Qué necesidad hay de esperanzas si estamos vivos? Vivir es en sí el acto más esperanzado del mundo. Solo en la muerte no existe la espe-ranza.
El Nadaísmo es la apoteosis del milagro de vivir. Es una liberación y al mismo tiempo una afiliación a la vida, partiendo de la muerte del viejo ser del hombre. Todo esto realizado en una Revolución reconstructiva en sí misma, y en sus relaciones con el mundo.
Crecer bajo el sol, bendecir el mundo, vivir en la plenitud de la conciencia, colmar los apetitos del deseo, realizar los impulsos vitales de nuestro ser revelarnos contra los dogmas opresores de la razón, negar la moral ascética que predica la resignación, romper las cadenas que nos esclavizan a la tiranía del maquinismo, renun-ciar a los falsos dioses del paraíso para salvar nuestra vida, salvarla afirmando nuestra rebe-lión, reivindicando en la protesta los prestigios de la gloriosa aventura humana.
                            Naditación 14
Al escribir no bebo, ni me estupefaciento, me inspiro. A lo sumo estoy algo aburrido, o no timbro el teléfono para escuchar su voz de jazz que tanto me gusta  estoy harto de medir la extensión tornasolada de Junín, recibiendo el homenaje indignado de los energúmenos.
El Nadaísmo opina… No hay que estar orgulloso de ser hombre, ni de pensar ¿Ves ese par de moscas que se aman? (señala los bichos con el bolígrafo). Este par de moscas son felices, si supiera que cosa es la felicidad. Refuta el humanista. Pero el hombre es el que ha inventado la palabra mosca y la palabra felicidad. En eso radica su horrible superioridad sobre los otros animales. A través del lenguaje las cosas como un reclutamiento a la existencia; las convoca de la Nada al Ser.
                     Diario de un Nadaísta
4 am. Un alba roja. Llego a la casa completa-mente borracho. En el árbol, frente a la puerta que ostenta el respaldo de la leyenda: Al Demonio, no entres, vomito. Esta casa es mi hogar.
7 am. ¡Esta vida no puede seguir así!
7 y media. Mi madre me habla de la hora de muerte. Me cuenta una pesadilla: yo estaba tendido en una mesa de cirugía. Me cortaban con una hacha de carnicero los dedos de las manos y de los pies, uno a uno. Me río a carcajadas. Mi madre se enfurece con mi cinismo y se va para una agencia funeraria donde negocia un ataúd de hidionda corta para mi edad. Mi madre pide ocho pesos de rebaja. El tipo acredita el cajón, la calidad de la madera, el terciopelo. Y se niega. Mi madre, ofendida tira mi cadáver sonriente en un tarro de basura.
8 y 17. Vomito en el retrete las flores de astromelio que comí anoche en la plaza Bolívar, con el propósito que nazcan en los propios pies del libertador de América. Convierto el retrete en un florero.
                    
 GONZALO ARANGO
Aterrizo en el mundo en pueblo llamado Andes (Antioquia) en una fecha improvisada por el Nadaísmo, el 18 de un enero de 1931 y se fue huyendo en el taxi de la muerte por la vía a Tunja el 25 de septiembre.   Vino con la única función de fundar el Nadaísmo. Su poesía refleja por todas partes la bella anarquía, claro con un estilo virulento, radical como tiene que ser, de un buen manejo de la imagen sencilla y descomplicada que esboza, poco a mucho en un humor fresco como la mansa hierba e irónico con el que justifica lo insólito y da autenticidad de un desadaptado, quien a través de miradas globales deja sentir la integridad del misterio de la caída, la visión del mundo que lo zambulle en los tormentos y su propia sumisión personal, donde la constante es la muerte, lo místico, Dios y la naturaleza misma.
Sus obras abarcan con sentido el todo y la nada y son: Manifiesto Nadaísta (1958), Prosa para leer en la silla eléctrica (1966), HK 111 y nada bajo el cielo (1960), Saso y saxofón (19639, Providencia (1972), Obra negra (1974), La consagración de la nada y los ratones van al infierno (1964), El oso y el colibrí (1968) memorias de un presidiario (1991), Reportaje y Adangelios (1993) y Fuego en el altar. Publicó notas periodísticas en La Nueva Prensa, Contra-punto, Cromos, Nadaísmo El Tiempo, El Espectador, El Colombiano y el País y otros.
 Del poema Ser: ser un semáforo bajo la lluvia/ ser un rayo sobre un pararrayo/ ser un papagayo/ ser un aviso luminoso a las seis de la tarde/ ser un revolver y una bala/ un enemigo peligroso/ un día cualquiera en la hoja del almanaque/ unos hilos de lluvia sólida, un poco de frío/ un edificio de catorce pisos mojado por la lluvia/ el  cielo hace su propia revolución/ los hombres se esconden de miedo/ en los recintos cerrados en los aleros, en las escampavías/ ser la velocidad de un automóvil/ ser el comandante de la revo-lución celeste/ ser una golondrina retardada en el imperio de la lluvia/ los hilos del telégrafo destilan gotas/ ser la terraza en el firmamento/ el transeúnte que no puede llegar tarde a su trabajo/ la novia que va para una cita de amor/ la motocicleta estacionada en mitad de la calle/ ser la basura que corre/ los vidrios refriados/ el calor dominado/ ser como una mujer que me invita al lecho por su cuenta/ ser un instante en compañía de otro instante cualquiera/ ser una cabra abierta/ un telegrama sintético con una mala noticia/ el pedal de un dentista/ un arroyo que pasa sin inmutarse/ por las hojas que lleva a la desem-bocadura/ una sumadora de besos/ una restau-radora de deudas/ una multiplicadora de instintos bajos/ una divisora de penas/ ser el premio mayor de la lotería/ un florero con anémonas y gladiolos/ una flor de sauco/ una hoja de verbena/ un pistilo-estambrado/ una declaración de guerra/ un armisticio de paz/ una revolución debelada, un muerto, un vivo, unas ganas de orinar/ ser como mi mujer que no piensa, luego existe/ ser una y otra vez/ indefinidamente/ yo mismo Gonzalo Arango.
              Testamento de Gonzalo Arango
Declaro solamente que no escribo para la inmortalidad. Escribo modestamente para esta vida y para los que viven aquí y ahora. Deseo una gloria que me alcance en mi carne y en este instante, y después. Escribo a velocidades del planeta a contrarreloj contra la muerte. Deseo conquistar mi vida  como una finalidad del arte. A esta conquista sacrifico gustosamente la pureza, la perfección y toda la idea de absoluto. Por toda la gloria busco la plenitud de los sentí-dos, el éxtasis de mi cuerpo en otro cuerpo.
No pretendo ser clásico al estilo de los estilistas que sacrifican una aventura por una metáfora. Yo, en cambio lo dejo todo, desde Adán hasta Marx, por meterme en un filme de vaqueros con mi amante. En eso me distingo de la raza bastarda de los intelectuales. Confieso a la manada de truhumanes que se interesan por esas cosas del espíritu que me interesa perdurar en los manu-ales de literatura para estudiantes de retórica. Mis libros no tienen esa aroma que santifica las almas, ni ilumina los claustros sombríos de la virtud.
No dejo nada ejemplarizante para retornar al buen camino y los extraviados, pues yo soy la negación de todo camino. Y si por azar queda algún testimonio en este sentido, es porque yo mismo, por encontrar un camino, me extravíe en la ausencia de caminos. No tengo que enseñar en los internados de monjas y de curas dónde la moral acoraza la juventud contra los goces naturales de la vida.
Me niego a ser fosilizado, maquillado y momi-ficado en un pensum como gloria nacional.
Apelo a mi desprecio por la cultura para que no se inscriba mi nombre en textos escolares para que luego sea bardeado por maestro de urbanidad y buen decir. Al diablo con esos burros presumidos que apestan a pedantería de monasterio, a espiritualismo de sacristía, a sobaco sudado, nicotina, alcanfor de calidad, y a los mil errores pestilentes del racionalismo cristiano.
Exijo el honor de que me borren de la memoria de las futuras generaciones. Pido para mi gloria de ser un maldito, un proscrito un excomulgado de toda moral, de toda estética, de toda esperanza. Que mi gloria me la den en la cama.
Quiero ser olvidado definitivamente, ferviente-mente; o en caso contrario odiado con pasión, como un remordimiento que roe la noche causa del espíritu humano. No deseo sobrevivir a mi propio horror, y el desprecio que me inspiro el Humanismo y la sensibilidad utilitaria y futbolera del siglo XX
Exijo el derecho de elegir para mi memoria la ingratitud de la posteridad, puesto que antes de morir ya abre sido ingrato con ese mundo.
Aspiro ser como escritor el arquitecto de la des-trucción, instalando en mi trono planificaré el caos, la ruptura del orden, la desesperanza inminente, el aniquilamiento total, el triunfo de la desesperanza.
No pretendo ser benefactor ni creador de nada con el sucio barro de que está hecha la Humanidad y sus utensilios. Reclamo a cambio de mi inutilidad, silencio para mi tumba, desprecio y horror para mis huesos culpables.
No dejo descendencia física ni patrimonio hu-moral para ser devorado por la rapiña insaciable de los roedores del alma. Mi destino me concierne a mí solamente, y me hundo con él por dignidad y por indiferencia.
Asumo con orgullo mis maldiciones y mis desdenes, no repartí pan a los miserables, no regale fe a los dudosos, ni consuelo a los dolientes. Ejercí una rara caridad repartiendo asco a los oscuros y desdicha a los infelices. Contagié la desesperación como una peste sagra-da, pues tal misión me fue encomendad por el demonio para preparar el advenimiento del imperio de la Ignominia…
 
 JAIME JARAMILLO ESCOBAR
Antes de surgir en las aguas infecundas del Nadaísmo, surgió en la vida en Puerto Rico (no en la isla pero si en Antioquia) en un año impar de la década del treinta, se atrevió a publicar los poemas de ofensa (1968), extractos de poesía (1982), Sombreo de abogado (1984) y Poemas de tierra caliente. En el año de mil novecientos ochenta y cinco ganó el Premio de Poesía Eduardo Cote Lamus y el Premio de Poesía universidad de Antioquia. Ha sido traducido a varios idiomas. El día que se desvistió el espíritu se dio a conocer como X 504. Es considerado por muchos como el más importante y formado intelectualmente de los poetas nadaístas, con una desbordante imaginación que trasciende al parir la nada con gran ritmo; para él es determinante expresarse con su poesía en cualquier parte, siendo un fluido creador que va de la ironía a la candidez de un sombrero, queriendo siempre liberarse de todas las ataduras, denotándose en sus versos trabajo de un consecuente pensador y un inquieto observador desgarrado en lo íntimo por las tragedias sociales del entorno.
 En formas expresivas de una honda poesía como en el Apólogo del paraíso, con su sugestivo versos anarcos. Al confesarse en una ocasión escribió: El secreto es mí estilo está en que escribo siempre desnudo.
Del poema El cuerpo: He aquí, de esto se habla./ El cuerpo nos goza y lo sufrimos./ lujo de la naturaleza, pagamos por el nuestra alma./ Esclavos de los dioses, el hombre es un ser aterrado,/ y sólo es el usufructo de su cuerpo deposita su aspiranza./ Su añadida luce su con-versación como un pavo real,/ y sentado en un tapete de luna su lengua salta/ delante de sí como una serpiente encantada./ Orgullo del alma, el cuerpo es regocijo y alimento,/ y baila ante los dioses como el árbol frete a la tormenta./ El cuerpo toca otro cuerpo y no percibe sino otredad./ Rosa, decimos, y la rosa es un mito del alma,/ porque la carne del cuerpo no se reconoce sino a sí misma./ El cuerpo devorador, todo hecho para devorar,/ el alma de este cuerpo no puede ser sino también devoradora. / Somos como un surtidor, con nuestro brazos que se agitan y nuestra boca llena de agua./ tenemos lo que tiene la nube, he aquí esta/ adivinanza, por eso la tierra nos absorbe. Rebelión de la materia, el cuerpo se avolcana, se incendia, impone hermosura,/ y no queremos ser solo cuerpo,/ pero yo aconsejo: hazte amigo del sepulturero.

J. MARIO ARBELAEZ
En mi concepto es el menos nadaísta de todos, ya que siempre se dejó dominar por el orgullo y puede traicionar al movimiento mismo. De él se ha dicho: que fue en una época el vocero. Su poesía es alegre, eufórica y llena de amor picante que oscila entre la alegría y la libertad de un hombre que devela la soledad, en versos que van penetrando en lo más hondo; a la manera de cantos misteriosos y filosóficos de los viejos consejeros, en la medida que asume una actitud reflexiva.
Con ese vigor J. Mario es dos veces premio nacional de poesía, En uno de esos días Fernando Ayala escribió sobre él lo siguiente: en este poeta la palabra no tiene aroma de tumba. Es alegre, vital, se burla de cuanto mira y lo mira, estudia con ojo ambiguo el fondo invisible de la realidad (nuestros miedos y nuestra sed) y deja sentir que la única posibilidad para sentirse vivo el hombre es miedo. Pero no el miedo del acosado, sino el miedo del rebelde: aquel miedo que potencia la imaginación y es capaz de hablar de viva voz para tumbar los muros y las máscaras.
Este poeta nació en Cali, en 1940. Después de publicado El profeta en su casa (1966), Con mi reino por este mundo (1980).

DARÍO LEMOS
Este poeta que mejor abre las puertas espíritua-les del Nadaísmo, al no ser un poeta excluyente pero si un luchador que de cierta manera actuó con una rueda suelta, con suficiente visión loca, que con pasión amorosa frente a los que lo quisieron, frente a los que despierta muchas veces en trágicos episodios en un proceso que contrasta con su dominio y calidad de la poesía, sobre todo en su estandartes de su comportamiento, su libre expresión su fragilidad mental, que lo conducen hacia la vía de la destrucción por lo que Darío Lemos se basta y se gesta así mismo al crear su mundo, su mejor perfil de múltiples ideas que le sirven para producir su fantasiosa realidad. Si existe un poeta nadaísta que merezca con atributo el título de poeta y de Nadaísta es él, Debido a la vida que le toco vivir y la que ahora tanto muere y tanto le duele. Un poeta que haya intervenido con tanta dificultad referente al dolor moral y del dolor físico, bien pueda estar cobijado por la gloria, más que le digo esa última palabra, ¡paloma esquiva!; por lo menos con la sonrisa abierta de la vida, huésped del mismo infierno, pasajero de todos los tormentos, jinete de todos los vuelos, practicante de todos los delitos, víctima de la injusticia, como también expiatorio de su misma poética. Darío Lemos es la fuerza más dolorosa que le tocó al Nadaísmo para llegar a Medellín por el alzamiento. Ciudad donde vivió siempre a lo enemigo a pesar de amar sus veranos y sus verdugos, ciudad que lo deja morir lentamente de gangrena y desamparo.
    Carta del más anónimo nadaista a los menos
Ustedes creerán que Darilemos va a comenzar a decir. Y es cierto. El apocalipsis va llegando de manera que ya calculé. Me alegro por mi acierto ya que se necesitan vivir treinta años para llegar a los paraísos de la roca, es decir, a la razón, para no golpearse más en la cabeza. Ustedes saben que el Nadaísmo es más eterno que el sabor de la miel más amada, más peligroso que la ternura o los árboles, y que la vivencia nadaísta, el camino que yo elegí es tan doloroso como un beso bajo un diluvio de salmuera. Ustedes míos comprenderán fácilmente que si Artaud viviera seriamos contemporáneos marginados, y Van Gogh nos hubiera entregado su oreja de repuesto para que firmáramos todas nuestras protestas de despido. Soy un canguro de bolsa muy grande donde siempre he llevado el Nadaísmo viviendo con mi hijo marsupial. Yo soy el que lanzaron de la casa de los padres y durmiendo en los parques extravió los poemas; y en la cárcel otros poemas escribió con cuchillos mentolados en la garganta; ustedes saben que el arzobispo se santifico cuando salvo mi vida en su auto luego de una puñalada fanática con un cristo de doble filo, ¡como amo a Jesucristo!, y saben que en los sanatorios soy conocido como el que llega a inyectar luminosidad a los ilumi-nados, a estos mis compañeros, porque estoy en el sanatorio nuevamente.
¡Míralos como son de bellos! Cómo son de bellos estos hombres sin dientes que habitan galaxias vacías y enfurecen sonriendo. Este es mi templo desafortunadamente razono y pude pensar en el objeto como es. Pero más demonios permanecen en mí, en mí permanecen mis ánge-les enanos porque soy ángel mayor en esta claridad. Aunque el arte es dudoso como la vida, la literatura y mi hijo me agigantan, y me llegan unos deseos de tacón alto de abrir las alas y volar. Ustedes conocerán mis cantos y cantaran conmigo. Ustedes Gonzalo: la magia que no envejece, estatua contraria a su visión de santidad. Todos los nadaístas somos papayas para las fiestas con el dedo sexual abriendo el hueco justo en la carne de la fruta. Un color muy difícil y ángel. Negro humor. Elmo: electrónica, construcción de frases sabias. Viejo dorado que busca niñas para enseñarles a robar por las faldas del mapamundi. Carcajada. Y dolor. Nadaísmo, ángeles y demonios equilibrados. Archivos. Uñas limpias. Poesía lograda. Cachifo: que resuciten los artistas más sensibles y cabrán en su cuerpo. Nervioso como un guerrero. Almilkar: Salvado. Piedra y hierba juntas. No se equivoca. Lleva una vida deliciosa seria. No mi maestro pero sin mi arco. Como un niño el más grande. Una soledad muy bien centrada.
Y todos los nadaístas que sean, cantarán con- migo, para que los pacientes; porque es dolo-roso; escuchen en voz de mujer enferma excitada, escuchen, que ya no tienen garganta, y miran como la enfermera Ángela pasa corriendo con una jeringa y algodón, moviendo sus nalguitas florecidas, y la aguja penetra, y el gemido desaparece; drogaron al excitado y duerme. Es más preciso para el espíritu estar aquí en este campo clínico, que allá abajo los edificios y las pirámides de mierda, Viene a meditar, a hacerme una nueva armadura porque la otra armadura física se oxidó en el tiempo esperando una alarma que las sirenas no tocaron. Pero a los treinta años me levantaré y leerán mis poemas peligrosos conceptos de las cosas. No me importa nada que no sea con mi mundo. Yo contaría cuentos infantiles y utilizaría lo que me rodea. Y aunque este en el sanatorio meditando y crezcan flores en mi rostro ¡estoy solo como Dios antes que le presentaran al hombre! Espero que el Nadaísmo establezca estas relaciones; por lo menos ustedes que todavía pueden mover una mano sin que se les caiga la otra, que todavía soportan el peso de una cuchara. Yo seguiré en esta silla de ruedas sin aceite hasta que desaparezca del cielo una nube determinada, y luego escribiré sin utilizar más de siete o nueve pala-bras. Pero no hay que excitarse porque el tiempo no alcanza para hacer obras ¡Oh qué terminejo es el arte!
Dario Lemos, de origen campesino vino al mundo, a un pueblo llamado Jericó (Antioquia) y ya muy mal pereció en Medellín en 1987. Su obra fue recopilada años después, Colcultura la fundamento su obra en una recopilación, bajo el título de Sinfonías para Máquina de escribir.

LA VANGUARDIA EN COLOMBIA
La poesía de nuestro país de vanguardia estaba cobijada por varios escritores que, escribiendo como voces aisladas, reflejan el caos en Colombia y los valores consumados por el individualismo. Contada y recitada como una corriente histórica de lo que ha venido pasando. Así tal cual se alimenta en términos generales, la poesía, la narrativa, la historia y arte en Colombia. Siendo una poética que va escribiendo la mayor parte de las veces el desarrollo de una sociedad convulsionada que va de la guerra-social, al crimen pasional, al secuestro, la extorsión, los atracos; de una violencia imposible de borrar en un marco de incertidumbre social, donde se repite en mano de militare y esa misma violencia represiva en vez de buscar otras salidas dignas a un pueblo consumido por la intolerancia, el irrespeto y de barbarie. Sin los derechos funda-mentales del ser humano. De estos elementos esta nutrida la poesía: odio y amor; crimen y castigo. Esta forma de escribir y actuar caracteriza a los poetas postnadaístas como una generación de individuales, hombres y mujeres dispersos y solitarios, enfrentándose a un mundo de espacios cada vez más cerrados, que los llevan prácticamente a expresarse desde la intimidad, del cual el resultado es de una obra diferente, en muchos casos adolorida, a veces nostálgica, violenta, endemoniada o simplemen-te lejos de la realidad; en todo caso son expresiones que reflejan su momento histórico con reflexiones objetivas pero, sobre todo, con predominio de la intimidad desde donde se proyecta una visión del entorno para trascenderla, por eso paulatinamente los poetas se fueron desprendiendo de formas tradicionales para explorar nuevas posibilidades en donde…”La herencia de la lírica de la moder-nidad consiste en haber hecho de la creación poética una labor consiente, dueña de su horizonte y de sus limitaciones, y cuyo secreto firme está en cuestionarse todo lo que va sucediendo.
Los poetas reciben influencias dispares de otras latitudes ya que para su formación se alimentan de diferentes culturas, de distintos movimientos y de diferentes pensamientos que, al ser diri-gidos de alguna manera se reflejan las influ-encias y las fuentes de donde se nutre el poeta, ya sean francesas, anglosajonas, arias, españolas o del asía. Por esa razón hallamos múltiples pensamientos que, desde diferentes puntos de vista, plasman el contexto histórico de una determinada época, lo que dice Juan Gustavo Cobo Borda. La poesía como una doble lectura: la realidad y la de los textos ya escritos. La inspiración de un artista que se llama también memoria. Acordarse con aquello que, rescribiéndolo, se ha leído. Al concluir surge un texto diferente que si bien puede partir de Trakl o de Kafka, de Pessoa o Cavafy, de Wallace Stevens o Dylan Thomas, Saint John Perse o de Enrique Molina, de Kleist o Syvie Plath, de los caballos de Pablo Coello o de las parejas flotantes de Mach Chagall, de la música o del cine, para utilizar algunas de las mismas referencias que estos poetas colombianos han utilizado, esto texto está hablando a través del mundo ajeno de lo más suyo. La imperiosa necesidad de adquirir un lenguaje propio.

MARIA MERCES CARRANZA
Se puede anunciar que su poesía prolonga una serie de situaciones reflexionadas y completadas con ingredientes comunes que va denotando un tono muy suyo a cada una de las situaciones maravillosas que van describiendo con fervor expresadas tonalidades suaves, por medio de versos cortos pero precisos. Su poesía está en-marcada por diferentes visiones, ya que sus imágenes van de lo inaudito a las obsesiones que provoca el amor, los miedos, lo erótico o la situación de la guerra; situaciones que van recobrando plácidamente casi de manera intem-poral desde donde canta sus diferentes experi-encias misteriosas, coloquiales y reales en la que se percibe un lenguaje renovado que se proyecta en lo universal.
Sobre su obra Fernando Charry escribió: Maria Mercedes cuya voz se escucha en la joven poesía colombiana como una de las mejores que alcanzado su timbre original, constituye un nue-vo testimonio de que en algunos poetas es tan válido el entrañable acento de su emoción como el carácter intelectual conque ella se manifiesta.
Maria Mercedes Carranza nació en la Capital de la república en el año de 1945. Es licenciada en Filosofía y letras, periodista. Fue directora de la Casa de poesía Silva, donde la conocí siendo una poeta prestante y que amaba con fervor todo lo alrededor de la poesía y todo lo concerniente al vivir. Y  miembro de la asamblea Constituyente de 1991. Ha publicado: Vainas y otros poemas (1972), Nueva poesía colombiana-antología- (1972), Siete cuentistas jóvenes -antología- (1972), Estravagario (1976), Selección de textos (1976), tengo miedo (1982), antología de la poesía infantil en Colombia (1982), Carraza por Carranza –antología- y textos críticos de la poesía de Eduardo Carranza (1985), Hola soledad (1987), Maneras del desamor (1993) y El canto de las moscas (1997).
De Conversación con mi hija: muchas cosas pasaran sobre tu cuerpo/ lluvia, deseos, labios, tiempo/ gastaran tu piel y por dentro tu alma./ A menudo tendrás que saludar/ a la fe, a la espe-ranza, a la caridad./ Son cuestiones inevitables,/ una cortesía, santas pascuas./ Te acosaran a res-puestas blanco sobre negro/ y viva la civilización te gritarán/ y cuando entiendas por fin que el mundo/ es redondo habrás perdido para siempre.

UN POETA NACIDO EN CERETE
Es un deber como amante de la poesía invocar a Raúl Gómez Jattin, influido por la visión de sus últimos tiempos, como un errante sin lugar en el mundo, como ese eterno personaje de Kafka que anhela en vano ocupar un lugar en alguna parte. Pero la verdad que en el mundo de Raúl, es su vida y en su poesía, es nítido. Él tenía, como lo dijo, un corazón de mago del Sinú, y en ninguna parte de sus versos se siente más la plenitud de vivir como aquellos que describen su terruño. Mención del paraíso es la colosa bajo el mamoncillo del patio donde jugaba en la infancia perdida con su amiga Isabel, a la que le reprocha después el haberse casado con el alcalde, y tener cinco hijos, y pasearse por el pueblo llevada por un conductor endomingado, y usar anteojos, solo porque él quisiera seguirla viendo para siempre como era entonces.
Cuando tenías los ojos dorados/ como pluma de pavo real/ y las faldas manchadas de mango.
Ese olor de mango maduro que recorre estos versos, alivia la pestilencia de un hombre que vacila sin cesar entre un futuro en que no acababa de creer y un pasado que siempre lo invita a la nostalgia y a la deportación de lo perdido. Siempre que pienso en Raúl se me aparece la imagen (que pintara una vez Viviana Vélez) de un hombre que se mece sin fin en su hamaca dejando pasar las horas, mientras fuma y habla y fuma. Tal vez incluya en esta imagen el recuerdo de los documentales que hicieron Roberto Triana y Viviana Vélez, su ángel guar-dián, pero bien podría ser que su causa principal se encuentre en la poesía misma de Raúl y en su estilo vital, hechos de fugas, retrocesos y retornos, de impulsos de ansias de irrealidad y caídas en la embriaguez inevitable de una carne que no sabe negarse al placer ni al dolor. A ese movimiento pendular que va hacia el anhelo y regresa a la memoria corresponden muchos de sus poemas: Hay una tarde varada frente a un río/ y entre los dos un niño canta/ vaiviniéndose en su mecedora de bejuco.
Frente a ese río, el río de su infancia está Raúl cantando. El sol es como ese fantástico fruto o como la promesa de una salamandra luminosa. Todo en la naturaleza parece capaz del dolor y la vida: el sol dorado anida entre/ los mangos de la ribera/ el río es un gusano de cristal irisado/ el viento despliega una nube malva.
Raúl se retrata así mismo como alguien detenido en la infancia, que es el país de la canción, alguien que se mese sin fin: es una tarde enclavada en el recodo de un tiempo/ que va y viene en la mecedora/ la tarde es como el niño que la mira:/ está hecha de recuerdos y deseos.
Y es de esta tensión entre lo que aún no llega y lo que ya se ha perdido de donde brota el poema, al que Raúl compara con una forma orgánica perdurable donde estuvo la vida y donde resuena todavía la inmensidad: el cuerpo de esa tarde/ en un fluido tenso entre el pasado y el futuro/ que en ciertos lugares de mi angustia/ se coagula co-mo una caracola instantánea.
Una de las obsesiones de Raúl es su propio retrato. Cada vez que emprende no puede dejar de poner en él, como paisaje de fondo, sus llanuras sinuanas, los frutos, los animales, el calor de la tierra: Soy un dios en mi pueblo y valle
Un dios caído, también, un dios vencido, a veces, pero un dios cortes al modo de Buda o de Whitman, un dios tan rico que va por los cami-nos presidiendo de hogar en estos tiempos donde ser es atrincheras en las cosas: porque vigilo al cielo con ojos de gavilán/ y lo nombro en mis versos.
En este caso particular hablar de Raúl Gómez Jattin, es hablar de un gran poeta, que en su rumbo casi solitario, que invoco con su poética lo que amo, lo que lo hizo hombre interpretándose en un mundo de visiones propias llena de una realidad devastadora, que lo hizo perecer en el sentido de los sufrimientos.: vuelve con sus cicatrices en el alma/ de fugada de un harem/ con sus mierdas en árabe y en español/ con su soledad en esos dos idiomas.
Rómulo Bustos escribió sobre Raúl: Hijos del viento: Micerino fluyendo en un río de ibis y nenúfares que es verdad el Nilo del tiempo y de la muerte; Li-Po, su muerte líquida, lunar; Shere-zada sobreviviendo en el delicado hechizo de la palabra…Baraja engañosa en que el tallador reparte siempre la misma carta: la Muerte. Ángel oscuro, sus anunciaciones, recorre estas galerías en cuyo fondo estas Raúl ¿en qué grada o color de la Angeología, desmesurado y frágil, nimbando de aniquilaciones, Antropos susurrán-dote cínica terriblemente al oído: “así es Raúl, solo mi guadaña”, pero tu prefieres no enten-derla y sigues soñando con Micerino en una barca de oro que fluye lentamente en el Nilo del Cielo.      

MATILDE ESPINOSA     
La obra de ella se caracteriza por ser una lucha continua por la perfección en la escritura, prece-dida del oficio que ama y que conoce, que adquirido a través de lecturas integras logrando modelar un lenguaje sencillo, consciente de que las palabras no le pueden ser indiferentes como tampoco es ajena a su realidad circundante, a los sentimientos como a la pasión con una cisión integra del mundo. Así hallamos un estilo depu-rado, ya que denota conocimiento y coherencia en cada una de sus ideas que expresa muy con-movida y fascinada en cada uno de sus versos en los que convergen los entretenimientos mentales, los conflictos sociales, el caos  dramático de la muerte y de la desolación.
Su vos hecha de música y ternura, solo sabe de palabras de aliento, de frases de elogio para el trabajo de las otras mujeres, de amistad y de amor
Ella huilense de nacimiento, región de Tierra-dentro donde fue creciendo, departamento del Cauca, en 1961. Ha publicado los siguientes libros: Los ríos han crecido (1955), Por todos los silencios (1958), Afuera, las estrellas (1961), Pasa el viento (1970) El mundo es una calle larga (1976), La poesía de Matilde Espinosa (1986), Memoria del viento (1987), Estación desconocida (1990). Los héroes perdidos (1994), Señales en la sombra (1996) y La ciudad entrá en la noche (2001).
Del poema El niño que quedo ciego: Ya todo será igual, nubes y mariposas,/ y el mundo habrá perdido los júbilos de un niño/ que hizo revoluciones con los pájaros./ Bajo el párpado inmóvil se agazapó la noche,/ ya será todo igual./ nunca tuvo la luz mayor tristeza/ ni mayor soledad tuvo el color.

MARIO RIVERO
Su obra es apasionadamente cotidiana , que va contando de forma conversacional; muchas ve-ces narra los acontecimientos que van rodando por un mundo cada vez más convulsionado por lo que no es extraño encontrar en sus poemas los líos comunes de la miseria, Beatles, tango, jazz, cine, anarquía o el sacrificio del Che Guevara; el pasar del tiempo no puede centrar sus temas en su poesía urbana, donde los episodios sórdidos, lo erótico, los modales, el vestir, la anécdota predominan sobre la manera confesional a veces mordaz e irónica.
Por razones ante la idea que se hizo a partir de las apetencias, las carencias, las expectativas y los rechazos que en el más vasto ámbito de la vida pública informaban a las personas de este país que en su mayoría eran jóvenes cuando Rivero lo fue. Fue realizando una obra con un contexto de las subversiones, los encaprichami-entos y las modas de la década del sesenta tan tumultuosos tan urgidos; tan fútiles, en cierto modo pero a la misma vez tan decisivos. Rivero acogió para sí la cultura de la revolución y tercermundista para exaltar a su manera las virtudes triunfales. En síntesis, nos encontramos ante un poeta de dimensión y vocación pública, cuya obra semeja oleajes y vaivenes, que van apareciendo para armar su mundo poético, entretejido por múltiples hilos que unifican sus descripciones y las conexiones temáticas de su obra literaria.
De origen barranquillero. Ha publicado los libros: Clausura de los sueños, De las cosas pequeñas, El desamparo de los cangrejos, en estado de gracia. Las obras infantiles: el barco sin capitán, El árbol encantado/ Colorín, Salpi-cón, Mis mascotas, El pequeño sembrador. Ha sido incluido en antologías como: Diosa en bronce, Poesía contemporánea de la mujer colombiana, Poemas a la mujer, Poesía joven de autoras colombianas y Diez poetas colombi-anos.
Del poema un Habitante: este hombre no tiene nada qué hacer/ sabe decir pocas palabras/ lleva en sus ojos colinas/ y siesta en la hierba/ va hacia algún lugar/ con un paquete bajo el brazo/ en busca de alguien que le diga/ entre usted/ después de haber bebido un polvo/ y el pito largo de los trenes/ después de haber mirado en los periódicos/ la lista de empleos./ No desea más que dónde descansar/ uno por uno sus poros./ Hay tanta soledad a bordo de un hombre/ cuando palpa sus bolsillos/ o cuenta los pollos asados en los escaparates/ o en la calle los caballitos/ que fabrica la lluvia feliz/./ Y dentro en la tibieza/ las bocas sonríen a media noche/ algunos se besan y atesoran deseos/ otros mastican chicles/ y juegan con sus llaves/ crecen los bosques de ídolos/ y cazador cobra su mejor pieza.

JUAN MANUEL ROCA
Su obra de un carácter confluyente en la violencia, lo mágico, el erotismo, el realismo, la cárcel y la muerte. En esta poesía que vislumbra un alto contenido político como social; abarcan-do con amplio sentido la cotidianidad, lo incons-ciente y lo surreal, mediante un supremo enri-quecimiento de la palabra que van acompañados de vibraciones imágenes, que a la vez muestran un agudo sentido crítico que entremezclan dife-rentes épocas, distas formas de ver la vida donde se perciben instantes amorosos, momentos de  escepticismo, de desesperación, incertidumbre. Son marcadas situaciones que nos van absor-biendo y nos hacen recorrer imaginarios por medio de alusiones y símbolos plenos de ángeles, ladrones, sueños, visitantes, diablos en interminables laberintos, noches de luna llena misteriosas, ciegos que asemejan candidez y sumisión en medio del caos. En fin son versos tan frescos como una resiente pincelada, sonoro como la música de lo urbano y de la naturaleza, que nos  lleva a través de un mundo incierto y complejo. Maria Mercedes Carranza escribió: por la vía de la imagen como centro vital del trabajo poético su lenguaje evoluciona hacia una estética barroca, alejándose cada vez más de la verosimilitud realista, como si la poética fuera antagónica con la realidad tangible. Se instala en el reino de los fabulosos, tendiendo apenas nexos de carácter retorico con la realidad tangi-ble. Convierte de esa forma la poesía en un objeto estético, en la que la imaginación omní-moda, tan omnímoda que no se preocupa por establecer referentes: se basta así misma.
Este poeta de descendencia paisa, surgió al mundo en el año de 1946. En un comienzo ejerció el periodismo, la crítica y la coordina-ción de talleres de poesía. Ha publicado entre otros los libros: Memoria del agua (1973), Luna de ciegos (1975, con el que gano el premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus), Los ladrones nocturnos (1977), Señal de cuervos 1979, premio Nacional de Poesía Universitaria de Antioquia), Fabulario real (1980), País secreto (1978), Ciudadano de la noche (1989), Mester de caballería (1995), Cartas desde el sueño (1995), Pavana con el diablo (1990), Monólogos (1995) y La farmacia del ángel.

LA NARRATIVA MÁS TRASCENDENTAL EN COLOMBIA
Nuestra narrativa ha rodado en dos épocas dife-rentes muy bien definidas: antes de la aparición de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez en 1977 y después. Sin embargo la forma de la narrativa a partir de estas últimas décadas va variando, ya que cada autor toma un tema diferente y a su estilo, según su mundo de vivencias, la caracterización de una serie de detalles en apariencias significantes, lo que se enfatiza es que cada personaje está referenciado por distintos puntos de vista, con descripciones rigurosas de sucesos y personajes anunciadores que revitalizan acontecimientos y voces narra-tivas del pasado, a un fluir generalizado para focalizar la historia que desea mediante un dis-curso multiplicador.
La sumatoria de la experiencia y el conocimi-ento contribuyen a caracterizar las diferentes actividades de los personajes enfrentados a la destrucción y la muerte en donde la estrategia básica de la información genera el interés por conocer diferentes episodios del discurso, con suficiente variedad de signos e imágenes relaci-onadas con las infernales secuencias de los protagonistas. Les exterioriza su destino medi-ante la denuncia y la violencia, además de dar a conocer las difíciles condiciones de la existencia que afronta cada personaje, explotados, humi-llados; hombres que sufren por sus mismas consecuencias, o por otras externas. Es una narrativa que lleva a la reflexión mediante un severo señalamiento y enjuiciamiento que colocan en evidencia los incontrolables sucesos que se ven abocados víctimas y victimarios.

EL ESCRITOR DE OTRA PARTE
Este fecundo escritor nació Envigado, una pequeña población cercana de Medellín, casi siembre vivió en su pequeña finca llamada Otra Parte, hoy en día es el museo donde están recopiladas en vitrinas sus obras y la mayoría de sus pertenencias. Escribió desde ensayos a pequeños relatos, los Nadaístas lo tomaron como un referente y le pusieron el apelativo de padre espiritual ya que de cierta manera influyo en ese movimiento. Él fue un escritor fiel a su ética, libre pensador, pedagogo y filósofo. Se manejó siempre con un buen sentido, de una forma anárquica y muy libertaria.
Su obra: Pensamientos de un viejo (1916), Una Tesis (1919), Viaje a pie (1928), Mi Simón Bolívar (1930), Don Mirócletes (1932), El Hermafrodita dormido (1933), Mi compadre (Juan Vicente Gómez) (1934), El Remordimi-ento (1935), Cartas a Estanislao (1935), Los Negroides (1936), Revista Antioquia, trece entregas (1936-1938), Santander (1940), EL Maestro de escuela (1941), Libro de los viajes o de las presencias (1959) y La Tragedia del padre Elías y Martina la Velera.
De Viaje a pie: Aquel día caminamos muy despacio; los bueyes nos dejaban. ¿Para qué diablos íbamos a correr? Las cosas que no han de ser nuestras, no se dejaran coger. Cuando el sol declinaba, sentados sobre una dura piedra, compusimos este canto: “Un inefable sentimi-ento de apacibilidad, una alegría o ebriedad apa-cible y sana nos produce el convencimiento de que todo lo nuestro habrá de llegar al minuto, hora, día y año. Aquí sentados paladeamos nuestro futuro que nadie podrá robarnos ni aun nosotros mismos.
Nosotros no somos el ansioso; nuestros ojos guardan las imágenes que a ellos llegan, porque esas son las que debían llegar; nuestras manos palpan muy lentamente las formas que son suyas, porque ellas son las destinadas; nuestros corazones están listos para recibir lo que el seno del devenir les guarda. No se gasta nuestra fuerza vital en perseguir los seres que no son suyos, los sucesos que no le pertenecen. Aquí nos tienes, vida diosa de los ojos maliciosos, tranquilos, sentados sobre la dura piedra.

EL ESCRITOR DE CHANGÓ EL GRAN PUTAS
Manuel Zapata de Olivella fue un escritor que no se aguantó el trato injusto y discriminatorio de que es objeto la población de color del país, especialmente los de su querida tierra, cuyos habitantes parecen ser de otro territorio geográ-fico en el mismo país, o la tragedia política de la nación en la calle 10 de Bogotá; En Chíma nace un santo y Changó el gran putas.
En la obra de Zapata Olivella, aparece implícita la tragedia histórica nacional en distintos planos de la realidad social con criterios abiertamente ideológicos, donde el tema de la opresión, la discriminación social y la denuncia sintetizan los elementos narrativos: el poder los marginados, los negros, la violencia, los niños gamines y la represión, en el entendimiento de manifestar claramente mediante distintas modalidades la caracterización de una serie de detalles en apari-encia insignificantes, lo que se enfatiza con la presencia de un hombre superior y otro inferior sometido y agredido, con descripciones rigurosas de sucesos y personajes anunciadores que revitalizan acontecimientos y voces narrativas del pasado, a un fluir generalizado para focalizar la historia que desea masificar mediante un discurso multiplicador.
La experiencia y el conocimiento contribuyen  a caracterizar las actividades de los personajes y a establecer el dinamismo y la creciente conci-encia de los protagonistas enfrentados a la des-trucción y la muerte, donde la estrategia básica en la información general en el interés por conocer diferentes episodios del discurrir nacional, con diferente variedad de signo e imagines relacionado con el infernal mundo de los protagonistas, incapaces de tener vida propia, les exterioriza su destino mediante la denuncia y la violencia, además de dar a conocer las difíciles condiciones que afrontan sus personajes explotados, humillados; niños abandonados y conver-tidos en pordioseros en razón de la miseria o el desplazamiento provocado por la violencia. Es una narrativa que lleva a reflexionar ante un fijo señalamiento y enjuiciamiento que ponen en evidencia los incontrolables sucesos a que se ven abocados víctimas y victimarios. Changó el gran putas es, por supuesto muy diferente de la prime-ra serie de novelas de escritor, en cuanto al análisis del suelo colombiano. No obstante es una novela cuyo tema principal escrutiniza la transición de la opresión a la liberación síquica y física de todo un grupo étnico, y su confron-tación como esclavos africanos con la cultura occidental. El contraste inherente de la cosmo-visión de uno de los conflictos más traumáticos encontrados por los africanos.
Fragmento de Changó el gran putas:¡Cuénteme! Repitamos don Pedro la gran hazaña de Muntu y sus generales negros…Que los niños se sienten junto a mí, voy a relatarles las batallas de los vivos y los muertos, la lucha de Dessalines y Cristophe cuando al frente de Muntu, vengaron al asesino de su jefe L´Overture; los sueños locos de un emperador que pretendía reinar sobre una república de negros libres.
Para cortar las garras a la loba blanca, quemarle el rabo y expulsarla de Haití, se necesita la alianza de los ancestros y sus descendientes, que los ríos cambiaran de rumbo, que los árboles quemados y los que retoñan se unieran a las piedras, al viento y a las aguas de Yemayá.
Este escrito es de origen loriguero (Córdoba) en 1920, vivió durante varios años en Bogotá y en Cartagena. A publicado los libros: Tierra mojada (1947), He visto la noche (1954), La calle diez (1960) Detrás del rostro (premio Esso 1962), Chambacú, Corral de negros (1963), En Chima nace un santo (1964) y Changó el gran putas.

MANUEL MEJÍA VALLEJO
Se expresó a partir de los sucesos violentos del bajo mundo de las barriadas, en medio de una miseria colectiva y de un mundo horrible, tiene un significado patético que se repite una y otras veces en sus obras. Vida, muerte, soledad, violencia y amor; son relatos donde el tiempo va surgiendo congelado por el recuerdo, donde prevalecen hombres, mujeres y situaciones resu-citadas en la memoria del tiempo, en los sueños, en los recuerdos, en las evocaciones. “El mejor argumento del discurso narrativo de este escritor lo lleva la reflexión de los personajes como la gran ventaja de su procedimiento para justificar la muerte o la venganza, el asalto pequeño o la tristeza. Nos tropezamos igualmente con un tiempo trastornado donde se señalan los días y los hombres hundidos en la desesperanza. La infinidad de males nos agobian. Por ello y sus razones son malas personas justamente, se diría, las pasiones varían por su forma y por su origen, por los que impulsan aquellos que lleguen hasta su sima y lleven la mano graduada su intensidad, todos, sin excepción, parecen navíos sin pilotos distinto a aquel que sabe que llega la muerte. Portan de equipaje los designios premeditados, la voluntad firme para alcanzarlos y la seguridad de entender cómo, al estilo del antiguo adagio, el que vive por su muerte hasta la muerte le sabe.
Como se puede ver, en una obra rica en aconte-cimientos cotidianos que se reproducen en todas partes y en todas las personas: prostitución, noches de rumba, homosexualismo; la juerga en general, donde la música y el licor no pueden faltar. Siendo diferentes cuestiones evocadas por el hombre y la mujer para no perecer de tristeza, sino para crear sueños que reflejan una realidad. Por esa razón la violencia está en toda su obra, no como como una manera de inventarías muertes si no que nos hace participes de los diferentes hechos violentos que generan sufrimi-ento, impotencia en un mundo cada vez más caótico, en donde la reflexión les permite a los personajes volver algo así como a la infancia, por eso un joven regresa a la tierra natal, o el caso típico del hombre que enamora a la joven campesina y cuando ésta queda embarazada; ahí siempre hay mujeres abandonadas por lo que confluyen en la miseria. Esto refleja los problemas de la sociedad observados desde una concepción dialéctica del mundo para dar una visión objetiva de los desequilibrios sociales en el campo, la ciudad, en las oficinas y en la familia. Violencia de un lado y del otro, en sistema político represivo y quienes desde la derecha o la izquierda lo combaten. Mejía Vallejo uno a ellos las sogas de mísera de la ciudad, atiborradas de emigrantes de todas las regiones que conforman la tragedia, en una guerra constante de la vida que se agudiza gracias a esos problemas protagonizados en el país de la incertidumbre. Esta manifiesta en la historia de Rogelio y Clara, la Caucana y Marquitos en sus juicios contra la opulencia del doctor Arenas en Al pie de la ciudad. También está presente el joven forastero que llega al Tambo para vengar el abandono en que lo tuvo su padre en el día señalado. Igual a lo sórdido de una sociedad que se consume violentamente a sí misma en Aires de Tango. En síntesis, una obra con abundancia de diálogos, de situaciones y personajes, que hacen de ésta una de las mejores logradas en lo que es literatura colombiana.
Este narrador de novelas nació en Jericó (Antio-quia) en 1923 y murió en Medellín en 1998. Publico las siguientes novelas: La tierra éramos nosotros (1945); Al pie de la ciudad (1958). El día señalado (1964). Aire de Tango (1973), Las muertes ajenas (1979), Tarde de verano (1981), Y el mundo sigue andando (1984), La sombra de tu paso (1987) y La casa de las palmas (1988). Los libros de cuentos son: tiempo de seguía (1957) antología de cuentos antioqueños (1961), Cielo cerrado (1963), Cuentos de la zona tórrida (1967), Las noches de la vigilia (1975), Practicas para el olvido (coplas, 1977), y El viento lo dijo (décimas,1981).

ÁLVARO CEPEDA SAMUDIO
Él siempre estuvo detrás de Gabriel García Marqués a la sombra. Pero fue uno de los pri-meros en abordar el sendero de las nuevas técni-cas narrativas a partir del manejo del monólogo interior y la utilización de recursos imaginativos con gran habilidad, que es la base de su estilo descomplicado, donde la palabra es lo esencial ya que impone la participación y los enlaces necesarios que implica la médula del pensamiento. Sus personajes parecieran moverse en un mundo pleno de imagines, en donde la zaga  lúdica le aporta una particular mezcla de sonidos, rumores y comunicaciones, a manera de recatos que oscilan entre los recuerdos y el torrente que va desde la nostalgia a los lugares concurridos, excéntricos: La estación, el bar, una calle, el cine, en fin, la multitud. De esa forma recreo los sucesos oscuros y históricos de la masacre de las bananeras (1928), en La casa grande. La obra tiene connotaciones históricas, donde confluye el odio, la soledad y la matanza; todo confluye con el exterminio social y moral, tal como lo plantea el autor, desde el momento que salen los soldados, instrumentos del poder, fatalmente destinados a cumplir con el geno-cidio.
Los lectores de Cepeda Samudio queda involu-crado a diferentes situaciones que se analizan desde las historias de sus cuentos y sus novelas por el placer literario que infunde su azarosa distracción literaria al rebasar los límites entre la ficción y la realidad, algo que va más allá de la simple observación, por lo que la obra mantiene un eje estructural que se reitera en el desarrollo, los cuentos de Juana y La casa grande de cierta manera recrean la historia y tiene una unidad en el lenguaje de los personajes, bien sea de su natal y gris Ciénaga con los recuerdos de la infancia a través de los cuales revive la imagen colonial, los hoteles desbaratados, la proliferación de homosexuales o, al contrario, el vigor y la fuerza del payaso en Santa Marta, Barranquilla o Nueva York, que trasmite alegría a pesar de estar llorando en su interior, o la identidad irracional del bohemio. En la calle 148 hay un bar donde Sammy toca el contrabajo, lo que impregna a su creación de los problemas e inquietudes comunes que asocian al hombre en diferentes lugares con dinamismo, en una serie de mezcla de relatos caracterizados por su expre-sión narrativa que se mueve entre la irrealidad y realidad.
En la casa grande hay una historia distinta, una historia contada muchas veces desde diferente óptica, donde le brinda al lector uno de los episodios más tristes de la vida colombiana: la masacre de los obreros en 1928 en Ciénega en la zona bananera. En Cien años de soledad Gabo trata el mismo asunto con mayor éxito, lo que es una paradoja bien interesante por tratarse del mismo asunto con buen tratamiento literario-histórico en ambos casos, lo que provoca el interés de investigadores de diversas partes por esas luctuosa página de la historia nacional.
Cepeda Samudio, escribió, además los libros: Todos estábamos a la espera y los cuentos de Juana. Gabo escribió lo siguiente: todos estaba-mos a la espera, son cuentos nostálgicos. Escritos por un hombre que vive lamentándose íntimamente de que no se haya inventado un tren que lo lleve a sus recuerdos. Así me explico yo su permanente y un poco agresiva incomformidad, y así me dijo que estos cuentos en que los personajes viven en un tiempo que quiere ser presente y no es más que una desolada y hermosa tentativa de reivindicación del pasado. Por eso son sinceros. Leyéndolos, sus amigos entendemos por qué escribió Álvaro Cepeda Samudio estos cuentos: son fragmentos de cartas que no se quedaron escribir, párrafos inéditos de aquellos periódicos telegramas que nos mandan de Estados Unidos, y que por venir por cable sin correo llegaban con la precisa cantidad de retraso que necesitaba una noticia para empezar a ser recuerdo. El resultado tenía que ser este libro, que un libro de pequeñas y humanas noti-cias de Estados Unidos, escritas por un periodista que no tuvo dónde publicarlas a tiempo, ni tiempos para escribirlas a tiempo y de tanto llevarlas a dentro, atragantadas, le salieron revueltas con un maravilloso cisco de poesía. Y escritas en un tono de inocencia, con la perpleja candidez de guíen está descubriendo el mundo todos los días, porque nunca ha podido o querido entender con claridad dónde termina el circo y donde comienza la vida. De crónicas y reportajes.
Fragmento de la Casa Grande: La mujer abrió los ojos, no había estado dormida: había apretado los párpados y se quedó quieta sintiendo como se le secaban lentamente los pozos de sudor debajo de la espalda y sobre el vientre. Una luz neblinosa comenzó a meterse por los huecos redondos del techo y el cuarto se llenó de una penumbra fácil y helada. Llovió esta madrugada- peso-. Miró el charco delgado debajo de la puerta y marco apenas húmedo de la ventana y los parchones de las paredes sin gotear todavía. Pero no llovió muy fuerte- pensó- llovizno toda la noche, eso fue. Cerró los ojos y se movió de la cama: abrió las piernas, las desprendió: las despegó, moviendo los brazos, rodo las manos sobre los tramos de la piel seca granulada de polvo y de salitre. Todo estaba fresco a los lados de su cuerpo. Se volvió sobre la cama: sobre el lienzo áspero descubierto: pataleó sin fuerza ovillo de sabana que se le había enredado en los pies. Se pasó un brazo por la cara y sintió los labios secos, cubiertos de una costra, cresta, dulce: se los limpio con los dientes. Abrió los ojos, irguiendo la cabeza y escupió varias veces sobre el suelo. Quedará agua en el porrón- pensó- tengo una sed. Se dejó resbalar sobre un lado de la cama y girando la pierna buscó los zuecos con las plantas de los pies: los seis palos de la cama, alta, endeble, tambalearon y crujieron y el lienzo quedo templado y liso por un momento. Miró el horcón frente a ella y el clavo solo, como un retoño, grueso y oxidado. Miró la cuerda que atravesaba el cuarto de una pared a otra: doblado sobre la cuerda, desgonzados, el traje verde y brillante y dos trapos, como pañales, limpios y blancos. Miró la pared al final de la cuerda y los cuatro clavos forrados con papel, como deditos gordos enguantados. La toalla- pensó- dónde puse la toalla. Camino hacia el rincón donde estaba la mesa de patas cortas y el porrón de barro rojo, sobre el plato anegado, también de barro rojo. Al lado de la mesa, amontonada sobre el suelo, la toalla, ancha, vieja, de flecos ralos y sucios. Se agachó y recogió el montón de toalla, lo apretó contra los senos, los muslos y el vientre: palpándolo. Sacudió la toalla y se envolvió en ella, anudándosela debajo de una axila. Desen-ganchó el jarro blanco, de peltre, de su clavo y lo metió en la boca ancha del porrón. El jarro raspo varias veces el fondo buscando el agua. Lo saco medio lleno y sorbió un buche. Volvió la cabeza y lo escupió casi por encima del hombro. Boto el agua que quedaba en el jarro contra la pared y lo colgó en si sitió. Sabe a ladrillo- pensó. Agua puerca- pensó-. Envuelta en la toalla se subió a la cama y se acostó boca bajo sobre el lienzo pelado. Cerró los ojos y pensó: esta noche me voy, esta noche me voy. Y se quedó dormida.
Este escritor de origen cienaguero (Magdalena) 1926 y murió en Nueva York en 1972. Fue periodista desee que cursaba tercer año de bachillerato, crítico de cine, guionista, director y actor de cine, su gran película es La Langosta azul. Junto con García Márquez, su gran amigo, Germán Vargas, José Felix Fuenmayor, Alejan-dro Obregón, Ramón Vinyes formo parte del grupo Barranquilla.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Este afamado escritor nació en Aracataca (Ma-cando) departamento del Magdalena el seis de marzo de mil novecientos veinte ocho. Sus primeros años los vivió al lado de sus abuelos en su pueblo natal. A partir del coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía se trasladado al caserón de la abuela, donde vivió presenciando las leyendas, los ensalmos y el abuelo la figura más importante de su vida. La familia se trasladó a Sucre pero él fue enviado a estudiar a Barran-quilla. Esos primeros años los cursó en el Colegio se los Jesuitas. En 1940 obtuvo una beca para estudiar en el Colegio Nacional de Zipa-quirá, el tren donde viajo tuvo un primer contacto con la capital.
Sobre esa misma experiencia dijo: los cachacos son gente oscura y me asfixio en la atmosfera que respira en la ciudad.
En 1946 con mucho esfuerzo logra culminar el bachillerato, escogido para decir el discurso de graduación expreso: yo no vengo a decir un discurso sobre la amistad. Toda esa serie de acontecimientos cotidianos que nos han unido por medio de lazos irrompibles con ese grupo de muchachos que hoy se abre pasó en la vida, esa es nuestra amistad.
En 1947 ingresó a la Universidad Nacional al estudiar derecho, carrera que no culminó. Ese mismo año, el 13 de septiembre, Eduardo Zalamea Borda le publicó su primer cuento en El Espectador La tercera resignación, sobre el que un crítico escribió: se estaba frente a algo com-pletamente nuevo y cargado de potencialidades.
En 1948, el nueve de abrir él se presenció, entre otras cosa, el incendió de la pensión de la calle Florián donde vivía. La U. Nacional fue clausurada, razón por la que se fue a Cartagena al lado de su familia, continuo los estudios, trabajó en el periódico El Universal, a donde llegó por recomendación de Manuel Zapata Olivella.
En 1950, al haber vivido durante un buen periodo, tuvo la oportunidad de conocer con los cuales se convirtieron en sus amillos, entre los se encontraba Cepeda Samudio, Vargas, Fuente-mayor y otros tantos, logro conseguir trabajo en Heraldo y escribió la columna La Jirafa, al año siguiente logró terminar La Hojarasca, que fue rechazada por la editorial Lozada.
El 24 de diciembre de 1952, El Heraldo publicó el primer capítulo de la Hojarasca, con el título de El Invierno. Por algún tiempo ciertas perso-nas dijeron que se dedicó por un tiempo a vender enciclopedias en la Guajira
Entre 1954  y 1955 Álvaro Mutis incidió en su regreso a la capital, donde trabajo en El Espec-tador en crítica de cine, editoriales y reportajes de esos años son La marquesita Sierpe y el Relato de un náufrago. Sobre el particular opi-no: Trabajando para el cine sin embargo, no solo me di cuenta de lo que podía escribir sino también de lo que no se podía; me pareció que el predominio de la imagen sobre otros elementos narrativos era ciertamente una ventaja pero también una limitación, y todo para mí fue deslumbrante, porque sólo entonces tomé conci-encia de las posibilidades de la novela son limitadas… del periodismo, por otra parte, no aprendí el lenguaje económico y directo, como han dicho algunos críticos, sino ciertos recursos legítimos para los lectores crean la historia.
A finales de 1956 estando en París salda la deuda acumulada del hospedaje por 120.000. Con cierto sufrimiento logra termina El Coronel no tiene guíen le escriba, se lo dio a Jorge Gaitán Durán quien lo publica en la revista Mito, al año siguiente realizo se une Delia Zapata de Olivella y a Manuel se unió a una gira por la Unión soviética. En 1958 a su regreso a Barranquilla se casó con Mercedes Barcha. Se fue a Venezuela donde trabajo para la revista Momento.
En el año de 1959, Jorge Ricardo Massetti por solicitud de Ernesto Che Guevarra logro conven-cerlo, junto a Plinio Mendoza, de hacerse cargo de la oficina de Prensa Latina en Bogotá, la que finalmente se abrió en  febrero, con el fin de divulgar información veraz sobre la revolución cubana, un año después viajo a la Habana en plan de trabajo, en el mismo año como subjefe de la Prensa Latina en Nueva York.
Por el año de 1961 ganó el premio Literario Esso con la Mala Hora, novela que fue publicada en 1962, sobre el particular escribió: la mala Hora ocurre en ese pueblo que no es Macondo. Hay un personaje, el cura ángel, que había sido cura en Macondo y lo trasladan a ese pueblo, es el único vínculo con Macondo. Y tiene el drama principal es la soledad del alcalde que vino a conquistar el pueblo y se va hundiendo y se siente conquistado por él. Lo que era, evidentemente, un reflejo de la situación de todo el país. Hay otra diferencia clara: ese pueblo se puede ubicar en la historia inmediata, en el contexto de Colombia; prácticamente se pueden situar las fechas. Tú has visto que yo me preocupo de traspapelar las fechas pero en esos libros se pueden situar. Eso sucede con Macondo hay una dimensión mítica siempre.
De 1962 a 1965 nadie sabe en concreto sobre producción significativa alguna. En enero de 1965 inició el proyecto de escribir Cien Años de soledad, que duro largo tiempo. Y que solamente se publicó, en 1967 en la editorial Sudamérica de Buenos Aires, la que tuvo excelente crítica de escritores de la talla de Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa. En Italia gano el premio Chian-ciano, en U.S.A es seleccionado como uno de las mejores novelas de la década del sesenta. Con esa novela además se da a conocer en el mundo entero.
De Cien Años de Soledad el mismo dijo: eso explica la frustración de los Buendía, uno por uno, la frustración de su medio, frustración de Macondo. Y yo aseguro que aquí hay un concepto político: La soledad, consideraba co-mo la negación de la solidaridad, es un concepto político de importancia. Y nadie lo ha visto o, por lo menos, nadie lo ha dicho.
En 1967 se trasladó a Barcelona, en donde vivió hasta mil 1975, allá público cuando era feliz e indocumentado. A su vuelta publicó El otoño del patriarca, con un tiraje de 500.000 ejemplares. En esta novela refleja, en toda su extensión, el poder de los dictadores en América, a través de un viejo tirano quien, a la hora de su muerte tiene entre 107 y 323 años. Sobre esta novela escribió: una revista de estudios literarios en Colombia ha publicado hace poco un estudio sobre el Otoño del patriarca, que me interesa mucho comentar, no tanto por su peligrosidad literaria como por su peligrosidad política. Dice el comentarista, por quien es un compañero de izquierda, que una de las grandes fallas de El otoño del patriarca, es que es una novela no se ve al pueblo en su lucha contra la dictadura. Sobre ese aspecto ha habido largos periodos de pasividad de las masas, ya sea como resultado de un engaño continuado o de una represión feroz, no hay que olvidar que dicho poder está susten-tado a base de corrupción y privilegios.
Estando en Barcelona, en el año 1975, se publi-có la sección de todos cuentos, al año siguiente, Crónicas y reportajes, en donde recoge sus escritos para El Espectador entre 1954 y 1955. En 1977 publicó la recopilación periodística Textos Costeños y Entre cachacos.
En 1982 se le asignó el Premio Novel de literatura. Algo que expreso en la ceremonia: un día como el de hoy, mi maestro William Faul-kner dijo en este lugar. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez. Desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace treinta y dos años es ahora nada más que una simple posibi-lidad científica. Antes esta realidad sobre-cogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fabulas que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía de la vida, donde nadie puede decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad traigan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra. La soledad de  Amé-rica latina.
En la fecha de 1985, tal vez la obra más humana y tierna El amor en los tiempos del Cólera. Es la narración de dos enamorados que se casan en el ocaso de sus vidas, por lo que nunca consuman su matrimonio. El romance entre Florentino Ariza y Fermina Daza dura cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días. La acción transcurre un país desolado por la pobreza, azotado por guerras, ahí se ve claramente Cartagena y a los ricos emergentes reemplazando el poder a la aristocracia decadente, y la tardía evolución industrial emerge como desarrollo de Cartagena, el teléfono, los vapores, aviones, trenes, la energía y todo lo demás adelantos de la ciencia y la tecnología. No se menciona lugar donde se desarrolla la novela pero se ve que es Cartagena.
En 1989 publicó El general en su laberinto, en donde se ve la soledad, la contracara del poder y el amor. Allí se narra el último viaje emprendido por Simón Bolívar y  los días finales en su lecho enfermo en Santa Marta. La última visita que recibió la noche anterior fue la de Manuela Sáenz, la aquerida quiteña que lo amaba, pero que no iba a seguirlo hasta su muerte.
En 1992 publicó Doce cuentos peregrinos en donde escribió: El esfuerzo de escribir un cuento es tan intenso como empezar una novela, pues en el primer párrafo de una novela hay que definir todo.
En 1994 aparece Del amor y otros demonios y el monólogo Diatriba de amor contra un hombre sentado.
De 1996 es Noticia de un secuestro, refleja episodios tristes de la violencia y el secuestro a partir de la guerra librada por los narcotra-ficantes, encabezados por Pablo escobar.

Gabo por el mismo
Soy escritor, por timidez, mi verdadera profe-sión es la de prestidigitador, pero me ofusco tratando de hacer un truco, que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura. Ambas actividades en todo caso, conducen a lo único que me ha interesado desde niño: que mis ami-gos me quieran más. En mi caso es ser escritor es un mérito descomunal, porque soy muy bruto para escribir. He tenido que someterme a una disciplina atroz para terminar media página en ocho horas de trabajo, peleo a trompadas con cada página y casi siempre es ella la que sale ganando.
Siempre he creído que no hay nada más hermo-sa en la naturaleza que una mujer hermosa.
En esta profesión en que no tienes jefes ni hay que ir a la oficina… lo que me abrió los ojos fue la música. Los cantos vallenatos. Para mí, música es todo lo que suena.
La función del novelista, en cualquier panorama social, es escribir buenas novelas.  Me doy cu-enta, sin embargo, que toda buena novela es fa-talmente inconformista, y tiene, por tanto, una función subversiva, así sea involuntaria. Siempre ha sido así y siempre será así.
Lo que me interesa es escribir libros no publicarlos… Me he negado siempre hacer vida de escritor. Nunca he dictado una conferencia, nunca he ejemplares en librerías, me niego a cualquier clase de presentación pública, y más así si es en radio o televisión. Probablemente yo no sea un hombre de este tiempo, porque la verdad a que estos actos de exhibición me pare-cen inmorales. Con los únicos  con quienes soy débil en ese sentido es con los periodistas. Mi primer trabajo, y durante muchos años, fue el de periodista, y siento una enorme gratitud por ese oficio.

 ANDRÉS CAICEDO
Este genial escritor planteo otro tipo de violencia, en espacios para nada normales en Viva la música donde la narradora va por diferentes escenarios tipos de influencia social, reflejados especialmente en las  zonas marginadas y los prostíbulos, los que van siendo contados de cierta manera a través de múltiples episodios turbulentos. La obra de Andrés tiene como escenario Cali. La realidad urbana tratada refleja la crisis del país, los marginados, tensiones, soledades, acciones juveniles, erotismo, rumba y los drogos; todo ello en medio de claras connota-ciones políticas, merodeando las diferencias sociales entre los del norte y los pobres apesa-dumbrados y abandonados del gobierno, de los barrios del sur. Ese perfil clasista en una sociedad permisible los ha llevado a afrontar desconcertantes situaciones que focalizan una visión de una ciudad sumida dolorosamente en los complejos problemas de su acelerada trasfor-mación por lo que parece no haber posibilidad, por eso, el individuo cae en la corrupción, la prostitución, la rebeldía del joven que busca en la salsa, en el rock y la droga una forma de escape. Esos episodios atrapan al individuo al punto de sumergirlo en una grave crisis de valores que lo alejan de cualquier proyecto de vida, lo que resulta sumamente irónico por encender el conocimiento y las travesuras meta-fóricas a la que recurre el narrador para señalar la violencia de una ciudad que parece estar abocada a esa situación enclavada en un proceso de transculturación.
Como la mayoría de nuestras ciudades, ese mundo urbanístico está asociado por incierta incertidumbre en la que la violencia, la rumba, los vicios y la muerte se pasean orondos dejando la sensación de una inmolación generalizada mediante un plasma peculiar por la trasgresión de principios fundamentales de convivencia, por tanto, nos encontramos frente a un sorprendente cuestionamiento de la historia con marcada ten-dencia a la denuncia de los diferentes conflictos sociales que agobian unos a otros. Víctimas y victimarios se funden en una violencia incontro-lada que borra las diferencias. En la violencia como tal no hay ni norte ni sur, son tan asesinos unos como los otros. El sur está en el norte: la miseria intelectual. La conciencia y la decadencia están en las dos direcciones. Así, Angelita, y el narrador viajan hacia el sur en busca de un objeto de deseo doblemente inexistente, no exis-te ningún progresismo conciliador ni en ellos ni en ninguna parte. El fracaso es el único destino para estos dos héroes totalmente problemáticos.
Lo increíble de Caicedo que escribió desde su perspectiva joven para jóvenes, con esa rotunda anarquía que lo dominaba, con una simetría de la realidad que no desea abarcarla y donde siempre está presente el suspenso que logra manejar brillantemente.
Citas a propósito de Andrés Caicedo
Él nunca  fue perfecto; y no lo fue, más que por su insuficiencia, porque estaba en su naturaleza (o en la de su época) no serlo. Hay en su obra, que no guarda la debida distancia entre el escritor y la dimensión que ocupa el universo imaginado; distancia que determina la maestría del autor y la perfección de la obra. Jorge Mario Ochoa.
La obra de Caicedo se asemeja mucho al concepto de canibalismo del que hablaba Ray-mond Chandler, en un sentido de nutrirse de sus propios textos y correlacionar los temas de unos y de otros de tal manera que todos sus trabajos conformasen un corpus de fijaciones y argumen-tos recurrentes. Sandro Romero Rey y Luis Ospina.
En estos relatos en contornos que los protago-nistas siempre descienden al espiral sin fondo de la perdición, metaforizado este sentimiento en una búsqueda ingenua de la marginalidad, hasta el punto de caer en las garras de los mundos corrompidos. Los personajes principales de estos cuentos son dos muchachos divinos, estereotipos de la burguesía, limpiecitos y portadores de amor, en estado virginal. Hasta que el descenso a los infiernos, el reconocimiento de los barrios populares, y las evidencias de las inmundicias, los conduce a una delirante desmoronamiento, el cual termina o en el cierro o en la muerte. Esta sensación se encuentra magistral y terriblemente en Tiempo de la ciénaga, evidentemente, el mejor relato de esta parte de libro. Todos los actuantes en la presente saga, están enmarcados por un destino jovenmente dramático, son posee-dores de tempranas tragedias, se ahogan en su propio pantano y se tornan, a veces, en obstina-dos y reflexivos o en jovencitos inocentes, según el caso. Por Luis Ospina
Imposible leer a Andrés Caicedo sin sentirnos conectados con su propio sacudimiento, sin estremecernos con la crueldad de su visión. Nada  parecía escapársele en la incesante búsqueda de sensaciones. La tensión dramática de Caicedo se halla instalada en la experiencia de los extremos en el orden de lo excesivo, de la duración de lo desmesurado, lo cual equivaldría a verlo demoliendo todo orden superficial. Mani-fiesta un radical rechazo, hasta asco y odio, por los valores establecidos en una sociedad inmovilizada por las posturas de las más oscura racionalidad, en la inflexibilidad, del sentido común; una sociedad sostenida en el intercambio inescrupuloso de intereses, en la frenética carrera por el poder y dominada por la maquinaria del simulacro. Es decir un mundo adulto.
En Andrés todavía estaba el espíritu de que la juventud iba a cambiar las cosas, no tanto las ideas políticas; que el gesto generacional iba a cambiar el mundo. Sus actitudes fueron básicamente concomitantes con esta idea, y su suicidio es precisamente no querer ser maduro, es decir morir con las ideas vigentes, y no lo que nos está tocando ver a nosotros, que todas las ideas de mayo del 68 se volaron. Sin embargo, a nosotros nos ha tocado vivir otro mundo ya que esta distante de estas ideas. El  momento libertario que vivió el mundo, que vivimos la juventud con mayo del 68 es algo inolvidable, es un poema que no se puede olvidar y Andrés muy sabia-mente se fue con el poema y no con el borrón del poema que nos ha tocado a nosotros.
Un fragmento de Angelita y Miguel Ángel:- Angelita, antes, aquí en la casa donde yo vivo, era un problema mi despertada. Como yo siempre he sido tan dormilona nunca me despertaba temprano en día de colegio. Entonces mi mamá me compro un despertador sonaba siempre a las cinco de la mañana en día de colegio, pegaba un timbrazo desesperante. Y yo era que pegaba el brinco cada vez que lo oía y en mi casa me tenían que aguantarme la histeria todo el día, el mal genio me duraba hasta que la noche sólo de pesar en el timbrazo del despertador al otro día temprano, antes de que cantara el gallo, antes de que saliera el sol, para que Angelita no pierda el bus del Sagrado Corazón, cuando Angelita esta-ba soñando, ¿en qué?¿ En ese gringo alto y bello que vio en el club el sábado? No. Angelita no más sino en Miguel Ángel. Que el despertador sonaba cuando yo estaba en lo mejor del sueño, cuando uno después de haberse despertado a media noche con su poquito de miedo no pudo volverse a dormirse sino como a las dos o tres de la mañana, así que a la cinco cuando sonaba el despertador yo estaba era profunda.
Este joven escritor nació en Cali en 1951 y se suicidó en 1977. En mil novecientos sesenta y cinco hizo la adaptación de Las sillas y la cantante calva de Eugene Ionesco en 1966, con la cual ganó el premio del primer festival de teatro estudiantil con La piel de otro héroe. En el mismo año escribió las obras de teatro recibi-endo al nuevo mundo del amor, El amor y el relato Infección, que no publicó. En 1968 formó parte del departamento de teatro de la Univer-sidad del Valle; en 1969 es su año más produc-tivo: formó parte del teatro experimental de Cali e inició la publicación de notas críticas de cine en los diarios de Occidente y El país. Dirigió la noche de los asesinos de José Triana. Escribió Por eso yo regreso a la ciudad; Vació; Los mensajeros, Besacalles; De arriba abajo de izquierda a derecha; El espectador; Felices amistades y Lulita que no quiere abrir la puerta. Gano el concurso de cuento de la Universidad del Valle con Berenice y el concurso latinoame-ricano de cuento de la revista Imagen de Caracas con los dientes de Caperucita (1971) escribió los relatos Angelita y Miguel Ángel; Patricialinda; Destinitos fatales; Calibalismo; La obra de teatro El atravesado. En 1972 en asocio de Ramiro Arbelaez, Hernando Guerrero y Luis Ospina, funda el cine club de Cali.
En mil novecientos setenta y uno ganó el concurso de Cuento de la Universidad Externado de Colombia con El tiempo de la ciénaga. En 1975 escribe su única novela Que viva la música. En 1974 en asocio con Carlos Mayolo filman Angelita y Miguel Ángel y escribe Mater-nidad, una obra maestra, según dijo. En ese mismo año edita la revista de cine Ojo al cine.  

ALVARO MUTIS
En cierta ocasión, por solicitud que le hiciera Andrés Holguín, Mutis escribió: Nací en Bogotá en mil novecientos veinte tres. Realice mis primeros estudios en Bruselas, regrese a Bogotá y traté infructuosamente terminar el bachillerato en el colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. El billar y la poesía pudieron más y jamás alcance el ansiado cartón de bachiller. Allí asistí a las inolvidables clases de literatura que dictaba Eduardo Carranza; a él le debo la vocación por la poesía española en particular. Jamás olvidaré esas clases de Garranza llenas de un entusiasmo y ese servicio devoto y total a las letras, que aún conservo gracias a él. Publique mi primer volumen, no olvides que soy de los Cuadernícolas, el ocho de abril de 1948, se títu-laba La balanza y lo compartí con Carlos Patiño. El nueve ardió la edición. No creí que la ira popular se ensañara con nuestro nuevo opúsculo. Pura casualidad pirófaga. En 1935 apareció en la Editorial Losada, en su colección Poetas de España y de América, que dirigía Alberti, mi libro Los elementos del desastre. Viaje a México en 1956 en donde resido desde entonces. Estando allá publiqué 1959 diarios de Lecum-berri, narraciones en prosa publicadas por la Universidad de Veracruz en su Colección Ficción y en 1964 Era me publica Los trabajos perdidos, poesía. En 1973 aparecieron simul-táneamente Summa de Maqroll el Gaviero en Barral Editores de Barcelona, quien reúne toda mi poesía hasta ese día, y la Mansión de la Araucaíma, (llevada al cine por Carlos Mayolo). Trabajo en un breve libro de poemas titulado Lieder de una corte perdida, de la cuales he publicado en golpe de Dados algunos poemas. Nunca he participado en política, no he votado jamás y el último hecho político que, que inicia en 1986 con la Nieve del almirante y me preo-cupa de veras es la caída de Bizancio en manos de los infieles en 1455. En 1982 publicó Cara-vansary. Su obra se  enriquece desde entonces con seis novelas agrupadas en Empresas y tribulaciones de Maqroll El Gaviero, que inicia en 1986 con La nieve del almirante y concluir 1992 con Abdul Bashur, soñador de navíos. Gracias a su obra se le adjudico el Premio Príncipe de Asturias en 1997; Premio Neustadt en la Universidad de Oklahoma, y revista Woold Today, 2201; y el premio más grande de la literatura hispanoamericana el Premio Miguel de Cervantes.
Otros títulos: Llona llega con la lluvia (1987), La última escala de Tramp Steamer (1988) Un bel morir (1989 y Amirbar (1990).  
Fragmentos de Amirbar: La vida en la casa de Norhridge entró muy pronto en un cauce de franca familiaridad. El Gaviero estaba encan-tado con mi hermano, con quien discutía largamente sobre las diferentes clases de whisky y las ventajas de los densos frente a los ligeros, que consideraban buenos para hipócritas que no saben disfrutar un bues escocés y deseaban aparentar que lo tomaban con mucha agua. La esposa de mi hermano trataba de compensar estas elucubraciones con suculentos platos de su repertorio entre los cuales deschaban un pollo en salsa de champiñones y una lengua alargada que Maqroll elogio con sincero entusiasmo.

MARTA TRABA
Durante cuarenta años, Marta Traba consagró sus mejores esfuerzo a las artes y las letras, aportando también su pensamiento político a la cultura latinoamericana ¿Por qué dedicarse llenamente a su existencia cuando ella pervierte a través de su trabajo? Victoria Verlichak cuando edito un libro sobre Marta Traba escri-bió: Martha me mostro su pasión por el arte y despertó la mía. La conocí en mil novecientos setenta y cinco en Caracas, donde nos encon-tramos viviendo en el mismo edificio de Colinas de Bello Monte. La escasa, por no decir nula difusión en la Argentina en su enriquecedora y polémica tarea, es producto, entre otras cosas, de la cerrazón cultural vivida aquí durante las dictaduras y sus desbastadoras consecuencias.
La notable y sobresaliente trayectoria de Marta Traba como escritora, crítica de arte, docente y polemista se desarrolló entre Colombia y Vene-zuela, Puerto Rico, Estados Unidos y Europa. En su ciudad natal (Buenos Aires) solo alcanzó a publicar Historia natural de la alegría (1952), un libro de poesía que prefería olvidar y una edición local de la novela Las ceremonias del verano (1966).
Inteligente y provocadora. Marta escribió siete novelas, un libro de poesía y dos de cuentos. Publicó veinte dos volúmenes de crítica e historia del arte y más mil doscientos textos periodísticos y ensayos que giran en torno a las artes visuales. Convincente oradora, dicto cursos regulares y seminarios de historia del arte en más de 30 universidades del continente. Fundo un museo y una revista, abrió un galería y una librería. Durante su estadía en Colombia fue conductora de programas de historia del arte por radio y televisión, tanto en la primera década del cincuenta, como al fin de la segunda carrera en 1983.
Su obra de ficción la muestra como a una narra-dora que teje una trama con datos de su existencia y con los colores, sonidos y olores de una América querida y exasperante, maravillosa y aterradoramente desigual. En ese sentido, hay dos temas que recorren sus relatos: la búsqueda de un lugar propio y la relación con el poder. Con un estilo que lucho contra su natural exube-rancia. Traba introdujo la poesía en sus historias, en las que la precariedad espiritual, económica y afectiva reinan supremas. En una ocasión escribió: No hay una persona negativa en mi vida pública ni en la privada, sin embargo cualquier cosa que escribo resulta cada vez más triste, no sé por qué mi verdadera naturaleza de la vida. La verdad es transitoria en el contexto en el que el hombre e desempeña, la suya es una existencia trágica y terrible. La construcción de las historias está absolutamente ligada con su propia experiencia. No comprendo cómo los autores puede escribir sobre lo que no han experimen-tado personalmente. En cuanto a mí, nunca podría escribir exclusivamente desde la imaginación, sin referencia a la realidad.
La Brasileña Aracy Amaral en el momento de la Primera bienal de San Pablo (octubre de 1978), dijo: abordo una nutrida crítica. Que más tarde nutrió durante muchos años la formación de generaciones que comenzaron a pensar en términos del arte que se hace en América Latina. En 1961 publicó la pintura nueva en latinoa-merica.
Recién llegada de Europa en la década del cincuenta, estando en Bogotá se dedicó a difundir el arte puro a través de la libre expre-sión.
Mordaz y apasionada, se lanzó a pelear batallas que le depararon retiradas y exilios, incomodi-dades y pérdidas de afectos y trabajos, pero también le valieron un lugar de privilegio en la historia del arte y un creciente reconocimiento en el campo de la literatura escrita por mujeres. Aplasto con sus ensayos a más de un artista, crítico y escritor, y no siempre con razón. Supo ejercer la piedad, no castigo tanto la falta de pericia, sino lo precioso y artificia. Lo quisiera o no, incluso sus relaciones desmedidas sirvieron para agitar las aguas estancadas del debate cultural y para sacar a más de un lector, u oyente, de una ignorancia fenomenal. En sus ensayos supo combatir el nacionalismo como “fuerza corruptora porque estrecha los límites de la visión. Va de lo universal a lo particular, del mundo a la provincia, eliminando progresiva-mente todas las saludables confrontaciones. Sueña con un mundo de islas espirituales, cuyos altos y agresivos acantilados deshagan los navíos que atrevan acercarse. Pero no dejo de puntua-lizar una y otra vez la necesidad de reconocer lo propio y saborear lo auténtico. Propuso la poro-sidad de las fronteras para la producción artística entre los países de la región, pero siempre alertó contra la copia de los modelos generados en los centros hegemónicos.
Solamente alcanzaron a vivir juntos algo menos de quince años, pero Marta y Ángel Rama tuvieron más que el afecto en común. Paradóji-camente, ambos habían salvado sus vidas luego de tormentosas enfermedades, pero fueron menos afortunados en superar escollos legales. La controversia era un mutuo terreno que los unía y donde mejor se hallaban. Discutían con la palabra y a través de la escritura. Pero Marta fue más arrasadora claro que los dos erran trabajadores insaciables y dejaron una producción impresionante que nutre los estudios culturales latinoamericanos.
Marta, por su parte, trabajo con mucho esmero en la organización de patrimonio del Museo de Arte Moderno de América Latina, perteneciente a la Organización de Estados Americanos (OEA), que se encuentra en Washington D. C. Tuvo un contrato desde enero de 1983 hasta marzo de 1984, como curadora principal del Museo para catalogar y distribuir en las diferentes salas las obras de la colección. Cuando en 1985, el Museo inauguró una selección 120 obras, publicó un importante catálogo con material escrito por Marta desde París, que incluía un ensayo introductorio y la biografía de cada artista exhibido.
Un famoso encuentro por organismos guberna-mentales de Colombia y España para celebrar la llamada generación del veintisiete, para invocar a Federico García Lorca en esa fecha vinieron a Bogotá Jorge Guillen, Luis Cano, Gerardo Diego Dámaso Alonso, Rafael Alberti y otros grandes poetas.
Forzados a salir de Estados Unidos por ciertos asuntos al nivel de la política y del arte, al pasar por Bogotá y Caracas, decidieron irse a vivir a la capital francesa, ángel Rama llego primero y luego al pasar varios meses lo hizo ella. No parece haber habido una razón para haber escogido París, pero claramente el acceso a la gran Biblioteca Nacional era una buena excusa. En esa ciudad, hasta el entonces presidente francés Fracois Mitterrand se había interesado por ellos. Ambos tenían contactos y amistades entre los intelectuales latinoamericanos que habían hecho de esta ciudad su hogar. Una vez allí, Ángel fue invitado a enseñar en L. Ecole practique des Hautes Etudes. Marta nunca se quedó esperando, siempre salió a la lucha para conseguir lo que necesitaba, vivieron en el departamento del escritor venezolano Juan Lizcano y su mujer, Fita Soto, desde donde Marta divisaba el río Sena; meses después se mudaron Ella y Ángel a la calle Notre dame des Victoires, esquina Rue Lelong, muy cerca de la  Biblioteca Nacional. Era un agradable cuarto piso rodeado de balcones y con ventanas en todas las habitaciones, en ese lugar se dedicaban a leer y escribir y con frecuencia hacían reuniones con sus amigos artistas.
Marta murió en compañía de Ángel Rama en un trágico accidente de avión en Madrid. Era nieta de españoles, argentina de nacimiento y colombiana al estar enamorada del país lográndose nacionalizarse. Además de vivir en Buenos Aires vivió en París, Santiago de Chile, Roma, Barcelona, Washington D. C., Caracas y Bogotá.
Escribió El museo vacío (1985), Colombia y arte latinoamericano (1959), La pintura nueva lati-noamericana (1961), Los cuatro mostros cardinales (Bacon,  Cuevas,  Dubuffet, De Koo-nig), Historia del arte barroco (1967), Sobre arte Puertorriqueño (1971), La Rebelión de los santos (1972), Arte latinoamericano actual (1972), El umbral del arte moderno (1973), Dos décadas vulnerables de las artes pláticas latinoamericanas (1950-1970), historia abierta del arte en Colom-bia (1974), Mirar en Caracas (1974), Los signos de la vida (1976), La zona del silencio (1976), Los muebles de Beatriz Gonzales (1977), Los grabados de Roda (1977), Mirar en Bogotá (1961), Elogio de la locura (Burszlyn y Obregón, 1986) Arte de América Latina (1980), hombres americanos a todo color (1995); Ensayo: el son que queda en Cuba (1966); poesía: historia natural de la alegría (1952); novela: Las ceremonias del verano (1966), Los laberintos insolados (1967), La jugada del sexto día (1970), Homérica Latina ( 1979), Conversación al sur (1981), En cualquier lugar (1984) y Casa sin fin (1988).             
   
GUSTAVO ÁLVARES GARDEAZÁBAL
Este escritor a través de su mirada muestra la sangre de la violencia, esos conflictos socio-políticos a parir de su ciudad Tuluá, en cuatro obras: La tara del papá, Cóndores no entierran todos los días, Babeiba y el Bazar de los idiotas
Sus obras están representadas de principio a fin por  la violencia en sus diferentes manifestaci-ones de partidos políticos, venganzas personales, violencia oficial, social; ires y venires en una sociedad de caos con gran revaloración de los sucesos apoyados en anécdotas y los acontecimi-entos, algunas veces ligeramente deformados, por lo que en términos estéticos las descripci-ones son conscientes y enriquecen significativamente la obra con distintos narradores y diversas visiones de los asuntos planteados. En Dabeida, desarrolla la problemática de los habitantes del pueblo de un periodo corto, de sólo unos días, manteniendo la expectativa de los pobladores en discreciones sobre un desastre natural por ocurrir, con un perseverante chismoseo con el que los pobladores encadenan con precisión y habilidad la historia. Un factor temporal que determina la estructuración del primer capítulo. El marco temporal en los capítulos restantes consiste en un desarrollo cronológico, que desa rrolla la novela y sus personajes día a día.
En Cóndores no entierran todos los días está presente una vez más la violencia partidista con sus flagelos que claramente se pueden ver en que se enfatiza el poder del gamonal. Aquí nuevamente la tensión y donde parte esta violencia se generan gracias a los rumores, del que proviene insanamente la manipulación, por la cual surge una situación caprichosa, suigeneris e irracional que destruye y somete sin consideración alguna.
En La tara del papa son los mismos enfrentamientos socios-políticos de un territorio frag-mentado en que el poder se da paulatinamente por un personaje que va escalando posiciones sociales en procura del dominio, de esta forma, León María Lozano, simple vendedor de quesos y sin aparentes intereses económicos, surge con decisión y coraje como jefe de los pájaros para aterrorizar a los habitantes de Tuluá, epicentro de la narración, donde ocurren diferentes episo-dios que han proliferado en la vida de este país y que por la forma recurrente de los mismos son del diario vivir rutinaria y elemental de nuestra historia.
En El titiritero y Los míos, se resalta todo lo negativo que corroe todo, por la sencilla razón que la violencia se trasforma en complicidad al producirse una serie de acontecimientos que desembocan en la burla, las manipulaciones y el sarcasmo hacia los que detentan el poder, para terminar en una particular relación de conviven-cia con los revolucionarios por los que llega a sentir envidia, todo ello, en una revuelta relación socio-política de una burguesía en crisis con una sociedad compleja enfrentada permanentemente a muchos problemas.
En Pepe Botellas podemos ver claramente el conflicto que rebosa las fronteras al desarrollar los sucesos entre la Habana y Cali e iniciar un desplazamiento ideológico en el que intervienen personajes históricos como Fidel Castro, El Che Guevara, Guillermo Zambrano (El narrador), el estudiante José Valladares (Pepe Botellas), Eduardo Chivas y una abierta referencia a Pardo Llada. Sobre estas bases, establece una relación directa entre realidad y literatura a la manera de documento testimonial.
                     
 WILLIAM OSPINA
De este escritor se puede decir que se ha empapado con el vigor en las aguas profundas de la historia de la conquista y la colonia, como también de la universalidad, todo esto lo ha hecho firme en sus ideas, en sus análisis de todo lo ocurrido en aquellos tiempos, obteniendo una conciencia sobre los acontecimientos y de una realidad en la cual estamos comprometidos.
Las lecturas de sus novelas han hecho en mi interior que acentúe mis ideas del mundo prehispánico, y toda esa decadencia que han traído los españoles desde el momento que pisaron estas tierras. Sé muy bien que ciertos capítulos de Úrsula y del país de la Canela nacieron del contacto del actor con la fortaleza de Oviedo en Sato Domingo, de algún viaje memorable desde Panamá hasta nombre de Dios y Porto velo, de un viaje de chalupa por el río Magdalena, desde Barranca Bermeja hasta Monpox, de travesías por los bosques de palmeras y playas del Tayrona y por lugares diversos de nuestra geografía colombiana
Auméntemele a esto lo siguiente: Algunos de los hechos narrados fueron revelaciones de esos viajes, alguna información esencial no me llegó de libros si no de conversaciones casuales. Baste contactar que navegando por el Amazonas, cerca de Manaos, vi una tarde una canoa de niños que llevaban animales, monos, guacamayas y una boa de gran tamaño. La imagen me siguió del tal manera, que los viajeros de la expedición  de Orellana la vieron al pasar por esa región, y así quedo relatada en el País de la canela. Tiempo después, investigando detalles geográficos para el presente libro, guíen sabe con precisión donde estaba el campamento en el que Lope de Aguirre y los demás conspiradores mataron a Ursúa. El asesinato se había cometido en Machifaro, y fue más grande mi sombrero cuando descubrí que la muerte de Ursúa había ocurrido precisamente en esa región donde vi la canoa con los niños en mi viaje a Manaos. Así que el narrador, al relatar el asesinato, no pudo impedirse recordar que en ese lugar había visto la canoa de los niños veinte años atrás.
La pertenencia de Inés a la familia inca Atahu-alpa nunca ha sido confirmada, pero es un símbolo de la mezcla de las dos culturas que testimonia también la unión de Francisco Pizarro con la nuestra Cuximiray Ocello, y los hijos que nacieron de ella. Es verdad que el virrey Núñez de la Vela se hospedó en la casa de Atienza cuando Inés era niña. La historia del sobrino del marqués de Cañete es real, lo mismo que el duelo y la muerte de Pedro de Arcos.
El libro de ensayos sobre los poetas Colombia-nos, titulado Por lo países de Colombia: hace una buena descripción de los poetas que para su gusto son los mejores, destacando desde su vida a sus poemas, con un criterio audaz. Siendo admirables ejemplos de inspiración y admirables ejemplos de la laboriosidad que ha producido la poesía en este país. Las elegía de varones ilustres de Indias, el más ambicioso poema de la con-quista de América; el poema heroico de Ignacio de Loyola, profusa e inquietante prueba discor-dia con el canon occidental que parece ser nuestro destino; el “Nocturno” de José Asunción Silva, que cambio el concepto de la poesía en nuestra lengua; los clamores hondos y estremecedores como lo de Barba Jacob; lumi-nosas ironías como las del Tuerto López, fiestas endiabladas con el furor de la palabra de León de graiff; intensas y agobiantes selvas en prosa como la de Rivera; prodigios de alquimia verbal, llenos de vida y de misterio, como La morada del sur de Aurelio Arturo; sonetos de gran belleza como los de Valencia, Rafael Maya; lluvias tropicales y truenos del destierro transfigurado en palabras inolvidables en la obra de Álvaro Mutis; éxtasis de lo cotidiano en el místico viaje a pie de José Manuel Arango; desvaríos y elocuencia en la obra Jaime Jaramillo Escobar; la belleza estridente y anárquica de Gonzalo Arango; desafiantes sinceridades en la voz turbia y melancólica de Raúl Gómez Jattin. Ojalá me hubiera sido dado hablar de todos ellos y de muchos más en este libro
Este escritor que se destaca por su  originalidad, en un contesto que da a descubrir la historia de la conquista de los españoles en el territorio de América Latina, nació Padua (Tolima) 1945, es autor de muchos libros de poesía: Hilo de Arena (1986), La luna del dragón (1992) ¿Dónde está la franja amarilla 1996), Las auras de la sangre (1999), Los nuevos tiempos de la esfera (Premio de ensayo Ezequiel Martínez estrada de la Casa de las Américas, La Habana (2003), La deca-dencia de los dragones (2002), América mestiza ( 2004) y La escuela de la noche (2008)
La trilogía que comienza con Ursúa, continúa con El País de la canela y culmina con La serpiente sin ojos.   
                   SANTIAGO GAMBOA
Este nuevo escritor nació en la capital (1965) tuvo la fortuna de estudiar literatura en la Universidad Javeriana, al terminar sus estudios se trasladó a España donde vivió hasta 1990 y se licencio en Filología Hispánica, después a París, donde cursó estudios de la literatura cubana en la universidad de la Sorbona. Debuto como nove-lista con Paginas de vuelta (1995) obra con la que tomo altura como una de las voces nuevas de la narrativa colombiana; después vendrían Perder es cuestión de método (1997), que tuvo un inmejorable reconocimiento por la crítica internacional, en sus traducciones al italiano, francés, griego, portugués, checo, alemán de la que se preparó una película, Y vida feliz de un hombre llamado Esteban (2000) novela que también se destacó en el ámbito internacional y que ha multiplicado su prestigio. Es también autor del libro de viajes Octubre en Pekín (2001). Como periodista, ha sido colaborador del Servicio América Latina de Radio Francia internacional. En París corresponsal del diario El tiempo y columnista de la revista Cromos, de Bogotá. Actualmente reside en Roma.
De la novela Los impostores: Al despedirse de Elsa, en el aeropuerto de Austin, y tras haber guardado en su bolso de mano el cofrecito de los documentos del abuelo- los cuales le permitirían, en Pekín, llevar a cabo su pesquisa-, el profesor Nelson Chouchén Otálora se sintió poeta: Me voy a Oriente, cholita, allá donde dicen que nace el sol. Luego se dieron un beso y él le anunció que ese viaje era el primer escalón de lo que sería su vida, el renacer de ambos. Unos minutos después, al entrar al embarque, Nelson garabateó la frase en un cuaderno y el continuo con el siguiente verso: Volveré, como vuelan las oscuras golondrinas. Estas palabras le sonaban, pero supuso que si ya estaban en otro poema sería de modo distinto. Así que continuo, dándole forma a su escrito.
   
                         COMENTARIO
Este escritor llamado Pedro José Martínez quien al ver leído concienzudamente sobre la literatura en general de su país, con conocimiento de causa se atrevió estos ensayos que forman este libro. Él que es un escritor muy sensible pudo sacar lo mejor de cada poeta, ensayista, cuentista y novelista describiéndolos con un objetivo lo más veras posible tanto como a sus obras, como a sus existencias. La dificultad de solevar cada vida es la veracidad de cada trascendencia humana y sus obras son los precisos resultados.
                Comentario Ana Bustamante.
      
ÍNDICE
Pag. 1------------------------------Preámbulo
Pag. 14--------------------------Los cronistas
Pag. 16-------Sobre el escritor del Carnero
Pag. 19--------------El escritor de conquista
Pag. 23---------------------La poesía colonial
Pag. 26---El caso particular de una monja literata
Pag. 28-----La literatura en el momento de la independencia
Pag.  30-----------El primer poeta romántico
Pag. 32--------------------José Gauguin Ortiz
Pag. 34-----------------------El romanticismo
Pag. 36--------------------------Rafael Pombo
Pag. 39----------------El escritor de la María
Pag. 42----------------------El costumbrismo
Pag. 44----------------El escritor de manuela
Pag. 47----Uno de los pioneros de la crítica en Colombia
Pag. 48-------------------El escritor del Moro
Pag. 50-------------------------El simbolismo
Pag. 51-----------------------------Julio Flores
Pag. 52-----------------------------El realismo
Pag. 53------------------Thomas Carrasquilla
Pag. 58-----------El escritor de La Vorágine
Pag. 62-----------------------El modernismo
Pag. 61------------------José Asunción Silva
Pag. 69-------------------Guillermo Valencia
Pag. 71--------------------El posmodernismo
Pag. 72---------------------Luis Carlos López
Pag. 73------------------Porfirio Barba Jacob
Pag. 77----------------------------Los Nuevos
Pag. 79------------------------León de Greiff
Pag. 81-------------------------Jorge Zalamea
Pag. 84---------------------------Rafael Maya
Pag. 86-------------------------Aurelio Arturo
Pag. 88----------------------------Luis Vidales
Pag. 92-------El movimiento Piedra y Cielo
Pag. 93---------------------Eduardo Carranza
Pag. 95--------------------Los Cuadernicolas
Pag. 96-------------------Eduardo Echavarría
Pag. 98------------------Fernado Charry Lara
Pag. 99------------El grupo de Barranquilla
Pag. 102------------------------El grupo Mito
Pag. 104----------------Eduardo Cote Lamus
Pag. 106--------------------------El Nadaísmo
Pag. 122---------------------Gonzalo Arango
Pag. 131------------Jaime Jaramillo Escobar
Pag. 134----------------Jota Mario Arbeláez
Pag. 131------------Jaime Jaramillo Escobar
Pag. 135--------------------------Darío Lemus
Pag. 142-------La Vanguardia en Colombia
Pag. 145----------María Mercedes Carranza
Pag, 149----------Un poeta nacido en Cerete
Pag. 154--------------------Matilde Espinosa
Pag. 156-------------------------Mario Rivero
Pag 159--------------------Juan Manuel Roca
Pag. 162---La narrativa más trascendental en Colombia
Pag. 164------------El escritor de Otra parte
Pag. 177-----El escritor de Chango el Gran putas
Pag. 171---------------Manuel Mejía Vallejo
Pag. 176-----------Álvaro Cepeda Samudio
Pag. 186------------Gabriel García Márquez
Pag. 199---------------------Andrés Caicedo
Pag. 209-----------------------Álvaro Mutis
Pag. 213--------------------------Marta Traba
Pag. 224-----Gustavo Alvares Gardeazábal
Pag. 228----------------------William Ospina
Pag. 233------------------ Santiago Gamboa.
  

    
  


                      


           
   
                       
   
     
   
                   

                   

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